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Medios digitales y construcción de capital social: en torno al caso de los migrantes mexicanos en Estados Unidos

 

Resumen

Los movimientos migratorios han aumentado de forma significativa durante los últimos años, una de las consecuencias de este incremento es la aparición de sociedades cada vez más multiculturales en las que coexisten comunidades de migrantes que pertenecen a culturas muy diversas con un grado de integración, conflicto y convivencia desigual. De forma paralela el desarrollo de nuevos canales y medios de comunicación virtuales ha permitido a esos colectivos mantener los lazos con sus comunidades de origen a través de una presencia meramente virtual.

Este nuevo escenario provoca, inevitablemente, consecuencias en su proceso de integración en las sociedades de acogida, y en la generación de capital social. Entendido este último término como: el conjunto de interacciones que realizan los individuos tanto con miembros de su propia comunidad cultural como con los pertenecientes a otras comunidades con las que comparten un determinado espacio. Partiendo de este contexto en el presente artículo evaluaré un caso concreto: de qué forma están siendo utilizadas las nuevas tecnologías de la información (TIC) por la comunidad de migrantes mexicanos en Estados Unidos y cuáles son sus consecuencias para la construcción de capital social e integración en esa sociedad. Para ello me valdré del análisis de las dinámicas e interacciones de una comunidad virtual específica como es el caso del grupo de Facebook “Mexicanos en la ciudad de Nueva York” así como de cuestionarios y entrevistas cualitativas a mexicanos residentes en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles.

Abstract

The migratory movements have increased significantly over the last few years and one of the consequences of this increasement is the emergence of increasingly multicultural societies in which communities of migrants coexist that belong to cultures very diverse with an unequal degree of integration, conflict and coexistence. In parallel, the development of new virtual channels and sociall media has allowed those communities to maintain ties of their home communities.

This new scenario inevitably causes consequences in its process of integration, and in the construction of social capital, understood this last term as the set of interactions that the individuals carry out both with members of their own cultural community as with those belonging to other communities with which they share the host society. Based on this context in this article we’ll evaluate a specific case: How ICTs are being used by the Mexican community of migrants in the United States and what their consequences are for the construction of social capital and integration in that society. For this I will use the analysis of the dynamics and interactions of a specific virtual community as is the case of the Facebook’s group “Mexicans in New York city” as well as questionnaires and qualitative interviews to Mexicans living in the cities of New York and Los Angeles.


Introducción

Durante las últimas décadas los movimientos migratorios internacionales han experimentado un aumento exponencial además de adoptar un carácter cada vez más diverso y multiforme. El número de migrantes en todo el mundo alcanzó a principios de 2015 los 244 millones de personas según la ONU, cifra récord que presenta un incremento de un 41% desde el 2000. A este aumento cuantitativo de los desplazamientos, se une el hecho de que en muchos casos entre las sociedades de origen y acogida se ha agrandado tanto la distancia territorial como la cultural.

Esta aceleración de los movimientos migratorios ha sido facilitada en gran parte por una mayor interconexión mundial, materializada en dos procesos paralelos experimentados durante los últimos años: un desarrollo significativo del sistema mundial de transportes y una revolución de los medios de comunicación, especialmente con la aparición de nuevas herramientas y formatos digitales. Este segundo proceso ha provocado a su vez cambios sustanciales en los modos de interacción de diversas comunidades de personas en todo el mundo. Variaciones causadas principalmente por los intercambios de información que se producen en ellas y a la alteración de forma radical de elementos que antes parecían inamovibles: tiempo, distancia o escenario físico.

Por otra parte, las nuevas tecnologías de la información (en adelante TIC) permiten cada vez una mayor micro segmentación de los mensajes dirigidos a grupos con afinidades específicas, ya sean idiomáticas, geográficas, de intereses comunes o culturales. Un ejemplo especialmente representativo de este fenómeno serían las comunidades de migrantes que comparten nacionalidad y residencia en una determinada sociedad de acogida, o las que se encuentran dispersas alrededor del globo, pero les une un lugar de procedencia común.

De esta forma, en sociedades cada vez más multiculturales y donde el peso de las minorías migrantes crece paulatinamente, las TIC funcionan como un cordón umbilical que les permitiría seguir unidas a su sociedad de origen provocando un proceso con consecuencias significativas. Proceso que afectaría tanto a la velocidad y modos de integración una vez instalados en la sociedad de acogida, a la construcción de capital social dentro de esta y, por último, a su experiencia cotidiana como migrantes y a la relaboración de su propia identidad cultural.

