El uso del neogótico en la modernidad arquitectónica mexicana. La microhistoria de dos iglesias como ejemplo

The use of neo-Gothic in Mexican architectural modernity. The microhistory of two churches as an example

Martín M. Checa Artasu

Departamento de Sociología

Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Iztapalapa

martinchecaartasu@gmail.com

Resumen

A partir del análisis detallado de dos templos, la parroquia de Nuestra Señora del Refugio en Puerto Vallarta, Jalisco, y del templo de San Juan Bautista en Xicotepec de Juárez, Puebla, analizamos el proceso de construcción desde un punto social. En ambas iglesias se muestran elementos neogóticos insertados en construcciones próximas a los parámetros de la modernidad arquitectónica, los cuales son muestra de la continuidad del uso de este estilo formal hasta la actualidad.

Palabras claves: neogótico, modernidad arquitectónica, Puerto Vallarta, Xicotepec, microhistoria

Abstract

The construction process of two temples: the parish of Nuestra Señora del Refugio in Puerto Vallarta, in Jalisco, and the temple of San Juan Bautista in Xicotepec de Juárez, in Puebla, is analyzed from a social point of view. A process marked by the participation of architects, parishioners and priests. Both are examples of churches where neo-Gothic elements inserted in constructions close to the parameters of architectural modernity are shown. Some elements that testify to the continuity of the use of the neo-Gothic style to the present day.

Keywords: Gothic revival, architectural modernity, Puerto Vallarta, Xicotepec, microhistory

Introducción. Lo neogótico y la modernidad arquitectónica mexicana

Es conocido que el estilo neogótico en la arquitectura mexicana ha tenido numerosas expresiones localizables en la geografía nacional.1 El 64.42% de edificaciones con estilo se construyeron entre 1880 y 1910,2 sin embargo, este recurso formal pervivió hasta llegar a nuestros días con expresiones concretas. Estas fueron de dos tipos. Las primeras, que son las menos, corresponden a templos de clara factura neogótica que pueden ser considerados anacronismos arquitectónicos. Dos ejemplos de ello son la Capilla de la Cruz de Cantera, en León, Guanajuato —una suerte de copia de Sainte-Chapelle de París—, iniciada en 1991 —aún en construcción—, diseñada por arquitecto Guillermo Chávez Ochoa;3 y la parroquia de Santa María de Guadalupe, en Santa Ana, Sonora, iniciada en 1965 por el maestro de obras sinaloense Pedro Torres, concluida en 2009.4

Las segundas son edificaciones religiosas construidas a partir de la década de los cincuenta del siglo xx con patrones propios de la modernidad arquitectónica que tienen algunas expresiones de lo neogótico concretas como ventanas, portaladas con arcos ojivales y remedos de arquivoltas. También, tienen cubiertas sostenidas por arcos ojivales, torres con aperturas ojivales y algún rosetón decorativo. En todos los casos, se trata de elementos que conviven con estructuras y métodos constructivos propios de la modernidad arquitectónica.

De este último tipo hemos localizado al menos 13 ejemplos en México que certifican que lo neogótico ha pervivido en las construcciones religiosas gracias al interés de distintos agentes, especialmente los vinculados a la Iglesia católica en nuestro país, como también lo ha hecho en otras latitudes a lo largo y ancho del planeta.5

Dichos ejemplos que tienen características diversas, que detallamos unas líneas más abajo, se localizan en distintos estados del país (ver Tabla 1). Su presencia se da en las nuevas colonias y fraccionamientos de ciudades de tamaño medio o pequeño y ello nos permite hablar de tres agentes: la feligresía, el sacerdote y el arquitecto, que crean y construyen estos templos y de las estrategias que siguen para hacerlo. Asimismo, centrarnos en el papel de estos agentes nos da la oportunidad de indagar sobre la inserción del templo, de la iglesia de culto católico en estos ejemplos, en el urbanismo de la ciudad y su papel como equipamiento público, centrado en el culto religioso. Así, este trabajo profundiza en estas cuestiones, de forma más o menos extensa, a partir del análisis detallado y la microhistoria de dos ejemplos: uno, la parroquia de Nuestra Señora del Refugio, ubicada en la ciudad turística de Puerto Vallarta, Jalisco; y otro, el templo de San Juan Bautista en Xicotepec de Juárez, una pequeña ciudad ubicada en la Sierra Norte de Puebla. Estos dos templos, donde se muestran elementos neogóticos insertados en una construcción cercana a los parámetros de la modernidad arquitectónica, nos permiten acercarnos, más allá de las consideraciones estéticas, al proceso de construcción de un templo desde un punto social. No en vano, más allá de la arquitectura y de su teoría se esconde la ideología y las voluntades de quienes la reproducen que, en el caso de los templos religiosos, no solo son los arquitectos y los maestros de obra sino una comunidad de feligreses más o menos dirigida por un sacerdote que sigue unos lineamientos que buscan la continuidad del culto religioso en la sociedad.

Ejemplos de lo neogótico en la modernidad arquitectónica en México

Un recuento somero de los 13 ejemplos localizados (ver Tabla 1) nos permite establecer algunas características. Por un lado, encontramos, pequeñas iglesias donde lo gótico queda circunscrito al uso de una cubierta ojival realizada en fibrocemento o en ladrillo. Ese sería el caso de la capilla de San Francisco de Asís, en la urbanización Popo Park, en Atlautla, Estado de México. Una obra primeriza del arquitecto Honorato Carrasco Navarrete (1926-1992), construida entre 1950 y 1952 y que recuerda por su rusticidad a las pequeñas capillas de montaña coloniales.6 Otro ejemplo similar es la modesta capilla de Nuestra Señora de Fátima construida entre 1951 y 1953, en el fraccionamiento “Veracruz” de la ciudad de Xalapa, Veracruz.7 Se trata de un proyecto del ingeniero Guillermo Samaniego, residente en dicho fraccionamiento, sufragado y construido por la feligresía residente en esa urbanización.

En cuanto a las parroquias cabe mencionar en el estado de Tabasco la de San Antonio de Padua en Nacajuca, al parecer construida entre 1965 y 1968.8 Una iglesia llamativa, con muchos elementos góticos, especialmente en su fachada, torres y cúpula, construidos con materiales contemporáneos pintados de distintos colores que generan un resultado cromático colorista, que recuerda la tradición de iglesias pintadas de la zona. En Caborca, Sonora, el templo de Nuestra Señora de la Candelaria se nos presenta con tres puertas principales enmarcadas en arcos ojivales y dos torres con ventanas con similares arcos. Se trata de la única decoración externa a un templo de planta rectangular y de gran sencillez compositiva. Similar planteamiento encontramos en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en San Luis Río Colorado, una sencilla iglesia de planta cuadrada construida en los años noventa, que tiene una torre festoneada de ventanas ojivales.

Finalmente, mencionamos el uso de las formas góticas desde la contemporaneidad que nos proponen dos templos. Uno es la parroquia de la Virgen de Guadalupe en Pedro Escobedo, Querétaro, diseñada por el ingeniero Enrique Ruiz Merino y construida por más de cuarenta años, de 1951 a 1993. Destaca por su particular combinación de materiales como el ladrillo, la cantera, los almohadillados cerámicos de su cubierta y los placados de mármol de sus paredes que generan una relectura contemporánea de lo gótico, aquí solo reconocido por el uso del arco ojival en la fachada, los ventanales y su cubierta.

Similar solución, aunque más sencilla, es la del templo a la Virgen de Guadalupe, de la comunidad de Juan Martín, en Celaya, Guanajuato. Un templo de una sola nave que se inició en 2009 y se concluyó en 2018.9 Este es un proyecto del arquitecto Antonio Velázquez Serrano realizado en cantera rosada y fibrocemento. Se asemeja a una carpa de fiestas, aquí decorada con 20 vitrales incrustados en ónix y un pantocrátor en mosaico en su portalada principal. El resultado confiere una estética medieval en pleno siglo xxi en el marco de una feligresía que, como otras tantas, aportó para la construcción del templo.

