Un número cada vez mayor de científicos reconoce que sus preguntas de investigación
no se pueden responder desde una única disciplina. “La mejor ciencia interdisciplinaria”
proviene de esta observación, pues permite identificar las limitaciones de los enfoques
disciplinares para abordar algunos problemas y preguntas de investigación (Nature 2015; Repko 2008; Repko et al. 2011). Diversos estudios sobre interdisciplina han analizado las dificultades que supone
el emprendimiento interdisciplinario en ámbitos académicos (Bruce et al. 2004; Klein 1990; Bruun et al. 2005). En esta línea, estos últimos definen siete barreras que constituyen un buen resumen
de los desafíos a los que deben enfrentarse quienes deciden sumergirse en esta empresa:
barreras estructurales, culturales, problemas epistemológicos, barreras metodológicas,
psicológicas y barreras de evaluación (Bruun et al. 2005). Sin embargo, más allá de las barreras del conocimiento, investigadores y docentes
en todas partes del mundo enfrentan el riesgo y hacen interdisciplina. Es cierto que
no es un camino sencillo, pero con los incentivos adecuados es posible multiplicar
este tipo de experiencias en el ámbito académico.
Nature, una de las revistas científicas más prestigiosos a nivel internacional, dedicó un
número especial a la interdisciplina en septiembre de 2015.2 En particular, el artículo de Von Noorden aporta datos significativos de una tendencia
creciente, a partir de 1980, en artículos científicos que incorporan referencias ajenas
a la disciplina propia, constituyendo este un indicador del cruce de fronteras entre
disciplinas. Asimismo, entre 1950 y 2010, se observa una tendencia también creciente
en la utilización de la palabra interdisciplina en los títulos de publicaciones científicas
(Von Noorden 2015). Teniendo en cuenta estos antecedentes, revisamos el Sistema Regional de Información
en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
(Latindex) y encontramos que actualmente existen 71 revistas indexadas en este sistema
que tienen la palabra interdisciplina en su título.3 Si bien estos datos no resultan de una revisión exhaustiva, ni de un afán de cuantificar
el crecimiento de los estudios interdisciplinarios en el mundo académico, son indicativos
de la existencia de una comunidad académica dispersa que piensa y realiza esfuerzos
interdisciplinarios en América Latina y el mundo. Este sentimiento de comunidad, de
un “algo” compartido es lo que nos llevó a soñar, proponer y concretar un encuentro
latinoamericano sobre interdisciplina.
La propuesta de un primer congreso latinoamericano sobre interdisciplina surgió en
el año 2015, en el seno del Espacio Interdisciplinario (EI) de la Universidad de la
República (Udelar) en Uruguay. Desde el año 2009, más de 750 docentes e investigadores
han integrado núcleos o centros interdisciplinarios del EI.4 A esto se suma un contingente de docentes, investigadores, estudiantes y actores
no académicos que realizan esfuerzos multi, inter o transdisciplinarios en diferentes
espacios de la universidad u otros espacios de alguna manera vinculados con ella.
Inicialmente, el congreso fue concebido como un encuentro local que permitiera compartir
experiencias y resultados de investigación, así como de educación superior interdisciplinarias
a nivel nacional. A medida que la idea del congreso crecía, se hizo clara la necesidad
de interactuar y de atender inquietudes compartidas con otros espacios académicos
interdisciplinarios de la región. Fue entonces que nos desafiamos a pensar en una
dimensión mayor: ¿por qué no pensar en un espacio que permitiera visibilizar experiencias
dispersas en los diferentes ámbitos académicos del continente?
Así surgió el Congreso Latinoamericano de Investigación y Educación Superior Interdisciplinarias
IEI, con la idea de iniciar un espacio regional y latinoamericano bienal de intercambio
sobre las especificidades del quehacer interdisciplinario, considerando que la mirada
desde diferentes contextos académicos enriquece y fortalece las perspectivas locales
y regionales. Apelar a la construcción de una comunidad que trascienda fronteras y
que permita construir y consolidar ámbitos donde volcar y recoger experiencias, saberes
e inquietudes compartidas fue -y es- una de sus principales motivaciones.
En esta primera edición del Congreso IEI fueron cuatro las instituciones académicas
que convocaron: el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República del
Uruguay, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades
de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto de Ciencias de la Naturaleza,
Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y
el Doctorado en Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de Valparaíso de Chile.
Los objetivos iniciales planteados fueron:
-
- Dar visibilidad a grupos interdisciplinarios de diversos contextos académicos del
continente.
-
- Ampliar la red de grupos que realizan investigación y educación superior interdisciplinarias.
-
- Dar visibilidad internacional al trabajo que se lleva adelante por diferentes colectivos
del Espacio Interdisciplinario.
-
- Fomentar la conformación de equipos de evaluación internacionales del trabajo interdisciplinario.
-
- Fomentar la creación de una red de centros interdisciplinarios de América Latina
que aliente la rotación en la organización del Congreso.
-
- Fijar la periodicidad de un evento internacional con el que la comunidad académica
cuente para presentar procesos y resultados de investigación y de enseñanza interdisciplinarios.
Buena parte de los objetivos fueron cumplidos. Recibimos en Montevideo a participantes
provenientes de más de 50 instituciones académicas de todo el continente americano,
incluyendo: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos,
Guatemala, México, Perú y Uruguay.
Experiencias interdisciplinarias en latinoamérica
En el dosier de este volumen se recogen destacados trabajos presentados durante el
Congreso IEI 2016. La selección de los mismos cumplió con dos criterios estructuradores
del IEI: la representación de grupos interdisciplinarios de diversos puntos del continente
americano y el equilibrio entre propuestas con énfasis en investigación y/o en educación
superior interdisciplinarias.
