in Bitácora Arquitectura
Cubiertas peculiares en la obra de Antonio Bonet
Resumen
Buena parte de la obra de Antonio Bonet se caracteriza por la seriación de cubiertas escultóricas como recurso compositivo. En la casa La Ricarda (1949-1962), Bonet propone un módulo elemental que funciona individualmente, pero que al unirse adquiere funciones nuevas y propiedades más complejas. En este trabajo analizamos excepciones a esta regla para mostrar cubiertas peculiares, también escultóricas, resueltas con un solo trazo, caracterizadas por la íntima relación entre conteni do constructivo y expresión formal.
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Introducción
Uno de los aspectos característicos de las obras de arquitectura de Antonio Bonet Castellana (1913-1989) radica en la expresión escultórica de la cubierta, donde utiliza la seriación y la modulación como recursos compositivos. Valga de ejemplo la casa La Ricarda, en El Prat de Llobregat, Barcelona, Cataluña (1949-1962), donde Bonet propone un sistema cuyo módulo elemental, formado por una bóveda, funciona individualmente, pero que al unirse a partir del procedimiento abstracto del proyecto adquiere funciones nuevas y propiedades más complejas. En este sentido, podemos identificar otras obras del mismo autor que comparten un “código genético” y pueden agruparse para formar una serie: la casa Berlingieri, en Punta Ballena, Maldonado, Uruguay (1947); en España, la casa Rubio, en La Manga del Mar Menor, Murcia (1966); la escuela del poblado de Hifrensa, en L’Hospitalet de l’Infant, Tarragona (1967-1975); los bungalós Bordas, en Aigua Gelida, Girona (1968), y la casa Balañà, en Sant Vicenç de Montalt, Barcelona (1974).
La estrategia compositiva consiste en determinar una estructura modular con un elemento geométrico simple, como es la pirámide (escuela en Hifrensa y casa Rubio), la esfera (casa Balañà) o la bóveda (casa La Ricarda, casa Berlingieri y los bungalós Bordas), capaz de aportar al patrón de cualidades espaciales, lumínicas, acústicas o de ventilación. La definición del ritmo estructural AB-AB-AB… parte de los ejes principales que se desdoblan para crear un módulo intermedio A, y de bóvedas, esferas o pirámides para el módulo B. El módulo intermedio contiene el canal de desagüe para el agua pluvial, que en ocasiones se expresa con rotundidad en la fachada formando gárgolas, resuelve visualmente la transición entre pirámides o bóvedas y además se configura como un sistema para ordenar áreas y atribuir funciones. El módulo B forma la cubierta, ya sea bóveda, esfera o pirámide, y en el interior cualifica las áreas con un sistema distribuidor que consiste en la transición de funciones por la transición de alturas. La definición del patrón permite resolver de un modo sistemático la división de cerramientos exteriores, el despiece de pavimentos, los revestimientos y la modulación de aberturas. El carácter aparentemente monolítico de la serie no merma su flexibilidad de uso, al contrario, el sistema propuesto genera espacios encadenados que pueden habitarse, aunque no importa cómo se usen, ya que la distribución va implícita en el diseño del patrón y puede cambiar de uso sin que afecte su apariencia: la sistematización entendida como una de las mayores aspira ciones de la arquitectura moderna.
En este trabajo analizamos algunas excepciones del método señalado para mostrar cubiertas del mismo autor, también escultóricas, que vamos a denominar como cubiertas peculiares por su resolución con un solo trazo. Son artefactos caracterizados por la íntima relación entre contenido constructivo y expresión formal. El análisis se centrará en estrategias radicalmente opuestas, incluso podríamos hablar de una inversión de conceptos en su resolución, debido al condicionante programático. Por un lado, analizaremos proyectos monolíticos, de forma convexa y caracterizados por su introspección visual: los edificios auxiliares de la central nuclear de Vandellòs- I, Tarragona (1967); y por otro lado, su contrario cóncavo liviano, caracterizado por su extroversión visual: el oratorio dedicado a Nuestra Señora del Mar (no realizado) en Salou, Tarragona (1961).