El recuento de estos templos obliga a la reflexión de los motivos por lo que se hicieron servir elementos constructivos y decorativos que nos remiten al gótico. Estos son diversos: la querencia del arquitecto o del sacerdote, que instiga el templo por el estilo, una suerte de creencia en que el ideal constructivo de un templo católico se ancla en lo gótico o, simplemente, una propuesta edilicia que es acorde con la necesidad de generar un símbolo que denote la presencia de la Iglesia católica en ese lugar.

El primer ejemplo: la parroquia de Nuestra Señora del Refugio de Puerto Vallarta. Tonos neogóticos en una ciudad turística

Esta iglesia, caracterizada por sus formas góticas y el uso del ladrillo en su construcción, se encuentra en la esquina de las calles Perú y Argentina, frente al Parque Hidalgo, en la colonia 5 de Diciembre. Se estableció en 1955, un año donde ya ha despegado el crecimiento demográfico de Vallarta. Efectivamente, el censo de 1950 reportaba 10 801 habitantes, cifra que, respecto al censo de 1940, representaba un crecimiento de apenas 3.15%. Una década más tarde, en 1960, el censo de la población era de 15 462 habitantes, lo que suponía un aumento de 43.15%. Este crecimiento acelerado se ha mantenido hasta nuestros días, pues el municipio de Puerto Vallarta alcanzó en 2010 los 255’681 habitantes.10

En esos años cincuenta, el crecimiento demográfico fruto de la migración laboral potenció dos fenómenos urbanos más. Por un lado, la conversión de las tierras ejidales aledañas al fundo legal en suelo urbanizable y la creación de las primeras colonias más allá del poblado original: la colonia Emiliano Zapata al sur, más allá del río Cuale y, hacia el norte, la colonia 5 de Diciembre, superando el arroyo Goamecape.11 Estas colonias acogieron la creciente demanda de mano de obra para los servicios derivados del turismo incipiente, pero también de las actividades comerciales y portuarias que habían caracterizado a Puerto Vallarta hasta esos años. También en esa década de los cincuenta apareció un urbanismo residencial que, bajo el “estilo Vallarta”, edificó en las primeras estribaciones de los cerros cercanos al núcleo urbano, creando colonias como la Gringo Gulch.

Todas esas dinámicas de crecimiento urbano propiciaron la instalación de nuevos servicios como un periódico, una gasolinera —abierta en 1947—, una imprenta, escuelas públicas y privadas, un auditorio cultural —inaugurado en 1958—, un laboratorio de análisis clínicos, un cine, un rastro municipal, una red telefónica estable, una primera pista de aterrizaje en 1942 —que en dos décadas después se sustituiría por un nuevo aeropuerto—, sucursales de bancos y otros derivados de la apertura de las primeras carreteras a la población. Por ello, la construcción de esa iglesia se debe entender en este su contexto, pues se trata de otro nuevo equipamiento, aquí requerido por la feligresía surgida de los habitantes de esas nuevas colonias.12

Vale la pena añadir en este punto que el despertar turístico de Vallarta en esos años centrales del siglo xx propició la construcción de los primeros hoteles: el Gutiérrez, el Chula Vista, el Rosita —inaugurado en 1948—, el Central, el Paraíso —construido en 1949 por el ingeniero Rafael Flores— y, a mediados de los cincuenta, los bungalows Las Campanas, diseñados por Fernando “Freddy” Romero Escalante en el llamado “estilo Vallarta”.13 De igual forma, en esa década de los cincuenta, Vallarta participó en la política de desarrollo federal y estatal que consideraba al turismo como alternativa al desarrollo. En el primer caso, “La marcha al mar”, en el periodo de Ruíz Cortines, a escala estatal, cuando el gobernador Agustín Yáñez, propuso en 1953 la Comisión de planeación de la Costa del estado de Jalisco, el primer paso de consolidación de varios polos turísticos en la costa jalisciense en los años venideros.

Además de todo ello, la nueva iglesia, más allá de ser un espacio de culto, fue una prueba de que la religión estaba muy presente en la vida social de Vallarta y ejemplo de la progresiva transformación de la población.14 Así, el templo vino a paliar los problemas de saturación que padecía la única parroquia existente, la de la Virgen de Guadalupe, cuya primera piedra se puso en 1895 y que, en esos mismos años cincuenta, concretamente en 1952, vio culminar su torre principal sobre la que trece años más tarde se instaló una corona, hoy elemento icónico de la ciudad costera.

Así, la iglesia de Nuestra Señora del Refugio vista como un equipamiento que dota a la población de un servicio necesario, se inscribe en la progresiva consolidación de la trama urbana. Esta se asienta sobre un terreno donde se ubicó el primer panteón de Vallarta, es decir una zona a las afueras en los primeros años del asentamiento vallartense y que, para los años cincuenta del siglo xx, era la zona de expansión del crecimiento de la ciudad.

Este predio, además, fue cedido a la diócesis de Tepic por las gestiones del médico José María Guillén Padilla en 1955. Un galeno quien había llegado a la población en los inicios de la década de los cuarenta y que fue presidente municipal de la población entre 1948 y 1951 y, en los años siguientes, regidor de salubridad en varios gobiernos municipales. Guillén Padilla, conocedor de primera mano del déficit en equipamientos de salud en la Vallarta a mediados de los años cincuenta, estimuló la creación de un patronato ciudadano para construir el primer centro de salud de la población, el cual se inauguró el 1° de abril de 1960 sobre un predio que obtuvo tras gestiones con la junta agraria local. Una parte se este fue cedido a la Iglesia tras solicitud del sacerdote Rafael Parra Castillo, quien regentaba la única parroquia de la población, la de la Virgen de Guadalupe. Ello explica por qué hoy tanto el templo y sus anexos conviven en la misma manzana que el centro de salud. En frente de esta manzana, entre 1953 y 1955, durante la gestión de Jesús Palacios Robles como alcalde de Puerto Vallarta, se construyó el Parque Hidalgo, un elemento urbano más que aprovechaba el antiguo solar del panteón municipal y que, junto con el centro sanitario y el templo, confirmaba la expansión de esa zona de Puerto Vallarta.

Al recibir el solar, el presbítero Parra en seguida hizo construir una enramada provisional donde oficiar misa. Cinco años más tarde, el 4 de julio de 1960, el día de la festividad de la Virgen del Refugio, se puso la primera piedra de un templo que tardó 15 años en culminarse. Para ello contó con la participación de distintos agentes que detallamos a continuación.

Los agentes constructores del templo: los técnicos

Y si la iglesia de Nuestra Señora del Refugio de Puerto Vallarta se inserta plenamente en las dinámicas de crecimiento de esta población, también lo hicieron sus agentes constructores, pues estos son un punto de encuentro entre el Viejo Vallarta, pionero y portuario, y aquel que transita por la vía del turismo hacía la modernidad, la cual se refleja en la arquitectura del templo.