Desde Argentina, el artículo de Mónica Gruden nos acerca a una experiencia novedosa
en educación superior que consiste en la aplicación de un simulador de fábrica de
alfajores como recurso didáctico para representar modelos de dinámica de sistemas.
Un recurso técnico, en este caso, habilita la simulación de escenarios para la resolución
de problemas reales y complejos.
Augusto Castro, desde Perú, propone el desafío de pensar en una ética interdisciplinaria
especialmente asociada a la gestión y resolución -o transformación, como propone el
autor- de conflictos sociales y ambientales. Esto resulta una herramienta especialmente
valiosa en las evaluaciones normativas de las políticas asociadas a estas y otras
temáticas.
El trabajo de Ricardo Mansilla, desde México, advierte sobre las potencialidades y
aristas más filosas en el uso de las redes sociales, así como sus implicancias sociales
y políticas. El uso de lo que hoy se conoce como big data presenta un escenario que
implica una reconversión de los instrumentos para el análisis de datos, multiplicando
los desafíos que las ciencias sociales deben enfrentar en la actualidad.
En este número se incluyen también algunos trabajos de equipos que representan algunas
de las apuestas más fuertes que ha hecho el Espacio Interdisciplinario desde su creación
en 2009 dentro de la Udelar, Uruguay. Este es el caso del Centro Interdisciplinario
de Infancia y Pobreza (CIIP), el Centro Interdisciplinario de Envejecimiento (CIEN)
y el Centro Interdisciplinario de Respuesta y Cambio a la Variabilidad Climática (CIRCVC),
quienes presentan resultados producto de años de labor interdisciplinaria.
En el artículo del CIIP de Canetti et al., encontramos uno de los aportes sustantivos que ha realizado este Centro para la
elaboración y monitoreo de políticas públicas de infancia en Uruguay, consistente
en la elaboración de una herramienta multidimensional de medición del crecimiento,
desarrollo integral y bienestar infantil, resultando en una experiencia significativa
en la articulación del conocimiento académico y los tomadores de decisión en esta
área de política pública.
El CIEN reflexiona sobre el enlace entre el Centro y los espacios políticos, en donde
se ponen en juego decisiones que afectan a una de las poblaciones más vulnerables
de la sociedad. Asimismo, se presentan las dificultades y desafíos que suponen la
colaboración entre conocimiento académico y no académico, que se suman a la propia
conformación de un centro interdisciplinario en el que conviven diferentes disciplinas,
miradas y enfoques sobre una temática de interés común.
Los autores que integran del CIRCVC comparten muchas de las inquietudes e intereses
de los centros anteriormente mencionados, pero sobre un terreno temático diferente,
reconocido unánimemente como un campo interdisciplinario: el cambio y la variabilidad
climática. En su trabajo, Cruz et al. ponen especial énfasis en los aprendizajes de este centro interdisciplinario en
el afianzamiento de una interfaz ciencia-sociedad, que pone sobre la mesa muchas preocupaciones
compartidas y que sugiere atajos para otros grupos que transitan por experiencias
similares.
Por último, el artículo de Ana Corbacho sobre educación superior interdisciplinaria
forma parte de los esfuerzos que se llevan a cabo en el Espacio Interdisciplinario
de la Udelar para promover iniciativas de enseñanza y aprendizaje dirigidas a estudiantes
universitarios de grado. Dicha iniciativa se desprende de la experiencia de casi diez
años de Corbacho en el diseño, implementación y evaluación de este tipo de cursos
en la Universidad de California en Davis. El desarrollo e implementación de Minicursos
3i -por las tres iniciales de interdisciplinario, integrado e intensivo- se encuentra
actualmente en expansión, buscando formar equipos docentes interdisciplinarios y diversificando
las temáticas que abordan desde una metodología de aprendizaje basado en problemas.
Este volumen incluye otros tres apartados. El primero nos permite conocer la trayectoria
de Hugo Melgar Quiñónez, a través de la entrevista que le realiza Verónica Fernández.
Allí se mezclan la voz de Melgar y la pluma de Fernández para llevarnos por un recorrido
tan rico como sorprendente. Hugo Melgar es actualmente uno de los referentes más destacados
a nivel mundial sobre seguridad alimentaria, y nos desafía a reflexionar sobre la
interdisciplina y la intersectorialidad en el terreno de la seguridad alimentaria,
pero también más allá de ella.
En el apartado comunicaciones independientes, Yuri Aguilar y Luis Soto reflexionan
sobre los límites de las disciplinas y sus implicancias para un trabajo colaborativo
e interdisciplinario. Presentando una problematización desde el enfoque de un artista/diseñador
y un sociólogo, los autores proponen un marco epistémico común.
Para finalizar, se recogen en este volumen dos reseñas bibliográficas; la primera,
sobre el artículo de Dante Galeffi “Criatividade como transformatividade humana própria
e apropriada”, publicada en el libro Criaçao e devir en formaçao: mais-vida na educaçao, realizada por María Inés Márquez de Brasil. En segundo lugar, Ricardo Mansilla realiza
una reseña crítica sobre el libro de Terras, Nyhan y Vanhoute Defining digital humanities.
En 2018 tendrá lugar la segunda edición del Congreso Latinoamericano de Investigación
y Educación Superior Interdisciplinarias, esta vez en Lima, y a iniciativa de los
colegas de la Universidad Católica del Perú. La comunidad interdisciplinaria latinoamericana
ya tiene un espacio bienal donde volcar y recoger experiencias y resultados.