December 2015 in Bitácora Arquitectura
El paisaje de Entrevías Estructuras ambientales y territoriales en elpoblado dirigido de Francisco J. Sáenz de Oiza
Resumen:
Este ensayo se enfoca en los aspectos paisajísticos y ambientales del “poblado dirigido” que Francisco J. Sáenz de Oiza proyectó en el barrio madrileño de Entrevías tomando como referencia "La metrópolis como ciudad jardín" de Hilberseimer. A través del análisis de algunos planos arquitectónicos, de instalaciones y jardinería desarrollados entre 1956 y 1958, y examinando las relaciones que el conjunto establece con la orografía, hidrología, clima y naturaleza del lugar, es posible considerar Entrevías como una “topografía sensible” que se vincula con la escala urbana y territorial.
Main Text
Miradas neorrealistas
La película de 1951 Surcos de José Antonio Nieves Conde -con una historia y un guion parecidos a los de la película neorrealista italiana Rocco y sus hermanos de Luchino Visconti- describe muy bien la situación en Madrid a principio de los años cincuenta del siglo pasado. Se trata de la época después de la Guerra civil, en la cual España se encuentra en una situación política, económica y social de gran pobreza y depresión; entonces muchas personas se vieron obligadas a dejar el campo para buscar más oportunidades en los grandes centros urbanos.
El cine, a través del neorrealismo, se planteó el reto de analizar críticamente la realidad de estos años, para lo cual la presentó como fenómeno físico, sin artilugios o efectos cinematográficos. En Surcos, los protagonistas son una familia de migrantes que llega a Madrid desde el campo; todos los personajes luchan para buscar un lugar digno, tienen un sentimiento de fuerte decepción hacia la ciudad y se adaptan a vivir al margen del territorio urbano, en lugares umbrales. El hijo menor, después de muchos fracasos y de una fase de vagabundeo, encontrará su hogar en un asientamiento irregular, una realidad antiurbana en donde vuelve a descubrir un calor y una humanidad que en la ciudad formal estaba ausente. Es el mismo altruismo y sensibilidad que se muestra en el barrio chabolista de Milagro en Milán, una pelicula de 1951 -como la de Nieves Conde- dirigida por Vittorio de Sica; en ella, otra vez la ciudad formal aparece como un lugar hostil, con reglas y mecanismos difíciles de intrepretar; resulta más fácil escapar en los territorios vacios de una ciudad suspendida, en donde las rígidas reglas sociales desaparecen y las arquitecturas también; donde la humanidad se opone a la especulación edilicia.
Entre trigales y chabolas
Entrevías hubiera podido ser el escenario perfecto para cualquiera de estas películas: un paisaje neorrealista en el cual podemos encontrar los mismos actores, conflictos, contexto urbano y rural típicos de la cinematografía de la época.
Cuando se empezó a construir el “poblado dirigido”2 de Entrevías en 1956, las chozas ya habían invadido todos los terrenos y solamente algunos trigales marcaban el límite de la ciudad. Los asentamientos informales ocupaban un territorio con prevalencia agrícola, con campos de cereales, huertas y algunas aldeas que lo caracterizaban así como un paisaje típicamente castellano. Rafael Moneo describe el paisaje de Entrevías casi imaginando esta fase de transición en la cual todavía no había empezado el crecimiento rápido de los años cincuenta:
El paisaje es allí extraño, las últimas casuchas de la ciudad con los primeros campos de trigo, con los primeros rebaños. En una de ellas leemos el teléfono del dueño: “parcelas buen precio”. Todo a nuestro alrededor está como quemado: no crece la hierba. Una acacia empolvada. Postes de alta y baja. Los silbidos del tren. Los gritos de los niños. Vendedores de agua y de tomate. Al fondo, el Cerro de los Ángeles, como azul, y el murmullo de Madrid, como un mar.3
Es importante la relación entre las chozas existentes y la nueva intervención, pues el poblado se construye mediante derribos parciales de las edificaciones existentes. Empieza entonces una modificación progresiva del tejido informal, que poco a poco cede el paso al proyecto. En algunas imágenes aéreas tomadas durante el proceso de construcción del barrio, se ve perfectamente la “convivencia” entre las dos tramas urbanas. Se genera un paisaje híbrido en el cual conviven grandes espacios abiertos y áridos, agrupaciones de chozas y los nuevos bloques proyectados por Sáenz de Oiza, junto a Manuel Sierra y Jaime Alvear. Las estrategias de autoconstrucción promovidas por el Instituto Nacional de Vivienda (INV) e implementadas por los futuros asignatarios, habitantes de las infraviviendas, y el modelo de asentamiento planteado por los arquitectos, permitieron el desarrollo de un barrio modélico de gran realismo, sensible a las condiciones históricas, económicas y sociales del contexto, como las mejores películas de la época.