En cuanto a los agentes, mencionar en primer término a los técnicos que participaron en el diseño y la dirección de la obra. Así, diversos estudios de historia local sobre Vallarta nos indican que los planos del templo fueron realizados de forma altruista por la arquitecta Tatiana Borioli Berner (1939- ). Ella fue quien elaboró un proyecto de templo, ciertamente sencillo, cuando apenas contaba con 25 años, entre 1964 o 1965.15 Borioli, de orígenes italiano y ruso, había estudiado arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México titulándose en 1964,16 fecha en la que ya estaba instalada en Vallarta junto a su esposo, el también arquitecto José Díaz Escalera. Él también fue uno de los personajes clave para entender el desarrollo urbanístico de Vallarta entre los años sesenta y noventa del siglo xx.17 Ella y su marido formaron parte de un grupo de personas, muchos de ellos con estudios universitarios, que arribaron a partir de mediados de los años cincuenta a Vallarta, conscientes de que dado el potencial de este puerto como destino turístico se debía construir no solo desde lo público, sino, sobre todo, desde lo privado. Muchos de ellos se establecieron en la población, hicieron de ella su hogar y desarrollaron una trayectoria profesional y también vital que llegó hasta nuestros días. En este sentido, creemos que el papel de Borioli como diseñadora de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio se debe entender desde el hecho de que ella forma parte de ese grupo humano al que aludimos. El templo, dada su juventud, es mucho más que un proyecto arquitectónico; refleja su voluntad de integrarse en la población y a su sociedad, a pesar de su juventud de ser recién llegados, a través de un proyecto mediado por la religión y por el papel de cohesión social que esta tiene.

Un caso similar, aunque de mayor edad pues roza la cuarentena, fue el del director de obras del templo: el ingeniero Marcial Reséndiz Galván (1924-2018), otro personaje destacado de esa Vallarta de los años centrales del siglo xx. Reséndiz, nacido en Celaya, llegó en 1956 con 32 años a Vallarta para trabajar en la construcción de escuelas y otros equipamientos desarrollados por el gobierno del estado de Jalisco. Contaba con alguna experiencia como ingeniero civil pues, entre otras, había participado de 1950 a 1951 en la construcción del estadio de béisbol “Instituto Tecnológico” de Guadalajara, diseñado por el ingeniero Jorge Matute Remus. En Vallarta, en 1959, bajo su dirección, por la que al parecer no cobró remuneración, se construyó el primer puente de obra sobre el río Cuale que permitió comunicar la colonia Emiliano Zapata, al sur del núcleo original vallartense y en el margen derecho del río. Se trató de una obra de gran importancia llevada a cabo a través de un patronato cívico, en el que se integraron numerosos pobladores de varios sectores socioeconómicos. Esa acción le valió un reconocimiento público que lo vinculó plenamente a la sociedad vallartense. Un año más tarde se encargaba de las obras del centro de salud promovido por el médico Guillén Padilla. Más tarde, entre varias obras más, construyó el hotel y el restaurante El Set, del que fue propietario varios años.18 Su participación en la dirección de la construcción de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio fue también, como en la del puente, altruista y en la cual probablemente incluyó algunos elementos de diseño y modificaciones al proyecto diseñado por la arquitecta Borioli.

El indispensable papel constructor de la feligresía

En este templo, como en muchos otros, la feligresía participó no solo en la construcción sino también, y de forma muy relevante, en la obtención de fondos para poder levantar el templo. Los cronistas vallartenses nos ilustran sobre este punto. Al respecto, uno de ellos, dice lo siguiente:

Todas las damas pertenecientes a esta colonia, dotadas de un espíritu de abnegación y sacrificio, después de trabajar incansablemente tras largos años, lograron llevar a cabo la realización del Sagrado Recinto. ¡Dignas de admiración son todas ellas! Es por eso que no debo omitir sus nombres. Así pude saber que en casa de la culta dama Adelita Güereña de Pérez, presidenta del primer comité, se reunía desde el año 1956 un grupo de señoras para tomar acuerdos sobre colectas, cenas que se hacían al aire libre, bazares, kermeses, etc., todo para beneficio de la capilla. Entre las que siempre se han destacado por sus actividades, se encuentran: Cuca Fernández de Preciado, Pachita Zepeda, Veva de Fregoso, Lupe Carrillo de Preciado, Lola Nolasco de Galindo, Luz Cerna y tantas más que no puedo recordar.19

Como se puede apreciar fue un nutrido grupo de mujeres las que obtuvieron los fondos para iniciar las obras de esta iglesia. En algunos casos formaban parte de familias del Viejo Vallarta, es decir, aquellas que arribaron a la población a finales del siglo xix y, sobre todo, en las tres primeras décadas del siguiente, vinculadas con actividades económicas centradas en el transporte marítimo de algunos productos agrícolas de la zona como el plátano o el tabaco o con la creación de algún establecimiento comercial.20 Esa participación femenina, en cuanto a la consecución de fondos para construir la iglesia de Nuestra Señora del Refugio, se complementó años más tarde, puesto que dos feligresas donaron una figura de Santa Eduvigis y el Cristo que preside el templo.21 En este punto, vale la pena comentar que no resulta extraño para esos años la participación de mujeres en acciones de feligresía activa con la Iglesia católica en Puerto Vallarta. Así, por ejemplo, en marzo de 1941 se creó la Unión Femenina Católica Mexicana (ufcm), que estuvo formada por 38 mujeres, la mayoría pertenecientes a familias del Viejo Vallarta.22 Tiempo más tarde, el párroco Rafael Parra potenció un grupo de oración de la Acción Católica femenina.

En cuanto a la participación de la feligresía masculina, de nuevo, Montes de Oca de Contreras nos comenta:

¿Y qué decir de aquellos humildes hombres cuyos rostros soportaron los abrasadores rayos del sol y con sus rudas manos colocaron piedra con piedra hasta levantar la casa de Dios? Puedo mencionar entre ellos a Lino Mercado, maestro de obras, Jesús Dueñas que hasta la fecha es sacristán, sucediendo a don Pedrito Álvarez que fue pionero en este cargo; así también se tuvo la valiosa colaboración de los miembros de la crom y la ctm. […] Justo es mencionar las aportaciones que desde tiempo atrás ha hecho don Alfonso Siordia, destinándose las primeras a la construcción del altar.23

El papel del hombre en relación con el templo se centra de sobremanera en la actividad de albañilería propiamente dicha. En esta participaron profesionales del ramo, como Lino Mercado Cerna, un albañil residente en Vallarta quien, entre otras obras, colaboró con la colocación de la corona del templo de Nuestra Señora de Guadalupe y que, en esta iglesia, ejerció de maestro de obras. Igualmente, algunos religiosos participan en la construcción de la iglesia como peones, algo muy habitual para muchos templos de México. En este caso, lo hicieron el sacristán de la futura parroquia Jesús Dueñas y el presbítero encargado de ella, Carlos Peña Romero, quien arribó a Vallarta en 1965.

De igual forma, se puede decir que la construcción fue una obra colectiva, probablemente altruista y por ello realizada de forma más o menos dilatada en el tiempo y particularmente masculinizada. En este caso, participaron miembros de la de la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom) de la población, quienes, a requerimiento del sacerdote responsable del templo, acudían los sábados a ayudar en la construcción.24

De alguna manera, esa forma de construir es el reflejo de cómo se edificaban no pocas obras en la Vallarta de esos años, muchas de ellas realizadas por la población, laborando los fines de semana, colaborando económicamente para la compra de materiales y con poca o escasa participación de aportaciones de los gobiernos de cualquier orden.

Los sacerdotes como agentes constructores del templo

La construcción de un templo en todas sus facetas no sería posible sin la presencia de un agente que instigue la obra, convenza a la feligresía para recaudar fondos e incluso, encuentre quién la diseñe y dirija la construcción sin costo alguno. Este no es otro que el párroco de la población; en el caso que nos ocupa, el presbítero Rafael Parra Castillo. Nacido en Jala, Nayarit el 21 de abril de 1906, arribó a Puerto Vallarta el 15 de abril de 1942 para hacerse cargo de la parroquia de Santa María de Guadalupe.25 Guadalupano fervoroso porfió en pro de la consolidación del culto a la virgen del Tepeyac en Vallarta. 26 También, destacó por su papel moralizador en una población que lentamente despertaba a los influjos del turismo. Fundó en algún caso y fortaleció en otro los grupos de oración de Acción Católica y de la Unión Femenina Católica de México, mayoritariamente formados por mujeres. Como tantos otros curas en México conscientes de la relación de la Iglesia con el Estado mexicano y preocupados por el papel de esta en la sociedad, potenció con ayuda de algunos feligreses la construcción de una escuela católica en la población, que necesariamente se contraponía ideológicamente con las construidas por el Estado. El 13 de septiembre de 1961 inauguró la Escuela Niños Héroes y puso a cargo de su gestión a la orden religiosa de las Siervas de Jesús Sacramentado. Otra de sus preocupaciones fue la construcción de parroquias en la población como las dos citadas más arriba, fruto de las dinámicas poblaciones de Vallarta.