Dentro de este contexto surgen algunas preguntas fundamentale. ¿Contribuirán las TIC a mantener una identidad colectiva y una vinculación emocional del migrante con su sociedad de origen? Y, respecto a la integración entre las comunidades de migrantes dentro de la sociedad de acogida: ¿resultan una herramienta efectiva para la construcción de capital social?, ¿qué tipo de capital social estarían privilegiando?

Fundamentos teóricos y estados de la cuestión

Durante los últimos años se ha desarrollado un gran interés en estudiar la influencia de las TIC en los procesos migratorios. Hasta el momento, esos estudios se han centrado principalmente siguiendo a Benítez (2011) en cuatro grandes áreas: 1) el papel de las TIC dentro del proceso de migración principalmente desde la información y el apoyo a los que emprenden el proceso de migración; 2) su impacto en el envío de remesas; 3) la influencia de estas herramientas por un lado en su vida familiar y, por último, 4) esa misma influencia en su espacio sociocultural; el aspecto que más nos interesa en esta investigación.

Hoy existe un gran debate sobre el efecto que estas nuevas tecnologías de la comunicación provocan en las formas de interrelación, prácticas e identidad de los diferentes colectivos migrantes. Algunos estudios coinciden en señalar el aumento de su capacidad para organizarse a través de intereses comunes reforzando así una identidad cultural minoritaria en un entorno extraño. Este fenómeno se debería principalmente a que permiten mantener el contacto con parientes amigos y familiares que aún residen en su país de origen, creando de esta forma extensas redes personales que les posibilitarían mantener sus vínculos y un sentimiento de pertenencia emocional con el territorio que han dejado atrás.

Las TIC han facilitado de esta forma la conformación de una doble realidad: la física que se desarrolla en la sociedad de acogida y la virtual en la de origen, permitiendo participar en ambas. Este nuevo escenario ilustra un fenómeno de nominado como “diáspora virtual” y que explicaría la forma en que una comunidad de migrantes, pertenecientes a una misma nacionalidad y dispersos en un espacio físico, mantiene vínculos entre sí y con su sociedad de origen a través de las nuevas herramientas digitales.

Al analizar las principales características de las TIC, una de las más destacadas es su capacidad para generar y mantener vínculos interpersonales. A pesar de las previsiones apocalípticas que presagiaban la incomunicación y el aislamiento de sus usuarios tras la aparición de Internet, las TIC, debido a la dinámica inherente de su funcionamiento, generan un alto número de interacciones y vínculos que más tarde se transforman en capital social.

Sobre el capital social

Desde los años 90 ha existido un creciente interés sobre un concepto como el de capital social, entendido como los flujos de relaciones con base en el intercambio y la reciprocidad que se producen entre los miembros de una comunidad y cómo estos influyen en la participación cívica y la cohesión de una determinada sociedad. Robert Putnam, uno de los principales desarrolladores del término, se centra al estudiar la influencia de los lazos sociales en la vida cívica y social de las comunidades norteamericanas. El propio Putnam (2003) relaciona el capital social con la virtud cívica, la cual se produciría en una sociedad donde se generan el mayor número de interrelaciones entre grupos posibles.

Esa relación del capital social con la generación de relaciones sociales y virtud cívica pone el acento en la capacidad de los miembros de una comunidad para generar confianza a través de los intercambios sociales y en el impacto que esa confianza tiene sobre el desarrollo democrático. Una confianza que, a su vez, como señala Fukuyama (1998) siguiendo esta línea de pensamiento, solo surgiría de la existencia de valores compartidos, o podríamos llamarlo así, un cierto grado de homogeneidad cultural.

Si hablamos de las variables de capital social y siempre siguiendo a Putnam (2003) podemos diferenciar entre el capital social vinculante (bonding) y el capital social puente (bridging). En el primer caso hablamos de grupos de personas que se relacionan con colectivos con los que comparten algunas características identitarias significativas como lengua, etnia, género o clase social. Por el contrario, el capital social puente fomenta las redes e intercambios sociales entre personas con características étnicas, sociales o culturales diferenciales.

El capital social vinculante (bonding) presentaría un carácter mucho más exclusivo y alimentado en redes sociales de individuos próximos, como podrían ser amigos cercanos o familiares. En oposición, en el capital social puente (bridging) el capital social es inclusivo y se articula a través de vínculos mucho más débiles entre personas de diferentes redes. Construyendo, como señala Williams (2006), unos lazos que, a pesar de ser a priori más débiles que los derivados del capital social vinculante, sí servirían al individuo para ampliar sus redes y horizontes de convivencia.

¿Cómo habría evolucionado el capital social en el contexto de la globalización y con sociedades cada vez más diversas multiculturales? Para Putnam (2007), el aumento de la inmigración en una sociedad como la de Estados Unidos acaba, a largo plazo, suponiendo un activo a tener en cuenta, ya que en muchas ocasiones los migrantes consiguen diluir sus diferencias transformando su propia identidad cultural hacia nuevos estados enriquecidos por aportaciones diversas.