La metrópolis como ciudad jardín
La gran flexibilidad del trazado de Entrevías permitió que este poblado se construyera por fases, adaptándose a las prexistencias y a las condiciones del lugar. Los autores exponen las cualidades del patrón de emplazamiento en la memoria de proyecto:
Libertad del trazado general para adaptación del sistema viario a unas siempre diferentes circunstancias de topografía, acceso, puntos de vista, etc. Por el contrario, impuesta rigidez y modulación inexorable en la disposición del trazado elemental de vías, calles, servicios urbanos y viviendas.4
Etapa importante en la génesis del diseño del trazado de Entrevías es el viaje que Sáenz de Oiza realizó a Estados Unidos entre octubre de 1947 y noviembre de 1948 con la beca Conde de Cartagena de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La importancia de este viaje consiste en haber despertado en el joven Oiza tres intereses: la tecnología, el medioambiente y la arquitectura de los maestros americanos. Tales inquietudes convergen en los estudios sobre el concepto de red, que a escala urbana se concreta en la solución a los problemas de transporte, circulación e instalaciones; estas investigaciones serán aplicadas por el arquitecto navarro en el desarrollo de Entrevías.
El estudio de la obra de Hilberseimer es otro acontecimiento que podemos fijar en los años que preceden al desarrollo del proyecto del poblado dirigido; prueba esto la presencia de algunos apuntes para el curso “Salubridad e higiene”, desarrollados probablemente entre 1957 y 1958 con el título El viento y la contaminación del aire en las áreas industriales, para cuyos dibujos Sáenz de Oiza toma como referencia algunos esquemas del libro The Nature of Cities, publicado en Chicago en 1955.5
En su propuesta para el Weissenhof de 1927, Hilberseimer rediseñó el barrio proyectado por Mies aplicando sus teorías urbanas; este croquis es conocido como “Metrópolis como ciudad jardín”, esquema que Oiza adoptará para el proyecto de Entrevías. Se basa en el uso de las calles peatonales cerradas o calles cul de sac para generar una trama urbana que no tiene límites cerrados, así que las manzanas pueden “flotar” en el paisaje como en las propuestas que el urbanista alemán desarrollará para algunas ciudades de Estados Unidos, como Chicago, Seattle o Washington. El poblado madrileño será uno de los primeros y pocos ejemplos construidos de las teorías del urbanista alemán.
Hilberseimer, en su libro The New City, presenta algunas planimetrías de antiguos asentamientos humanos y distingue entre modelos sedentarios y nómadas; los primeros presentan una espacialidad de tipo centrífugo, una morfología orgánica y una cultura de tipo místico; los segundos, una espacialidad centrípeta, morfología geométrica y una cultura de tipo mágico.6 A este segundo mundo pertenece Entrevías, con su organización cartesiana en el territorio que se basa en el movimiento centripeto de sus habitantes, el movimiento de llegada de los nómadas desde un espacio exterior hacia un “lugar interior”, más seguro y protegido. El recorrido del nómada se relaciona con la vida en comunidad, personas que después de un largo viaje o de una migración, deciden detenerse para compartir sus experiencias, mientras que el recorrido del sedentario tiene que ver con la vida en la ciudad, la vida del ciudadano.7
Parte de la matriz norte-europea de estas propuestas se combina, en la propuesta del Entrevías, con la cultura mediterránea. En el trazado de Entrevías, como en las ciudades árabes, y de una forma distinta respecto al modelo de Hilberseimer, la calle forma parte de un sistema de vacíos que representa lo negativo de lo construido; como señala Leopoldo Torres Balbás en 1954: “en las ciudades islámicas, son las casas las que al irse yuxtaponiendo determinan la traza de las calles, lo mismo de las que sirven de acceso a la vivienda que de las de tránsito”,8 mientras que en las ciudades occidentales las calles existen antes de las construcciones que se generan en ambos lados de las vías. Este vacío en el proyecto del poblado tiene el mismo peso que lo construido; además, corresponde a los elementos artificiales y naturales que componen el proyecto paisajístico.