Hifrensa. Edificios auxiliares de la central nuclear de Vandellòs-I
El poblado de Hifrensa, en L’Hospitalet de l’Infant, Tarragona, es un conjunto residencial formado por viviendas y equipamientos para alojar a los trabajadores de la central nuclear de Vandellòs-I. Bonet recibe el encargo de la construcción del poblado en 1967, así como de otros edificios auxiliares en el emplazamiento de la central nuclear. La peculiaridad de la intervención responde a la complejidad de programas que tienen que solucionar la convivencia entre los espacios destinados a las máquinas y los de uso para las personas. Las propuestas más sig nificativas son tres edificaciones: el pabellón de vigilantes, la central telefónica y el pabellón meteorológico. Son edificios aislados, implantados en una posición preestablecida por el cliente, subordinada funcionalmente a los requerimientos específicos de un complejo atómico. Bonet utiliza un casquete semiesférico, con el objetivo de pasar desapercibido en un paisaje agrícola de algarrobos, olivos y márgenes de piedra, según la mirada de Nicolau Rabasseda,² colaborador de Bonet entre 1966 y 1972:
[…] Estos proyectos tienen una base geométrica indudable y una parte sensorial y orgánica que tie ne que ver con el modernismo. Bonet tenía muy claro que en un paisaje había que intervenir de manera neutra y pasar desapercibido, sin techos planos, lo más similar a la naturaleza. Por ejemplo, con la forma del huevo: un huevo es lo más neu tro que hay, no tiene aristas, como sucede en un estudio de fotografía, que no debe haber aristas, se busca una ausencia total de formas. Pretendía intervenir en la naturaleza casi sin forma para que ésta (la naturaleza) fuese revelando todo su es plendor. Fue importante la influencia del moder nismo en los racionalistas[…]
En efecto, Bonet opta por la estrategia del camuflaje con formas curvas revestidas con cerámica rota o trencadís, que dan un aspecto de reptila
Los edificios asemejan tortugas descansando entre las rocas. Éste es un recurso propio de la arquitectura modernista catalana que fue particularmente explorado por Gaudí, por la utilización de formas geométricas no euclidianas, inspiradas en sus observaciones naturalistas, como el paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide o el conoide. Geometrías que podemos observar en las cubiertas de La Pedrera (1906) y la casa Batlló (1904), obras también con aspecto de reptil. Según Oriol Bohigas, en algunas obras de Bonet se puede reconocer “el recuerdo del Gaudí que dejó en Barcelona”.
Bonet recibió el encargo para redactar el catálogo para la exposición de Gaudí en Argentina, patrocinada por la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires, en el que destaca la faceta de constructor de Gaudí y advierte que la arquitectura es el arte del espacio, no del plano. Bonet había utilizado en varias ocasiones la técnica del trencadís para resolver revestimientos curvos: a finales de la década de los cuarenta, en la glorieta-mirador Lussich; en las chimeneas de la cubierta de la casa La Ricarda, y en las chimeneas de la hostería de La Solana del Mar, con claras referencias a los remates escultóricos de las chimeneas de la casa Milà o de la casa Batlló, en Barcelona. En Vandellòs, Bonet propone estructuras en las que se manifiesta su voluntad de incorporar el surrealismo para humanizar la arquitectura:
Yo salía del estudio de Le Corbusier, repleto de ideas arquitectónicas “racionalistas” e imbuido de la mística urbanística de los ciam, a las que yo quería incorporar con entusiasmo una esencia “surrealista”. Yo consideraba que correspondía al “surrealismo” la tarea de humanizar e individualizar la arquitectura, un tanto germánica, que estaba emergiendo de los distintos grupos europeos.
Otro elemento que he usado mucho para conseguir mis finalidades han sido los diferentes tipos de bóvedas [...] que uso para crear esos espacios interiores escultóricos y ámbitos de carácter humano [...] es decir, entiendo que el círculo envuelve mejor al ser humano que el rectángulo [...] es evidente que el rectán gulo no tiene nada que ver con el ser humano [...] nosotros no tenemos ningún ángulo recto ni agudo, ¿no?