Consciente de la necesidad de más sacerdotes para oficiar misas y sacramentos en todo el territorio que abarca la parroquia vallartense, medió para que llegaran nuevos presbíteros a la población. Así, en diciembre de 1965 arribaba a la población el cura Carlos Peña Ramos, quien se ha mantenido por más de 50 años al frente de la parroquia de Nuestra Señora del Refugio.27 Unos meses más tarde, el 14 de noviembre de 1966, el cura Parra Castillo murió por una caída provocada por una súbita embolia.28

El padre Peña Ramos tomó el testigo de la actividad constructora del cura Parra, si bien solo centrada en la iglesia de Nuestra Señora del Refugio. Había nacido en Mascota en 1939, estudió en el Seminario Menor de la Diócesis de Tepic y culminó sus estudios en el Seminario Interdiocesano de Montezuma, ubicado cerca de Las Vegas en Nuevo México. Fue ordenado sacerdote el 6 de marzo de 1964, con apenas 25 años.29

Su primer contacto con el templo de Nuestra Señora del Refugio fue el 4 de julio de 1965, invitado a la celebración a esa virgen, cinco años después de haber colocado la primera piedra a un templo que, como el sacerdote Peña recuerda, aún era una “capillita de palapa” en esos momentos.30

Pocos meses más tarde, en diciembre de 1965, dadas las gestiones del párroco Parra, arribó a Puerto Vallarta como presbítero de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio a la que dedicó el resto de su vida sacerdotal. Más allá de sus quehaceres sacerdotales, participó en las obras de construcción del templo y en la consecución de fondos para su conclusión con la ayuda de la feligresía.31 El templo tardó en edificarse alrededor de una década, entre los primeros meses de 1966 y su declaración como parroquia el 1° de mayo de 1975.

Sobre la arquitectura del templo. Un neogótico modernizado con elementos vallartenses

La parroquia de Nuestra Señora del Refugio es de una sola planta rectangular, con elementos decorativos, que tanto en su exterior como en su interior toman referencias del neogótico, un estilo por demás desarrollado en Jalisco desde mediados del siglo xix y en donde, incluso en esos primeros años sesenta del siglo xx, hay al menos tres iglesias que se estaban construyendo: el templo expiatorio, el templo del Padre Galván, ambos en Guadalajara, y el templo de San José Obrero en Arandas.32

En este caso, no podemos hablar de un templo de factura historicista como los mencionados, pero sí de una relectura que asienta sus bases en la modernidad arquitectónica mexicana, que incorpora algunos elementos de ese estilo neogótico, probablemente porque eran habituales en las iglesias de Jalisco. Se trata de una obra de la modernidad simplificada, fruto de un proyecto de una joven arquitecta, Tatiana Borioli, seguramente modificada por el ingeniero civil Marcial Reséndiz y modelado iconográficamente por un sacerdote, Carlos Peña. Es un templo que parece apuntar a la combinación de otros elementos propios de la arquitectura de Vallarta de esos años. Por un lado, el uso del ladrillo visto en su construcción nos remite a la arquitectura serrana de la zona, típica de la población y que en la década de los cincuenta fue reinventada a través del “estilo Vallarta” que, constructores como Fernando Romero Escalante, desarrollaron para viviendas de turistas estadounidenses en la colonia Gringo Gulch.33

Por otro lado, ese mismo uso del ladrillo nos recuerda la primera iglesia construida en Vallarta, la de Nuestra Señora de Guadalupe, donde el tabicón de barro cocido tiene también funciones decorativas en su fachada principal. Todo ello sin descartar el empleo de materiales más modernos como el concreto armado, usado en este caso para la bóveda de cañón que cubre el templo. Todos los materiales nos acercan a algunos ejemplos de arquitectura funcionalista que se construyeron en la Vallarta de los años cuarenta y cincuenta.

Los elementos constructivos sumados a una estética moderna se pueden explicar por la voluntad de integrar este templo con las casas de planta baja encaladas, con tejas en los tejados y algunos elementos decorativos en ladrillo visto propias del núcleo original de Vallarta y de la arquitectura serrana de la región. Una integración que es más evidente, si cabe, al observar las oficinas parroquiales ubicadas en el edificio anexo a este templo.

En cuanto a los elementos neogóticos, los observamos en la fachada principal del templo. Destacan las dos torres-campanario, de planta cuadrada y hechas en ladrillo, con un espacio, donde cuelgan las campanas, abierto en cada uno de sus lados a través de dobles arcos ojivales. Dichas torres culminan en sendos chapiteles piramidales con molduras en sus vértices y con una suerte de pináculos, también piramidales en sus extremos. Las torres nos remiten a un modelo modernizado de las actuales torres de la catedral de Guadalajara, construidas entre 1851 y 1854, siguiendo el proyecto del arquitecto Manuel Gómez Ibarra. Estas torres sirvieron de modelo para muchas otras iglesias por todo Jalisco en la segunda mitad del siglo xix y en parte del siguiente.34

Otros elementos de factura neogótica son los arcos ojivales de las puertas de acceso, tanto las dos de la fachada principal como cada una de las que se encuentra en las laterales. En el caso de las dos puertas principales, el arco ojival en combinación con la herrería de estas nos remite a las arquivoltas y portaladas góticas. La fachada principal complementa su estética gótica con unos óculos sobre las puertas, recuerdo de los rosetones y, sobre estos, dos ventanas con dobles arcuaciones ojivales que rememoran al remate o pretil gótico. Sobre ellas se levanta un frontón de dos niveles pintado de blanco; el primer nivel está limitado por un arco rebajado con un lábaro circular con el alfa y el omega en cantera de piedra clara; el segundo se limita con arco engolado y su centro se sitúa un reloj mecánico. El mencionado frontón se trata de una estructura constructiva que, más allá de lo decorativo, sirve para guardar la maquinaria del reloj.

Las fachadas laterales presentan un juego de arcos ojivales que conforman la puerta y las ventanas. Sobre el arco de la puerta se extiende un frontón de forma ojival encalado que llega a la cubierta en el que se localiza un símbolo mariano labrado en cantera: una m”, símbolo la Virgen María, una cruz símbolo de la redención y una barra que remite a la letra del alfabeto griego “Iota”, monograma del nombre “Jesús”. También, en esas fachadas laterales, pero en la cubierta, se encuentra una suerte de pirámides en cantera que hacen las veces de pináculos.

Desde el interior, estos arcos ojivales en la puerta y ventanas laterales crean un juego visual a manera de muro corrido, que adquiere un tono gótico gracias a la obra abultada y contundente en ladrillo visto, probablemente la referencia más clara al “estilo Vallarta”, y a la luz filtrada por los vitrales de colores básicos de esas ventanas. Ese tono se complementa, también en el interior, con cuatro arcos peraltados en ladrillo visto, sostenidos en pilares adosados del mismo material. Esos elementos nos remiten al juego de arcos fajones y columnas adosadas de cualquier templo medieval o historicista. Dichas estructuras recorren la bóveda de cañón de la nave, hecha de concreto y pintada de azul, color mariano por excelencia.