Topografía
Otra analogía con las ciudades árabes o mozárabes es la condición geográfica de Madrid, una capital protegida por las montañas; una ciudad que se encuentra lejos del mar y que tiene, a sus espaldas, por el norte, la sierra.
La capital española pertenece al sistema orográfico de la meseta central, con una altitud sobre el nivel del mar de casi 700 metros. Un sistema geológico de terrazas aluviales perteneciente al rio Manzanar con pendientes máximas de 10% en las áreas donde se desarrolló el poblado, caracteriza este sector sureste de la ciudad y determina la topografía sobre la cual se asientan las unidades. La naturaleza aluvial de las terrazas determina también el tipo de terreno, de naturaleza yesosa.
A través de una topografía artificial, el proyecto de Entrevías establece una mediación entre el suelo y las viviendas. Las agrupaciones, como volúmenes puros, se asientan sobre plataformas que solucionan las pendientes y parecen flotar sobre el paisaje de la meseta y las terrazas aluviales del Manzanares; se trata de planos de la dimensión de una hectárea sobre los cuales se disponen las cinco manzanas edificadas y la sexta libre, destinada a espacio público. En principio, estas terrazas estuvieron constituidas exclusivamente por taludes de tierra compactada, sólo en un segundo momento, probablemente a la par de los trabajos de densificación del barrio a partir de 1960, se completaron estos terraplenes añadiendo muros de contención en mampostería de granito de la cercana Sierra Norte.
Estas variaciones altimétricas de las plataformas crean un paisaje construido muy variado y permiten paseos agradables, al subir y bajar las escaleras y las rampas que conectan las distintas terrazas; asimismo, cuando las diferencias de cotas son menores de un metro. En algunos documentales cinematográficos y fotografías aéreas de la época se percibe también la “segunda topografía”, constituida por los techos que se inclinan a impluvium hacia el interior de los bloques para generar un tapiz homogéneo, una estructura porosa que anticipa las propuestas de mat-buildings desarrolladas por el Team X en la siguiente década.
Sol y aire
Las unidades se abren al sol y al viento. La porosidad de las agrupaciones favorece esta permeabilidad; la orientación diagonal mejora las condiciones de confort en las casas y consiente una mayor libertad en la disposición de las manzanas que, como dicen los arquitectos en la memoria de proyecto, es
la más racional para bloques cerrados o anulares de viviendas y que permite de otro lado combinaciones de unas con otras fachadas, contrastándose así en la perspectiva de conjunto las fachadas extremas totalmente ciegas con la arquitectura más abierta de los jardines de las fachadas contrarias.9
Las características continentales y la sequedad del clima de la capital española se reflejan en la tipología de las agrupaciones del poblado, caracterizada por bloques compactos que limitan sus aberturas colocando las viviendas entre medianeras.
El viento es otro elemento natural que se ha considerado en la organización de las unidades. Los vientos prevalentes en los meses más calurosos son favorecidos; en Entrevías, según estadísticas,10 las brisas que en los meses de mayo junio, julio y agosto soplan en dirección suroeste son propicias: la orientación de las edificaciones permite a estos vientos encanalarse en las calles y refrescarlas, lo cual beneficia también las plazas públicas.
Agua: el cripto-sistema
A pesar de que geológicamente sea un lugar generado por el agua, tratándose de terrazas aluviales escavadas por la acción del Manzanares -como ya hemos analizado-, hay que tener en cuenta que Entrevías es un territorio con poca agua disponible.