No están tan claros para él, sin embargo, sus efectos a corto y medio plazo, coyunturas en las que la inmigración y la diversidad étnica o cultural perjudican la solidaridad social e inhiben el capital social. Como señala el propio (Putnam 2007, 138-139) “el desafío central para las sociedades modernas diversificadas es crear un nuevo sentido más amplio del ‘nosotros’”.

Las TIC y su influencia en el capital social

Si hablamos de las TIC y específicamente de los nuevos medios de comunicación asociados a la Web 2.0, es preciso empezar por definir este concepto. La Web 2.0 es un término que se acuñó en 2003 y que se refiere al fenómeno social surgido a partir del desarrollo de diversas aplicaciones en Internet. Con él se establece una distinción respecto a la primera época de la red, donde el usuario era básicamente un sujeto pasivo que recibía la información o la publicaba, sin que existieran demasiadas posibilidades para interaccionar. Aún no se había producido la revolución posterior que supuso el auge de los blogs, las redes sociales, los servicios conocidos como wikis (Wikipedia) y los portales de alojamiento de fotos, audio o vídeos (Flickr, YouTube).

La esencia de estas herramientas a las que denominamos TIC se basa en la posibilidad de interactuar con el resto de los usuarios y aportar contenido nuevo que enriquezca la experiencia de navegación tradicional, potenciando el intercambio de información a través de lazos horizontales que enriquecen el hipertexto. Este paradigma ha evolucionado hacia conexiones e interacciones cada vez más abiertas, en las que la jerarquía en los flujos informativos ha dejado de ser tan relevante. La red se ha expandido rápidamente a diferentes esferas de la vida pública y privada, y hoy se dirige a comunidades cada vez más capilarizadas y que en muchos casos se agrupan en torno a intereses comunes y afinidades culturales.

Una vez definidos conceptos como TIC o capital social, así como la utilidad de este último término para delimitar y cuantificar los intercambios sociales dentro de las sociedades multiculturales, nos centraremos en la capacidad e influencia de las TIC sobre esos flujos. Especialmente en cómo utilizan estas herramientas las minorías culturales, representadas en el caso de estudio por los colectivos migrantes instalados en una determinada sociedad de acogida.

Algunos autores como Hampton (2002) o Wellman (2001) sostienen que a pesar de la creencia extendida que relaciona Internet con una merma en las interacciones personales y la asocia con situaciones de aislamiento social, estas herramientas contribuyen al incremento de las relaciones que conforman el capital social. Wellman et al. (1996) sostuvieron ya desde sus inicios, que la red contribuía a la generación de este capital creando comunidades en línea vertebradas a través de sus intereses compartidos y que se sobreponían a condicionantes de dispersión geográfica. Por su parte Kanavaugh et al. (2005) han concluido en algunos de sus estudios que las interacciones online contribuyen en un segundo proceso a potenciar también contactos presenciales y por tanto la generación de capital social no perteneciente exclusivamente al ámbito virtual.

La aparición de las redes sociales y demás herramientas ligadas a la Web 2.0 estuvieron acompañadas de visiones distópicas respecto a su papel como generadores de capital social, y rápidamente se enumeró entre los más apocalípticos una larga lista con sus posibles riesgos: falta de seguridad en el tratamiento de la información y datos, ausencia de seguridad, cyberbullying, adicción… y, como suele ser recurrente: tendencia al aislamiento y destrucción del capital social. Esa confrontación entre ciber optimistas y ciber pesimistas y entre escenarios utópicos y distópicos ha centrado gran parte de los estudios realizados durante la última década sobre Internet y capital social. Kobayashi, Ikeda, Miyata (2006), Kavanaugh et al. (2005) y Valenzuela, Park, Kee (2009) han explorado las formas en que las nuevas tecnologías compensaban esa posible pérdida de capital inicial al ocupar parte del tiempo antes destinado a las relaciones interpersonales “cara a cara”.

Para trascender esa confrontación entre capital social y tecnologías digitales, Williams (2006), diferencia entre capital on y offline. De esta forma los efectos sobre este capital social son diferenciados y estarían marcados por el entorno en el que se producen las interacciones. De esta forma, Internet crearía su propio capital basado en vínculos con individuos que no tienen por qué extrapolarse al ámbito offline.