En cuanto a la decoración interior del templo, es escasa y de factura contemporánea. La mayoría de los vitrales de las ventanas laterales y frontales son de colores básicos con excepción de los óculos de la fachada principal, que representan dos imágenes de raigambre guadalupana y los dos vitrales situados en los laterales del altar de factura contemporánea. En la zona del presbiterio encontramos la mesa del altar y el ambón, ambos de mármol, sede en madera. Su decoración se conforma por dos hornacinas con arcos dorados que recogen unos vitrales. Una suerte de moldura dorada trilobulada enmarca un retablo de un solo nivel y tres calles conformado por tres estanterías doradas. En la central se ubica un gablete también dorado y un lienzo de la Virgen del Refugio que preside el templo. Debajo de él se encuentra un crucifijo y abajo un sagrario con molduras doradas sobre una estantería de mármol. En las paredes laterales del presbiterio hay dos murales de factura naif, el de la izquierda representa el bautismo de Jesús y el de la derecha la aparición de la Virgen a Juan Diego.

El segundo ejemplo. Templo de San Juan Bautista de Xicotepec de Juárez: grandilocuencia neogótica aparente en la Sierra Norte de Puebla

En el centro de Xicotepec de Juárez, municipio de la Sierra Norte de Puebla, se levanta el templo de San Juan Bautista. Se trata de una iglesia de proporciones grandilocuentes con varios elementos góticos que destaca en el centro urbano de Xicotepec. Este es uno de sus atractivos turísticos, teniendo en cuenta que, desde el 30 de noviembre de 2012, Xicotepec está incluido en el programa de Pueblos Mágicos.35 A raíz de esa nominación, se encuentran en las redes sociales, especialmente en Facebook y en general en internet, mucha información sobre el templo que o bien es falaz o lo poco que se sabe de esta edificación está tergiverso. En esas fuentes se aduce su carácter gótico para justificar una antigüedad que no posee y se buscan similitudes con iglesias foráneas como la iglesia de Notre Dame en París,36 una estrategia realizada con el supuesto fin de atraer visitantes. Incluso, esos errores se encuentran en la documentación oficial como en el Programa de desarrollo Turístico del municipio de Xicotepec, Puebla, aprobado en marzo de 2015. Todo esto es debido a la falta de un mínimo estudio sobre el origen y evolución de este templo, así como de sus vínculos con la historia social de este municipio y de las características arquitectónicas, propias de una lectura contemporánea de lo gótico. Igualmente, esas falsas informaciones nulifican la microhistoria de este templo, que contiene las habituales vicisitudes constructivas que se han dado en muchas iglesias parroquiales en México, pero también reconoce a personajes que han dejado huella en los municipios donde están estas iglesias. Por ello, estas líneas buscan hacer un análisis de este templo que lo ubique en las coordenadas históricas correctas a partir de su factura arquitectónica y le otorgue su justo valor como elemento patrimonial y turístico de Xicotepec.

Desde esta tesitura hay que decir que se trata de un templo de construcción relativamente reciente. Fue iniciado a mediados de los años cuarenta del siglo xx, probablemente, en 1947; fue culminado cinco décadas más tarde y consagrado el 24 de junio de 1998 por el obispo de Tulancingo, Pedro Aranda Díaz Muñoz, tal como reza en una lápida ubicada en la entrada del templo. Además de ello, el edificio es fruto de la tenacidad y de la labor pastoral del presbítero Francisco Velasco Marañón (1903-1985), quien por casi cuatro décadas estuvo al frente de la parroquia a la que pertenece el templo. También, como en otros muchos casos en México, su construcción es el resultado de la colaboración de la feligresía xicotepense que aportó trabajo para las labores de construcción de la iglesia.

En este punto, vale la pena destacar el papel del sacerdote Francisco Velasco Marañón, popularmente conocido como el Padre Panchito, como principal impulsor de la construcción de este templo. De hecho, este sacerdote es un personaje destacado en la microhistoria social reciente de este municipio y, como en tantos casos a lo largo y ancho de México, agente principal en cuanto a la construcción de un templo. El presbítero Velasco Marañón nació el 29 de enero de 1903 en Molango de Escamilla, Hidalgo, en el seno de una familia campesina.37 Fue el primero de seis hermanos, un hecho que probablemente le marcó, pues siguió el destino habitual entre los primogénitos en el mundo rural como era el de iniciar estudios sacerdotales. Así, entre 1924 y 1926 se formó en el seminario de Tulancingo. Más tarde, a causa de la Cristiada, fue enviado al seminario de León de Lugo en España, donde estuvo de 1927 a 1933. El 28 de mayo de ese último año fue ordenado sacerdote.38 Inició una trayectoria que durante una década le llevó a parroquias rurales, muy humildes, con notable presencia de población indígena como las de San Lorenzo Mártir en Itztacoyotla en Hidalgo (1934-1936); la de San Pedro de Chiconcuautla en Puebla (1936); la de la Asunción de Tlaola en Puebla y la de San Juan Bautista de Zimapán en Hidalgo. En esos años de ministerio sacerdotal padeció los efectos colaterales de la segunda Cristiada; no en vano, estuvo encarcelado un par de semanas por oponerse al poder civil al celebrar procesiones públicas en una de las parroquias que regentó.39 A diez años de su consagración sacerdotal, el cura Marañón tomó posesión de la parroquia de San Juan Bautista de Xicotepec el 28 de mayo de 1943. En esos momentos, este es un municipio rural, con carencias en cuanto escuelas, que apenas despertaba a la modernidad fortalecido por una incipiente producción cafetera que se estaba desarrollando en la región y que se convirtió en la actividad dinamizadora de la economía municipal en dos décadas.40 Esos mismos aires modernizadores se reforzaron con la apertura de la carretera de Ciudad de México a Tuxpan entre 1938 y 1946 y el arribo del servicio telefónico en 1948.

En este contexto, este presbítero inició dos tareas que marcaron sin duda su protagonismo en la microhistoria social y religiosa de Xicotepec los siguientes cuarenta años. Por un lado, fue el impulsor de la construcción de sendos colegios para niños y para niñas, que hoy forman parte de la oferta educativa de esta población con el nombre de Colegio Francisco Velazco Marañón. También, creó un internado para la formación profesional de jóvenes de la región. Además de todo ello, a finales de los años sesenta fundó la orden de las Hijas del Corazón Eucarístico de Jesús y de Santa María de Guadalupe, pensada para coadyuvar en las tareas de educación de las escuelas por él creadas.

Su otra aportación fue la larga construcción del grandilocuente templo de San Juan Bautista. A su llegada a Xicotepec encontró un templo parroquial pequeño, con problemas estructurales y con una casa sacerdotal en malas condiciones. De hecho, se trataba de la antigua capilla de responsos del cementerio que había tenido el convento de San José de Xicotepec, fundado por los Agustinos entre 1571 y 1574.41

Dicho convento, situado en una zona conocida como El Calvario, tenía una iglesia que en 1754 pasó a depender primero de los franciscanos y más tarde de los dominicos, quienes hicieron algunas adecuaciones en 1772. Unos años más tarde, en 1790 pasó a manos de la diócesis de Tlaxcala. Unos años más tarde, probablemente durante los conflictos armados por la independencia mexicana, el templo fue pasto de las llamas y se trasladó la actividad eclesiástica a la capilla de responsos del antiguo camposanto agustino, momento en el que se le añadió la torre con campanario. La nueva parroquia se dedicó a San Juan Bautista, quien ya había sido nombrado patrono de la población por los agustinos unos siglos atrás. Esa capilla era una iglesia con casi 200 años de vida, de una sola planta y descrita por un feligrés xicotepense de la siguiente manera:42

[…] era de piedra y techo de bóveda. Tenía un mural con la imagen del padre eterno representado como un anciano de barba blanca y una legión de ángeles tocando trompetas que aparecían con nubes hechas a colores […] Que tenía su retablo de madera de palo prieto. Que daba miedo entrar a la capilla porque había muchas lápidas de difunto. […] que era de una sola nave que es la del centro. Que había muchos altares de madera de cedro que hacían los grandes ebanistas de entonces, como los púlpitos de madera de palo prieto […]

Las malas condiciones del templo, tanto en su estructura como su mobiliario, hicieron que el padre Velasco Marañón demoliera la antigua capilla e iniciara la construcción de un nuevo templo, probablemente en 1947.43 En esos momentos, la diócesis de Tulancingo vivía un proceso de reestructuración que quería superar los desmanes de la Cristiada, como prueba la celebración del Segundo Sínodo Diocesano en 1945, que dictó nuevas formas de funcionamiento en las parroquias de la diócesis. Se trató de una estrategia de “recatolización” de la sociedad que pasaba por la creación de núcleos de la Acción Católica y el incremento de actividades religiosas tanto personales (otorgamiento de sacramentos y confesiones) como públicas y multitudinarias (procesiones, misiones, peregrinaciones, etcétera), actividades a las que el Padre Panchito se dedicó con especial empeño en la parroquia xicotepense.