Estas condiciones hidrográficas complicaron la construcción del poblado; el Pozo del Tío Raimundo, un pequeño punto de agua que indica todavía hoy la toponomástica del lugar, solamente sirvió para alimentar las actividades de algunas aldeas de la zona, y pronto, con la creciente urbanización, se perdieron sus trazas. Las plataformas áridas sobre el valle del Manzanares no tenían condiciones para una fácil suministración hídrica, así que los albañiles tuvieron que trabajar en condiciones mínimas, sin agua a disposición para las obras.11
Es posible concebir un paisaje también a partir de sus elementos no visibles, lo que se define como cripto-sistema, en oposición al feno-sistema, constituido por los elementos naturales y artificiales visibles.12 Este paisaje escondido está integrado por las acometidas de agua, las instalaciones y el sistema de drenaje. El diseño de estas redes sigue el trazado general de las unidades, un esquema pensado para el máximo ahorro y eficiencia en la distribución y en la evacuación. Todo está estudiado a partir de la lógica que Oiza había observado en su viaje a Estados Unidos, en donde la razón dominante es la “ley del mínimo”:13 mínimas distancias recorridas en la red de servicios y ubicación cercana de los centros de barrios y de las acometidas. Las calles delanteras de acceso a las viviendas y la línea de los patios traseros corresponden a la red de servicios, de acometidas y de saneamiento.
El sistema se traduce en unos planos de ejecución de gran calidad expresiva. Estos dibujos, desarrollados para el poblado dirigido y para el poblado de absorción (el futuro poblado mínimo), tienen fecha de abril de 1957; nos recuerdan a los ejercicios que Sáenz de Oiza pedía a sus alumnos y colaboradores en el curso “Salubridad e higiene” de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, respecto a las recomendaciones para obtener el ahorro máximo a través de la correcta ubicación del recorrido y de la progresiva reducción de la sección de las tuberías.
Vacíos
El proyecto de las áreas verdes juega un papel importante en el desarrollo del conjunto que se inspira en la metrópolis como ciudad jardín de Hilberseimer. Algunos planos redactados entre 1956 y 1958, y que contienen información sobre proyectos de jardinería y paisajismo -finalmente no ejecutados-, nos ayudan a definir, como posible hipótesis, una imagen final del poblado antes del plan de actuación del INV. A partir de 1960 dicho instituto densificó el barrio, ocupando con nuevos desarrollos de viviendas muchos de los espacios vacíos que caracterizaban el proyecto original y abandonando definitivamente estos programas de paisajismo y la idea de desarrollar una propuesta urbana más afín a las investigaciones de Hilberseimer.
En Entrevías, el trazado define un espacio que no se ha compuesto sino que “ha fluido al agrupar unidades modulares".14 El arquitecto Moneo introduce un paralelismo importante con la obra de Jorge Oteiza -el maestro vasco con el cual Sáenz de Oiza había colaborado anteriormente en el desarrollo de la Capilla del Camino de Santiago de 1956. Comenta Moneo que en Entrevías es relevante la relación entre lleno y vacío, donde el vacío, como en las esculturas de Oteiza, tiene el mismo peso de los elementos materiales: “Interesa por tanto aquí el espacio no ocupado, como diría Oteiza, como vacío, como desahogo; pero este desahogo no es sólo visual; está, como sabemos, definido por el módulo, principio inadvertido del desarrollo”.15
El módulo es una cuadrícula de 3.60 x 3.60 m, y ocupa el espacio libre y define una configuración geométrica de plazas públicas verdes donde el arbolado y las áreas de juegos respetan la lógica cartesiana.
Vegetación: un paisaje autóctono
La propuesta de ajardinamiento se desarrolla a través de parterres vegetales que se disponen de acuerdo con el trazado ortogonal del barrio. Los árboles se contraponen a los volúmenes de los bloques de viviendas y componen perímetros que delimitan claros y espacios abiertos.