Bonet muestra atención a la resolución escultórica de las cubiertas desde su ingreso en Jeanneret Architectes (35 Rue de Sèvres, París), donde colabora, entre 1936 y 1937, con el pintor surrealista y arquitecto chileno Roberto Matta en los anteproyectos para la Maison Jaoul y el Pabellón del Agua para la Exposición Internacional de Lieja. Ambos proyectos se caracterizan por el contraste entre la fuerza expresiva de la cubierta y el orden racionalista de la retícula de pilotis que reflejan las plantas, alejándose de la tradición lingüística del estilo internacional. El descubrimiento de las construcciones tabicadas “a la catalana” se remonta a 1928, cuando Le Corbusier viaja a Barcelona, invitado por Josep Lluís Sert, para dar una conferencia sobre los cinco puntos de la nueva arquitectura. Le Corbusier apunta en sus cuadernos dibujos acotados de las bóvedas que observa en las escuelas de la Sagrada Familia de Gaudí. Las formas “blandas” de los artefactos de Vandellòs se pueden atribuir a la influencia gaudiniana, como ya se ha apuntado, y también pue den recordar el efecto de draps mouillés, concepto desarrollado por Matta: se necesitaban “paredes como sábanas mojadas que se deformen y adhieran nuestros miedos psicológicos”. Gonzalo Fuzs expresa así el concepto desarrollado por Matta:
[…] el hombre se encuentra preso del espacio tabicado de la arquitectura moderna y para poder liberarse psíquicamente de esto necesita un elemento arquitectónico o del mobiliario generado mediante una geometría no euclidiana, capaz de incidir en la psique del habitante y destrabar los mecanismos de la conciencia.
Bonet, durante su estadía en París a finales de los años treinta, frecuentaba el café Deux Magots, punto de encuentro de los círculos surrealistas donde se reunían artistas como Breton, Picasso, Miróy Calder, entre otros.
Pabellón de vigilantes
El pabellón de vigilantes es un edificio destinado a controlar el acceso al complejo atómico. De formas curvas, se distribuye en una amplia sala de espera y una zona de servicios, vestuarios y una cocina-office. Su característica más notable está en la resolución de trazo único. El pabellón está formado por un casquete en forma de caparazón, construido con un cascarón de concreto armado sostenido por esbeltos perfiles metálicos. Según se especifica en la memoria del proyecto, sobre el cascarón se aplica una emulsión caucho-asfáltica. La impermeabilización se protege con un enladrillado adherido con mortero de cemento Portland y rematado con un recubrimiento cerámico en trencadís de color ocre. Para la cimbra de las partes vistas se utilizaron tablas de madera machihembrada de 15 cm, en sentido vertical, cepilladas por el lado del concreto y dejando las aristas vivas. Para la cimbra de las superficies alabeadas (siempre revestidas) se utilizaron planchas metálicas tipo deployé (metal desplegado), por su buena adaptación a las superficies alabeadas. Para tal fin se redujo la relación de agua-cemento, para conseguir una buena retención de la mezcla antes del fraguado.
El proyecto nace de una resolución precisa del programa a partir de la planta. Bonet recurre a la geometría mediante una subdivisión de la planta en sectores circulares que forman un abanico, el cual responde a la necesidad de conseguir el máximo control visual por los motivos de seguridad inherentes a un complejo atómico y, a su vez, para crear un ámbito agradable, tanto para los vigilantes, que se sitúan en un mostrador central para controlar desde ahí lo que sucede a su alrededor, como para las visitas, que esperan en sofás, formados por un armazón de concreto que emerge del suelo, sin interferir la visión de los vigilantes hacia el exterior. La parte privada del programa ocupa un espacio compacto, con ventilación e iluminación cenitales. Aquélla se deforma para alojar un comedor, una sala de descanso y dos lavabos independientes, así como el armario destinado a albergar las armas y municiones de los vigilantes. Las fachadas “nacen” de la planta y resuelven con gracia la protección solar del edificio mediante unos aleros que acompañan los sectores que corresponden a unas aberturas acristaladas, las cuales se proyectan con antepechos bajos, para evitar obstáculos visuales, que forman un zócalo-jardinera que resuelve el contacto del edificio con el suelo.
La zona donde se emplazará el pabellón de vigilantes requiere un proyecto de urbanización, concebido de tal forma que, desde dicho pabellón, se domine toda la zona adyacente y que, a partir del conjunto, se efectúe el acceso de cualquier vehículo o persona a todas las dependencias que integran la central nuclear. La planta del conjunto presenta formas aerodinámicas que responden con precisión a un flujo preconcebido de vehículos y personas, el cual resulta del funcionamiento ininterrumpido del complejo atómico, a razón de tres turnos diarios los 365 días del año, con medidas excepcionales de seguridad. El edificio extiende sus límites hacia el exterior gracias a la prolongación del zócalo que forman jardineras y sofás. En este sentido, los límites del edificio adquieren espesor sin que pueda esta blecerse una línea clara que separe mobiliario, arquitectura y urbanismo.