El diseño del templo

La construcción del templo fue fácil. Es más, el diseño elegido al inicio y las dificultades económicas fueron un lastre. En primer término, hay que decir que Velasco debió diseñar un nuevo templo entre 1943 y 1945, que según parece dibujó con la ayuda de su hermano Leoncio, ocho años menor que él. Se trata de un ejemplo de los varios que hay en el país, donde el sacerdote asignado a una parroquia decide dibujar y planear cómo será el templo para construir y esos planteamientos los muestra algún albañil o maestro de obras local, que hace las veces de responsable de obra con la anuencia del sacerdote.

A tenor de la escasa documentación existente, el templo dibujado, al menos en su fachada, era de factura neogótica.44 Esos dibujos nos revelan la voluntad de hacer un templo grandilocuente desde el momento inicial, similar al actual por lo que respecta a las torres y a la portalada principal.

Las causas de esa monumentalidad nos llevan al terreno de las hipótesis. Parece probable que en el contexto de “recuperación del catolicismo” tras los efectos de la Cristiada, emprendido por la diócesis de Tulancingo, justificó la necesidad de crear un templo de notable tamaño con el consecuente simbolismo que ello supone. Pero además hay que añadir que en Xicotepec se localiza un destacado centro ceremonial nahua: la Xochipila (flor que brota del agua) que aún hoy es utilizado, ahora como reclamo turístico. La presencia de este santuario está vinculada a la figura sincrética de San Juan Techachalco o Juanito Techachalco, divinidad náhuatl transmutada en santo protector para los nahuas de Xicotepec y con una serie de celebraciones que se realizaban en torno a esa figura (la danza de la Conquista y la danza de los Tocotines).45 Ese patrono y las celebraciones que aún en los años ochenta del siglo xx se hacían en Xicotepec tienen vínculos con el templo de San Juan Bautista, tanto por la coincidencia en fechas, el 24 de junio, entre la celebración de advocación católica y la celebración de los rituales nahuas, como por la simbología. En el caso católico, la advocación se refiere al bautismo y a la aceptación de una nueva religión; para el caso los rituales nahuas, centrado en la figura de San Juan Techachalco, están asociados al presagio de lluvias y de buenas cosechas, es decir, el fomento de nueva vida. Según algunos antropólogos este es un ejemplo de un proceso de asimilación de rituales indígenas hacía advocaciones católicas que se dan en el mundo colonial y que, en este caso, ha pervivido compartiendo espacio con la realidad católica hasta la actualidad.46

Así, siguiendo en el terreno de la hipótesis, creemos que es plausible pensar que la grandilocuencia en el diseño de un nuevo templo respondiera a una suerte de confrontación por “ganar almas”, en un contexto de pervivencia de estos rituales indígenas a la llegada a Xicotepec del sacerdote Velasco.

La construcción del templo

Como en muchos otros casos en México, la escasez de recursos económicos llevó al padre Velasco a convencer a la feligresía para que hiciera aportaciones en forma de trabajo comunitario para levantar el templo. Eran proclamas y solicitudes que se hacían tras la misa dominical y que, atendiendo al papel social preponderante de una sacerdote en una sociedad rural, tenían su respuesta. Según algunas fuentes, durante casi una década algunos parroquianos acudían al cercano cerro del Tabacal en busca de piedras para la construcción del templo y por ello recibían la bendición sacerdotal. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de esa feligresía, la construcción se demoró por años, dado que el padre Velasco empezó a usar muchas de las limosnas y recursos económicos que recibía en la construcción y gestión de los colegios que había fundado. Para 1964 aún permanecía en pie la torre-campanario y parte de la antigua capilla. En poco menos de 20 años apenas se había podido levantar las paredes en torno al presbiterio y, sobre este, una cúpula octogonal.

En 1981, la llegada de un nuevo párroco, Gustavo Pérez Dorantes, que permaneció hasta 2017, permitió la continuidad de las obras del templo. Se levantaron las paredes laterales de la iglesia y se construyó en concreto y piedra la fachada neogótica. Esta se compone de dos torres, planta cuadrada de tres cuerpos festoneadas por altos ventanales ojivales decorados con celosías hechas de concreto sin vidrios. En esa fachada hay varios elementos de reminiscencias góticas: una triple portalada, un rosetón enmarcado en dos ventanas con arcos ojivales sobre el que se sitúa un frontón con celosías de concreto que recuerda a una tracería gótica.

La iglesia es de planta basilical, de 15 metros de ancho y 30 metros de largo. Su interior es austero, sin capillas laterales, apenas con las decoraciones necesarias para la liturgia y las funciones religiosas en el altar principal y en una capilla lateral dedicada a la Virgen de Guadalupe. La zona del presbiterio culmina con una cúpula octogonal, sin ábsides, que son sustituidos por cerramientos planos. La nave principal es más alta que las laterales y mantiene toda una serie de agrupaciones ojivales que conforman una cubierta interna formada por bóvedas de crucería.

Es decir, el largo periodo de construcción y las sempiternas carencias económicas se dejan entrever en la construcción que solo pudo mantener la grandilocuencia pensada por el Padre Panchito en su exterior y, de forma superficial, en su interior, usando una suerte de artificios góticos.

El templo se dio por concluido a mediados de los años noventa y se consagró el 24 de junio de 1998. Quince años más tarde, en octubre 2013, a consecuencia de la nominación de Xicotepec como pueblo mágico, se procedió a pintar la fachada del templo con tonos claros y se le dotó de una iluminación decorativa de colores, que fue sufragada por la municipalidad, pues en esos momentos este templo ya era uno de los principales atractivos turístico de esta ciudad.47

Algunas conclusiones

A partir de la microhistoria del proceso constructivo de estos dos templos hemos podido establecer el papel que juega la tripleta de agentes: los arquitectos, la feligresía y los sacerdotes, que casi siempre encontramos al analizar la historia constructiva de cualquier templo. Este juego entre la microhistoria y el accionar de estos agentes nos permite ahondar en las motivaciones para el uso de un determinado estilo o de una forma de construir, motivaciones que suelen mantenerse ocultas pero que, gracias a un análisis detallado, se pueden llegar a intuir o a establecer hipótesis sobre ellas. En los dos casos estudiados se observa que el uso de elementos neogóticos en su construcción pareciera justificarse por influencias locales, en el caso de la iglesia de Puerto Vallarta, y por la necesidad de restablecer la preponderancia del culto católico en un territorio marcado por la pervivencia de rituales y cultura indígena, en el caso del templo de Xicotepec. En ambos, se muestra cómo existe una suerte de aceptación de la modernidad arquitectónica que impera a lo largo de los años de construcción de los dos templos y que está queda subyugada por las necesidades constructivas, la falta de recursos materiales y económicos y por el carácter social que un templo tiene para aquellos que se sienten su feligresía, la cual es capaz de contribuir activamente a su construcción a lo largo del tiempo. Igualmente, en ambos casos, se resuelve la importancia que tiene el accionar de un sacerdote en aras de levantar un templo. Un hecho que, aunque obvio, se repite en numerosos ejemplos, tanto en estilo neogótico como en otros, a lo largo del país y también en otras geografías. El análisis de ambos ejemplos demuestra lo ya conocido, la arquitectura es una actividad de interacción social en busca de edificar espacios para diversas funciones y que, en el caso de una iglesia o un templo católica, requiere de la participación activa de quienes creen y son parte del culto religioso.

