En ningún lugar como en los archivos de arquitectura se puede constatar con tanta claridad el valor ritual que mantienen los objetos de representación de la disciplina; el culto al original y a la autenticidad están en la naturaleza misma del archivo. Cuando esto se complementa con algún hallazgo crucial, que puede cambiar la historia, la experiencia es muy cercana a la euforia.

El archivo es mucho más que un depósito de objetos físicos relacionados entre sí. No es un repositorio pasivo de la memoria: informa y regula. Es un instrumento crucial para la arquitectura y promueve su estudio, pero a pesar de su supuesta neutralidad, detrás de cada decisión dentro del archivo existen estructuras de poder y sistemas de control. Quizá así se pueda explicar el recelo con que algunos limitan el acceso a ellos en lugar de permitirlo a cualquier interesado; o lo común que es que algunos investigadores guarden las colecciones celosamente para el exclusivo uso personal. 

En este número de BITÁCORA ARQUITECTURA, exploramos distintos tipos de archivos, así como su relación con el paso del tiempo y los cambios tecnológicos. Cabe preguntarse si la magia del descubrimiento en el archivo puede darse en la pantalla, si será posible sustituir la exploración y la experiencia de primera mano, si lo que perdemos en la era de los buscadores digitales serán los descubrimientos accidentales en las bibliotecas y en los acervos documentales, además del olor y la textura de los dibujos a mano o de los libros antiguos. Si de verdad llegará el momento en el que el culto al original y a lo auténtico se haya terminado para siempre.

DOI: https://doi.org/10.22201/fa.14058901p.2020.45

Publicado: 2020-12-11

Editorial 45

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