En las plazas públicas se proponen plátanos (Platanus orientalis), olmos (Ulmus Pumila) y sóforas (Sophora japónica), que construyen masas o hileras para delimitar y proteger pequeñas plazas o áreas de juegos para niños; se trata también de una técnica presente en los proyectos de Alfred Caldwell, el arquitecto paisajista que colaboró con Hilberseimer y Mies en el desarrollo de numerosos proyectos en Estados Unidos, y quien utilizaba los árboles para fortalecer la percepción de los espacios vacíos.16 El diseño de paisaje no se limita a las plazas públicas y a las calles peatonales que distribuyen las viviendas; dos tipologías de arbolado definen las áreas libres que separan las unidades habitacionales de las calles de tránsito vehicular: se trata de hileras de plátanos o franjas tupidas de chopos (Populus nigra piramidalis), plátanos (Platanus orientalis) y pinos (Pinus halepensis). Estas franjas verdes, muy densas, tienen otra referencia con el paisajismo de Caldwell aplicado en la metrópolis ciudad jardín de Hilberseimer, en tanto que buscan fortalecer, a través de masas tupidas de vegetación, la imagen de una ciudad que se funde con el paisaje y se esconde en la naturaleza.
En las áreas verdes de Entrevías, como quedó especificado en la memoria de proyecto, se utilizan principalmente plantas resinosas como el pino carrasco (Pinus halepensis), que, por sus características y tamaño, mejor se adapta al clima árido de la capital española; está presente en todos los parques urbanos de Madrid. En la elección de las especies vegetales, se opta por un “paisaje autóctono”, una imagen mediterránea que caracteriza muchos los espacios públicos de la capital española. El pino, sobre todo, contribuye a reforzar esta idea de paisaje lugareño y espontáneo: es éste un aspecto que caracteriza hoy al barrio en las áreas ajardinas ejecutadas.
Algunas instalaciones y una vegetación arbustiva variada completan el diseño de las áreas verdes.17 Según la memoria del proyecto no realizado, las zonas destinadas a juegos de niños se componen de unos cajones de arena, de forma hexagonal y limitados por bordillos de concreto prefabricado, así como de unos castilletes de tubo galvanizado y de unos columpios de madera; como mobiliario urbano se instalarían unos bancos de granito.
Calle y patio
Oiza cita a Italo Calvino para afirmar que el origen de la ciudad es la calle antes que la vivienda; la calle en una ciudad es más importante que las casas, porque las calles posibilitan la comunicación, aquello que permite desarrollar la ciudad: “una ciudad es esto, es una calle, pero una calle sin casas no es una calle, cada casa constituye la calle, pero es la calle la que genera la vida de la casa, sin la calle no existiría realmente la casa”.18 En Entrevías, el trazado de las calles se relaciona fuertemente con las viviendas; en muchas imágenes de la época se aprecia la calidad de este espacio entre las casas, con niños que juegan y madres que vigilan. Son calles verdes, con jardineras enfrente de las tapias que delimitan un espacio filtro, el cual separa el ambiente privado de la vivienda de la condición semipública de la calle; son lugares para la socialización y la comunicación.
Las calles no son todas iguales; a veces las trepaderas esconden las tapias para generar muros verdes, en otros casos no hay jardineras y las calles aparecen como más homogéneas y abstractas; en algunos casos, la diferencia de cota entre dos manzanas adyacentes genera un talud en uno de los lados de la vía, con el acceso a la vivienda solucionado a través de unas pequeñas escaleras; en otros puntos, el cambio de cota está marcado por un muro de contención que se convierte en antepecho y separa una calle peatonal de acceso a las viviendas de una plaza a un nivel más bajo.
Los muros externos de los patios son diafragmas permeables y filtran hacia el espacio público el verde de los jardines privados, aportando una calidad espacial a la vialidad peatonal. En la construcción original esta tapia exterior del patio es una celosía de medio pie de ladrillos con acabado en pintura de color blanco. Actualmente, casi todas se han convertido en elementos totalmente ciegos y se han eliminados las jardineras en casi todas las calles.
Los patios privados de las viviendas complementan el proyecto paisajístico del barrio; se pueden entender también como extensión de la calle hacia la casa. Los patios permiten también el vínculo arcaico entre los habitantes y la tierra en un contexto urbano. Sáenz de Oiza pensaba en el origen campesino de los habitantes, en sus necesidades funcionales y psicológicas. Estos espacios verdes se transforman en habitaciones al aire libre, pequeños hortus conclusus donde es posible desarrollar actividades productivas y creativas, en apoyo a la economía doméstica.