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Martín M. Checa Artasu

Departamento de Sociología

Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa

martinchecaartasu@gmail.com

http://martinchecaartasu.com

Doctor en Geografía Humana por la Universidad de Barcelona. Profesor titular del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 2 y miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias. Entre 2018 a 2021 fue investigador visitante en el proyecto: “Global Gothic: Arquitectura gótica internacional en los siglos xx y xxi”, coordinado por la Universidad Tecnológica de Dresden, Alemania. Desde 2016 es investigador en el proyecto “La diáspora italiana en América Latina”, proyecto del EdA International Research Center, Roma, Italia. Es autor de 10 libros, entre los más recientes: Adamo Boari (1863-1928). Arquitecto entre América y Europa. 2 vols. (Aracne Editrice, 2021) y El neogótico en Jalisco. Guía básica para la apreciación del entorno edificado (Arquitónica Editorial, 2021). Ha sido coordinador o editor de 11 libros, entre ellos: Italianos en México. Arquitectos, ingenieros y artistas entre los siglos xix y xx (Aracne Editrice, 2019); El paisaje y su legislación. Debate abierto en México (uam, 2020) (Premio a la mejor investigación y mención honorífica iv Bienal latinoamericana del Paisaje 2020) y Arquitectos y artistas en La diáspora italiana en América Latina. Diplomacia cultural en acción (Aracne Editrice, 2021).

1 En trabajos recientes hemos podido contar 498 ejemplos en todo el país. Ver: Martín Checa Artasu, “Neo-Gothic Architecture in Mexico from the Porfiriato to the Present”, en: Barbara Borngässer, Bruno Klein (eds.), Global Gothic. Neogothic Church Architecture in the 20th and 21st centuries (Leuven: Leuven University Press, 2022 [en prensa]).

2 Así lo hemos documentado en un recuento de 208 edificios construidos o con elementos de ese estilo, fehacientemente datados. Ver: Martín Checa-Artasu, el neogótico en Jalisco. Guía básica para la apreciación del entorno edificado (Guadalajara: Arquitónica Editorial, 2021), 28-32.

3 Martín Checa Artasu, “El templo neogótico de la Santa Cruz de Cantera: una interpretación de la Sainte Chapelle en León, Guanajuato”, Revista Legado de Arquitectura y Diseño 16 (30) (enero-junio 2022) [en prensa].

4 Información suministrada por el cronista honorario de Santa Ana, Mtro. José Cirilo Ramos.

5 Así se puede constatar en: Barbara Borngässer y Bruno Klein, (eds.) Global Gothic. Neogothic Church Architecture in the 20th and 21st centuries. Leuven: Leuven University Press, (en prensa)

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6 Lourdes Cruz González Franco, “Semblanza de un gran maestro: Honorato Carrasco Navarrete”, Bitácora Arquitectura 6 (agosto de 2011): 41.

7 Aureliano Hernández Palacios, Xalapa de mis recuerdos (Xalapa: Universidad Veracruzana, 1986), 114.

8 José Rogelio Álvarez, Diccionario enciclopédico de Tabasco, volumen 2 (Villahermosa: Gobierno del Estado de Tabasco, ict, 1994), 455.

9 Daniel Moreno, “Casi listo, majestuoso templo de la Virgen de Guadalupe”, Periódico Correo al punto, 8 de enero de 2018, https://www.facebook.com/periodicocorreo/videos/casi-listo-majestuoso-templo-de-la-virgen-de-guadalupe/1733816870003518/

10 L. A. Velázquez Gutiérrez, “Puerto Vallarta, ciudad de atracción migratoria”, en: J. Olveda (coord.), Una aproximación a Puerto Vallarta (Zapopan: El Colegio de Jalisco, H. Ayuntamiento Constitucional de Puerto Vallarta, 1993); y Ericka Patricia Cárdenas Gómez y Juan Jorge Rodríguez Bautista, “La transformación urbana de Puerto Vallarta, Jalisco”, Espacios Públicos 15 (34) (mayo-agosto 2012): 219.

11 Virginia Martínez Hernández, “La urbanización del suelo ejidal, o de cómo la ‘irregularidad’ se convirtió en la ‘regularidad’ para acceder a la tierra”, en: Patricia Núñez Martínez y Roberto Rodríguez Carranza (coords.), Sociedad y Economía. Estudios sobre Puerto Vallarta y su región (Puerto Vallarta: Universidad de Guadalajara), 195-197.

12 F. Medina Ascencio, “De pueblo a ciudad”, en: J. Olveda (coord.), Una aproximación a Puerto Vallarta (Zapopan: El Colegio de Jalisco, H. Ayuntamiento Constitucional de Puerto Vallarta), 91-99.

13 José Alfonso Baños Francia, Segregación Residencial en el Espacio Turístico de Puerto Vallarta, Jalisco: 2001-2007 (tesis para obtener el título de doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, Universidad de Guadalajara, 2009), 145-146.

14 Gabriela Scartascini Spadaro, Puerto Vallarta. La formación de un destino (Puerto Vallarta: Universidad de Guadalajara, 2011), 101.

15 Carlos Munguía Fregoso, Panorama histórico de Puerto Vallarta y de la Bahía de Banderas (Guadalajara: Secretaría de Cultura de Jalisco, 2003), 114.

16 Borioli se tituló con la tesis Educación preescolar jardín de niños presentada en 1964. Entre 1978 y 1981 fue vocal del Consejo de colaboración municipal de Puerto Vallarta. Entre sus proyectos destaca el complejo turístico de lujo de Villa Vista Mágica entre Sayulita y San Francisco, en el municipio de Bahía de Banderas en Nayarit, proyectado junto su hijo Ricardo Díaz Borioli entre 2001 y 2003. Ver: Mauricio Martínez et al, Houses by the sea (Guadalajara: Amaroma Ediciones, 2003), 37-43.

17 Baños, Segregación Residencial, 139 y 149; M. Ramírez Ruíz, “José Díaz Escalera, una leyenda escrita entre tabiques y licor”, Vallarta Opina, 23 de junio de 2018; Diego Arrazola, “José Díaz Escalera: Pasión por la arquitectura”, Vallarta Opina, 23 de junio de 2018.

18 Humberto Aguilar Camarena, “Fallece Marcial Reséndiz”, Vallarta Opina, 2 de abril de 2018; y Enrique Pineda, “Marcial Reséndiz Galván: Un hombre que le puso el pecho a las balas de la vida”, Vallarta Opina, 2 de abril de 2018,

19 Catalina Montes de Oca de Contreras, Puerto Vallarta en mis recuerdos (Puerto Vallarta: Universidad de Guadalajara, 2001), 230.

20 M. Andrade Beltrán, Tiempos inolvidables de Puerto Vallarta (Guadalajara: Centro Universitario de la Costa/Talleres de Ediciones de la Noche, 2006), 106-108; y R. Guzmán Mejía y M.C. Anaya Corona, Puerto Vallarta y sus satélites. Oscilaciones de homeostasis en un destino de ocio (Guadalajara: Universidad de Guadalajara-Centro Universitario de los Altos, 2011), 287.