Pabellones del área de meteorología
Un requerimiento técnico necesario para la explotación de una central nuclear consiste en la obtención de datos meteorológicos, como es la difusión atmosférica de los efluentes gaseosos. Esta necesidad implica conocer el gradiente de temperaturas a diferentes alturas a partir del plano del suelo, así como la dirección y velocidad del viento, y una serie de datos pluviométricos. Para tal efecto se construyó una torre meteorológica. De esta necesidad surgió la oportunidad de colaborar con el Instituto Nacional de Meteorología y disponer, en el mismo emplazamiento, de un observatorio meteorológico completo, teniendo en cuenta que podría llevarse un seguimiento de las lecturas diarias por empleados de la central nuclear. El programa del área meteorológica consistió en la construcción de cuatro pabellones alineados según una línea imaginaria, enlazados por una red vial con plazas de giro, con estacionamiento en cul-de-sac y senderos peatonales.
La zona de estacionamiento se construyó con una modificación en la planta del trazado. Bonet propuso una rotonda que resulta visualmente atractiva (ver imagen en página 64), en la que podían estacionarse cinco vehículos y cuya forma responde al gesto de las maniobras de los vehículos al circular y estacionarse alrededor de dicha rotonda. Ésta se construye con piedra de Alcover colocada en trencadís. Los senderos peatonales se construyen asimismo con este tipo de piedra. La urbanización se complementa con márgenes de piedra que ligan visualmente el conjunto y generan unas plataformas horizontales en las que se asientan los caminos y los pabellones, como estrategia de camuflaje con el paisaje agrícola circundante.
Los pabellones que integran la zona de meteorología son: el meteorológico, el “anemocinemógrafo” (no realizado), el destinado para maquinaria de ascensores (no realizado) y un cuarto pabellón, denominado ”pabellón autoconmutador”, el más alejado de la zona meteorológica y el más próximo al edificio del reactor, que se denominó “centralita telefónica,” ya que finalmente se destinó para tal propósito. El pabellón meteorológico está destinado a albergar los equipos de meteorología y el teletipo. Cuenta asi
mismo con una zona destinada a servicios sanitarios, compuesta por lavamanos, inodoro independiente y zona de vestidor y guardarropa. Los pabellones nos recuerdan la forma de un caparazón de animal, o quizá, en este caso, pueden recordarnos un iglú.
A diferencia del pabellón de acceso, las cúpulas serán tabicadas y se construirán con dos roscas de ladrillo. La primera rosca se construye con ladrillo hueco de 5 cm, pegado con yeso. La segunda se dobla sobre la primera con ladrillo hueco de un cuarto, colocada a rompejuntas⁹ y adherida con mortero de cemento Portland. La cúpula se refuerza con concreto armado. Sobre las dos roscas se colocan 5 cm de concreto, espesor que irá en aumento progresivo hasta los 60 cm en el arranque de la cimentación. El concreto se arma con varillas de 6 mm a cada 15 cm, en los dos sentidos. Sobre el soporte estructural se aplica una emulsión caucho-asfáltica. La impermeabilización nuevamente se protege con enladrillado adherido, con mortero de cemento Portland rematado supe riormente con un recubrimiento cerámico en trencadís también de color ocre. Bonet expresa en la memoria del proyecto las instrucciones para la colocación:
a) no se colocarán trozos rectangulares
b) no existirán juntas rectas que abarquen dos piezas seguidas
c) no habrá juntas formadas por las aristas originales de los vidriados
d) no habrá piezas que tengan forma de L
e) en general, los trozos más apropiados serán los triangulares.
Bonet vuelve a utilizar este tipo de artefactos peculiares en algunas edificaciones auxiliares de La Manga del Mar Menor, en Murcia, y en la Casa Durán-Farina (no realizada), y en el Country Club de La Martona, Buenos Aires, Argentina (1983) .