La importancia espacial y social de la calle, el contacto con el suelo facilitado por la tipología residencial y la posibilidad de los habitantes de intervenir creativamente en el desarrollo de su propia vivienda a partir del proceso de autoconstrucción inicial, son valores importantes del poblado de Entrevías. Estos aspectos, a pesar de un deterioro estético en la homogeneidad de la imagen arquitectónica, han facilitado fenómenos de autogestión y dinámicas de participación ciudadana, lo cual fomenta cierto cuidado en la gestión de los espacios comunes y permite que el barrio se mantenga vivo hasta el día de hoy; siguen en marcha, por ejemplo, las actividades de la antigua cooperativa de viviendas de El Pozo, que se creó en ocasión del desarrollo de la primera fase del poblado.
Ciudad-paisaje
La calidad ambiental de Entrevías no se debe solamente a la presencia de espacios públicos y de áreas verdes, o a las actividades de autogestión y cuidado de sus habitantes. La fuerza del conjunto arquitectónico y del barrio está también en haber nacido de un proyecto que ha sabido interpretar el contexto y relacionarse con el paisaje, la ciudad y sus habitantes en una escala más amplia: la escala territorial.
En el poblado dirigido de Sáenz de Oiza el proyecto paisajístico no es un aspecto secundario de la obra; no se considera como el “espacio libre” entre lo construido y que es necesario completar a través de un diseño más o menos coherente con la arquitectura desarrollada, sino como parte integrante del trazado generador. Un proyecto que recompone elementos naturales y artificiales, en búsqueda de una continuidad, una analogía con el paisaje existente en el territorio de Madrid.
Según Juan Herreros, se trata de una nueva sensibilidad, que se basa en el descubrimiento “de que hay un mundo intermedio formado por el aire, la humedad, el polen, el paso de las estaciones, el crecimiento de los organismos… que deben ser considerados auténticos materiales técnicos de construcción”.19
A partir de estas nuevas herramientas es posible definir un proyecto de hábitat que considera las estructuras arquitectónicas en fuerte relación con las estructuras ambientales y sociales, que mira al contexto teniendo en cuenta las diferentes escalas, desde la célula hasta el territorio, y logra transformar el paisaje físico en un paisaje cultural. A partir de este nuevo enfoque, el proyecto como el de Entrevías se convierte en un fragmento de ciudad que contribuye a su funcionamiento general; una ciudad que ya no se puede describir con “las herramientas del urbanismo tradicional sino con las de la geografía”;20 una visión avanzada del concepto de sostenibilidad que va más allá de las escalas, en la cual el proyecto de arquitectura contiene implícitamente un proyecto territorial.
Podemos hablar de estos aspectos utilizando también lo que Benevolo define con el término “ciudad-paisaje” en las conclusiones de su libro Le origini dell’architettura. En este ensayo de 2002, el historiador y crítico italiano habla de los valores de las arquitecturas primitivas capaces de establecer un contacto profundo con el paisaje a una escala territorial, una capacidad que hemos perdido y que es necesario recuperar como herramienta para los proyectos urbanos y arquitectónicos del siglo XXI: “Se trata de realizar una conurbación -la ciudad-paisaje- que sea un organismo completo, con la complejidad que distinguía a la ciudad histórica, dilatada, pero también en la dimensión paisajística, con la sabiduría que caracterizaba a las culturas pre-urbanas”.21
Lo que auspicia Benevolo para la cultura del nuevo milenio es una recuperación histórico-critica de esta sensibilidad “primitiva” dirigida al desarrollo de una nueva tipología de proyectos de hábitat que, como el conjunto de Entrevías, sean capaces de relacionarse con el territorio y con el paisaje a gran escala, y de este modo establecer una fuerte conexión entre el lugar y la comunidad que lo ocupa. Se trata de un nuevo campo de investigación en la vivienda que no se limita exclusivamente al estudio tipológico, al análisis de los fenómenos arquitectónicos, sino que considera las posibilidades que tienen los conjuntos habitacionales de “generar paisaje”, de ser “topografías realistas” y “sensibles” hacia el medio ambiente y las culturas autóctonas.
Resumen:
Main Text
Miradas neorrealistas
Entre trigales y chabolas
La metrópolis como ciudad jardín
Topografía
Sol y aire
Agua: el cripto-sistema
Vacíos
Vegetación: un paisaje autóctono
Calle y patio
Ciudad-paisaje