21 Montes de Oca, Puerto Vallarta, 230.

22 Guzmán y Anaya, Puerto Vallarta y sus satélites, 286 y 319.

23 Montes de Oca, Puerto Vallarta, 230.

24 Diego Arrazola, “Padre Carlos Peña Ramos: De los palmares a los pinares”, Vallarta Opina, 27 de julio de 2017.

25 Gabriela Scartascini Spadaro, Puerto Vallarta y sus tradiciones: tres fiestas patronales pasado y presente (Zapopan: El Colegio de Jalisco, 2001), 41 y sig.; Munguía, Panorama histórico de Puerto Vallarta, 102

26 Scartascini, Puerto Vallarta, 66-67

27 Humberto Famanía, “Misión Cumplida; Pbro. y Lic. Carlos Peña Ramos”, Notivallarta, 26 de mayo de 2014.

28 “Duelo en Puerto Vallarta por el deceso del Sr. Cura”, El informador, 15 de noviembre de 1966, 8-9.

29 Guzmán y Anaya, Puerto Vallarta, 13-14.

30 Miguel Ángel Ocaña Reyes, “El legado espiritual es mi mayor satisfacción: Presbítero emérito Carlos Peña Ramos”, Bienestar Vallarta, 4 de octubre de 2017.

31 Arrazola, “Padre Carlos Peña Ramos: De los palmares a los pinares”.

32 Checa, Neogótico en Jalisco, 99-139

33 José Alfonso Baños Francia, “Arquitectura en Puerto Vallarta. Del imaginario de ‘pueblito’ a un proyecto de modernidad inacabada”, en: Daniel González Romero (coord.), Puerto Vallarta en el imaginario. Procesos de su desarrollo (Guadalajara: Universidad de Guadalajara Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño Centro Universitario de la Costa, 2010), 86 y sigs.

34 Checa, Neogótico en Jalisco, 93-95

35 Alejandra Toscana Aparicio, “Xicotepec, Puebla ¿Pueblo mágico?”, en: Liliana López Levi, Carmen Valverde y María Elena Figueroa Díaz (coords.), Pueblos mágicos. Una visión interdisciplinaria, vol. 2. (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco; Universidad Nacional Autónoma de México, 2017), 399.

36 Eloy Rodríguez Linares, “Conoce la Iglesia de San Juan Bautista, la versión poblana de la Catedral de Notre Dame”, Periódico Central, 23 de abril de 2019; “Esta es la Notre Dame de México y está en Puebla”, El Sol de Puebla, 15 de abril de 2019.

37 Acta de nacimiento Francisco Velasco Marañón. Molango, Hidalgo, Registro Civil Nacimientos 1872-1930. Archivo Estatal de Hidalgo

38 Raimunda Reyes Cruz, Un ángel para los pobres. Vida del monseñor Francisco Velasco Marañón (Xicotepec: Hijas del Corazón Eucarístico de Jesús y de Santa María de Guadalupe, 2018), 67.

39 Reyes, Un ángel para los pobres, 54.

40 Toscana, “Xicotepec, Puebla ¿Pueblo mágico?”, 409; Adriana Alejandra Bermeo López, La actividad cafetalera en los municipios de Xicotepec, Zihuateutla y Tlacuilotepec en la Sierra Norte de Puebla. Su organización y sus potencialidades de producción (tesis para obtener el título de geógrafo, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002), 89-90.

41 John Frederick Schwaller, Partidos y párrocos bajo la real corona en la Nueva España, siglo xvi (Ciudad de México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Departamento de Investigaciones Históricas, 1981), 473-474.

42 Esperanza Gómez Salas, Pláticas de Sobremesa (Bloomington: Xlibris Corporation, 2017), 271-272.

43 Gómez Salas, Pláticas de Sobremesa, 273.

44 Reyes, Un ángel para los pobres,115; Gómez Salas, Pláticas de Sobremesa, 315.

45 Guy Stresser-Péan, El Sol-Dios y Cristo: La cristianización de los indios de México vista desde la Sierra de Puebla (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2013), 187-214.

46 Stresser-Péan, El Sol-Dios; Ligia Rivera Domínguez, Los ritos de la montaña sagrada en Xicotepec (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2013).

47 Oscar Limón Amador, “Iluminan la parroquia y plazuela en Xicotepec”, Puebla Noticias, 15 de octubre de 2013.

Fecha de recepción: 3 de febrero de 2022

Fecha de aceptación: 4 de mayo de 2022

DOI:

dossier

Figura 1. Vista lateral de la Capilla de la Cruz de Cantera, en León, Guanajuato. Fotografía: Martín Checa Artasu (mca), noviembre 2018.

Tabla 1. Templos católicos construidos en parámetros modernidad arquitectónica con elementos góticos.

Nombre

Población

Año de inicio y finalización

Arquitecto autor del proyecto

Capilla San Francisco de Asís

Atlautla, Estado de México

1950-1952

Arq. Honorato Carrasco Navarrete

Parroquia de Santa María de Guadalupe

Pedro Escobedo, Querétaro

1951 -1993

Ing. Enrique Ruiz Merino

Capilla de Ntra. Sra. de Fátima

Xalapa, Veracruz

1951-1953

Ing. Guillermo Samaniego

Parroquia de Nuestra Señora del Refugio

Puerto Vallarta, Jalisco

1960-1975

Arq. Tatiana Borioli Berner e Ing. Marcial Reséndiz Galván

Parroquia La Preciosa Sangre de Cristo

Tehuacán, Puebla

Bendecida en 1975

¿?

Templo de Nuestra Señora de la Candelaria

Caborca, Sonora

Década de los ochenta

¿?

Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (antes Capilla de las Rosas)

San Luis Río Colorado, Sonora

Década de los noventa

Creado por el Pbro. José González González

Parroquia de San Antonio de Padua

Nacajuca, Tabasco

1965-1968

¿?

Templo de Nuestra Señora del Refugio del Cerro Gordo

León, Guanajuato

1972

Maestro de obras: Serafín Ramírez Rodríguez

Templo de San Juan Bautista

Xicotepec de Juárez, Puebla

1947-1996

Pbro. Francisco Velasco Marañón. Dibujante: Leoncio Velasco Marañón

Capilla de Atotonilco

Rinconada de Atotonilco, Tenancingo de Degollado, Estado de México

1990s–2000s

Constructor: Sergio Mena

Templo Virgen de Guadalupe

Juan Martín, Celaya, Guanajuato

2009-2019

Arq. Antonio Velázquez Serrano

Tabla 1. Templos católicos construidos bajo parámetros de la modernidad arquitectónica con elementos formales góticos. Fuente: elaboración propia a partir de: Cruz, “Semblanza de un gran maestro”: 41; Hernández Palacios, Xalapa de mis recuerdos, 114; Baños, “Arquitectura en Puerto Vallarta”: 86-87; Reyes, Un ángel para los pobres, 115.

Figura 2. Templo a la Virgen de Guadalupe, de la comunidad de Juan Martín, en Celaya, Guanajuato. Fotografía: MCA, diciembre de 2019.

Figura 3. Parroquia de San Antonio de Padua, Nacajuca, Tabasco. Fotografía: MCA, febrero de 2012.

Figura 4. Fachada exterior del templo de Nuestra Señora del Refugio de Puerto Vallarta. Fotografías: mca, agosto 2019.

Figura 5. Interior del templo de Nuestra Señora del Refugio de Puerto Vallarta. Fotografías: mca, agosto 2019.

Fig. 6. Vista de la antigua parroquia de San Juan Bautista en Xicotepec de Juárez, derribada para construir el nuevo templo. Fuente: Reyes, Un ángel para los pobres, 86.

Fig.7 Proyecto de la nueva parroquia de San Juan Bautista en Xicotepec, dibujado por Leoncio Velasco Marañón, s/f . Fuente: Reyes, Un ángel para los pobres, 92.

Fig. 8. Vista fachada principal del templo de San Juan Bautista en Xicotepec de Juárez, Puebla. Fotografía: mca, febrero 2013.

Un grupo de personas en el interior de un edificio

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Fig. 9. Vista del interior del templo de San Juan Bautista en Xicotepec de Juárez, Puebla. Fotografía: mca, febrero 2013.