Oratorio dedicado a Nuestra Señora del Mar
En 1959, cuando Bonet está a punto de regresar a España desde Argentina, la compañía urbanizadora Nuestra Señora de Núria propone la urbanización de unos terrenos que ocupan prácticamente la totalidad de Cap de Salou. Bonet y Josep Puig Torné proyectan en 1961 el centro cívico de Cala Crancs (no realizado), del que forma parte el oratorio. Cap de Salou era un lugar deshabitado, de naturaleza salvaje. Según Puig Torné, el triángulo es la figura geométrica que ordena el conjunto, como un eco de la morfología de la propia cala y del confluente que forma la vaguada.
El oratorio es la pieza del programa que preside el conjunto, y al que los autores otorgan el protagonismo al utilizar una geometría singular, como es el paraboloide hiperbólico.
Dos ideas básicas gobiernan la concepción del oratorio: la primera hace referencia al contacto del edificio con el terreno, en el que se utilizan muros de piedra entendidos como abstracción de los bancales agrícolas del lugar, a modo de basamento, para delimitar el espacio del oratorio. Los edificios se funden simbólicamente con el terreno mediante estos muros como estrategia de integración paisajística. La segunda idea hace referencia a la cubierta, con la que se opta por el concepto de pabellón como elemento visualmente ligero que se percibe casi flotando. Esta independencia de la cubierta respecto del resto del edificio decanta a los autores por la resolución del proyecto con un elemento de cubierta de geometría singular. Según Puig Torné, recurrieron al símil de las tiendas de campaña para dotar de ligereza visual a la composición.
La geometría escogida es el paraboloide hiperbólico, que puede recordar la figura de un ave a punto de alzar el vuelo y manifiesta la condición aérea de la composición, que contrasta con la pesantez de la cavidad pétrea que forman las gradas. La figura del paraboloide permite resolver con un solo trazo la superficie de cubierta y su apoyo en el suelo, como se puede observar en el croquis inicial. La utilización de una geometría alabeada permite conseguir espesores de concreto armado muy pequeños gracias a la inercia que brinda la propia forma. La losa de cubierta tiene un espesor variable de entre 7 y 10 cm. Estos espesores permiten cubrir el claro de 21.60 m entre soportes y una distancia longitudinal de cubierta de 29.30 m. El espesor se incrementa hasta los 15 cm en el perímetro del paraboloide, con una viga de borde que rigidiza la losa.
La estabilidad estructural de la cubierta por cargas gravitatorias se resolvió mediante el empotramiento de los soportes en el terreno. Asimismo, estaba prevista la colocación de una cruz vertical tangente a la cubierta en su vértice anterior, realizada con un perfil ipn . La cruz, además de su motivación simbólica, colaboraría estructuralmente como un tirante y ayudaría a absorber el momento provocado por la carga del viento. Otro aspecto
destacable del proyecto es la transición geométrica del paraboloide hacia los soportes mediante un conjunto de superficies regladas. Destacamos la superficie que corresponde con el canto de la losa en la parte superior, que de una manera continua se transforma en una de las superficies que delimitan las caras del soporte. Esa continuidad de las superficies y la percepción del canto de la losa, con sus 15 cm de espesor en su perímetro, dan al conjunto un sentido unitario. La geometría de la cubierta resuelve además la evacuación de las aguas pluviales, que se conducen aprovechando el aumento perimetral de la viga de borde. Este aumento conduce el agua de lluvia hacia los soportes, en los que, mediante una hendidura, se canaliza el agua hacia su recogida en la base.
Conclusión
Hemos analizado dos estrategias opuestas: formas cóncavas y sus comple mentarias convexas, de geometría no euclidiana, para resolver cubiertas de un solo trazo. También hemos tratado de demostrar que la peculiaridad en la resolución responde al condicionante programático y del lugar, y que la estrategia adoptada se opone al principio de sistematización de estructuras que caracteriza la obra de Bonet. En este sentido, podemos concluir que los múltiples registros de su obra responden a su espíritu investigador; Bonet no entendía la arquitectura como una pura invención personal o como una cuestión de estilo, sino como resolución de los problemas del hombre. Las obras analizadas se pueden entender como un buen ejemplo de las pretensiones del autor al incorporar el surrealismo para humanizar la arquitectura.
Resumen
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Hifrensa. Edificios auxiliares de la central nuclear de Vandellòs-I
Pabellón de vigilantes
Pabellones del área de meteorología
Oratorio dedicado a Nuestra Señora del Mar
Conclusión