A esa labor de creación de capital social en el ámbito online se añade una labor paralela de mantenimiento y fortalecimiento en el ámbito offline. Las conclusiones de un estudio realizado por Valenzuela, Park y Kee (2009) entre jóvenes estudiantes norteamericanos evidencia que la principal motivación para adscribirse a una red social como Facebook es mantener y reforzar los datos con amigos y familiares. En este caso la correlación entre los niveles de confianza social y los usos de esta red eran muy altos. La diversidad de contactos de Facebook aumentaba el nivel de confianza que los estudiantes experimentaban hacia los otros miembros de la sociedad en la que habitaban.

De esta forma se demuestra que canales de comunicación como Facebook pueden fomentar normas de reciprocidad y confianza y, consecuentemente, crear oportunidades para la acción colectiva, contradiciendo la hipótesis del “desplazamiento temporal” formulada por Putnam (1995), según la cual las interacciones mediadas sustraen tiempo de las personales, y aceptada por la tradición ciber pesimista, de que el consumo de medios de comunicación, ya sean analógicos o digitales inhiben el capital social.

Facebook, el caso de estudio que hemos elegido para esta investigación, posiblemente representa la red social que refleja de una forma más evidente un potencial de construcción del capital social, debido al tamaño y la vitalidad que alcanzan sus comunidades y a la facilidad para la interacción directa. Esta red social según fuentes de la propia herramienta en 2017, cuenta hoy con 2,100 millones de usuarios en todo el mundo. Un 55% de ellos entra en esta red al menos una vez al día y el 53% en grupos una vez al mes, la media de tiempo empleado por usuario es de 20 minutos. Su funcionamiento permite a sus usuarios presentarse en un perfil en línea, acumular ‘’ amigos ‘’, visualizar los perfiles de los demás y publicar comentarios.

Si analizamos las posibilidades que presenta Facebook respecto a su incidencia en el capital social, deberíamos citar aspectos como el reforzamiento o la disminución de autoestima a través de aspectos inherentes a su propio funcionamiento como son los comentarios, los “me gusta” o las propias publicaciones en el muro. Por otra parte, a través de su función Feed, actualiza periódicamente las publicaciones de los amigos de cada usuario, haciendo fácil un seguimiento periódico de sus vidas. Una interacción social que además se ve reforzada gracias a la posibilidad de sus usuarios de agruparse en grupos o páginas colectivas. Esta agrupación puede hacerse en función de hobbies comunes o intereses personales, culturales y políticos.

Asimismo, Facebook se ha mostrado también como una poderosa herramienta para generar movilización social. Sus miembros pueden recibir información instantánea y llamadas colectivas a la movilización. En sus 12 años de vida su incidencia en campañas electorales de todo el mundo, campañas ecologistas u otros movimientos políticos y sociales como la llamada “primavera árabe” ha subido exponencialmente. Gran parte de su impacto cívico y político ocurre dentro de sus grupos y páginas colectivas y ese aumento de la participación política que facilita el canal, y que en ocasiones llega a reflejarse también en el mundo offline, ayuda a crear como señalan Kobayashi et al. (2006) relaciones de confianza entre sus miembros y evidencia el potencial de esta herramienta para construir capital social.

Observamos, por tanto, que Internet en general y las redes sociales en particular, lejos de secar la producción de capital social se convertiría en un generador con sus propias reglas basadas en un sentido de pertenencia alrededor de personas afines que se agrupan en comunidades virtuales, que reproducen capital social tanto puente como vinculante, según sus propias reglas y procesos.

Las TIC y el fenómeno migratorio

Hoy existe un gran debate sobre el efecto que las TIC provocan en las formas de interrelación, prácticas e identidad de los diferentes colectivos migrantes. Algunos estudios (Nedelcu 2009; Oiarzabal 2012; Tsavkko García 2015) coinciden en señalar el aumento de su capacidad para organizarse a través de intereses comunes, reforzando así una identidad cultural minoritaria en un entorno extraño. Este fenómeno se debe principalmente a su capacidad para vertebrar una comunidad dispersa en un mismo lugar, pero también al hecho de que permiten constituir comunidades transnacionales al mantener y reforzar el contacto con parientes amigos y familiares que aún residen en su país de origen.

De esta forma, las comunidades de migrantes han pasado a ser unas minorías mayoritarias con cada vez más capacidad de organización en las sociedades de acogida, un proceso influenciado en gran medida por la capacidad de crear vínculos de las TIC. Existe un número creciente de autores como Adams Parham (2004), Diminescu (2011), Hiller y Franz (2004), Madianou (2012), Komito (2011), Ros (2010), O’Regan, Wilkinson y Robinson (2015) que se han ocupado de la forma en que los nuevos medios de comunicación digitales están transformando la realidad de estos colectivos.

Para algunos como Dekker y Engbersen (2012) estas herramientas no solo son meros canales de comunicación utilizados por las redes de migrantes, sino que también influyen activamente en la propia naturaleza de estas redes facilitando e incluso alentando el proceso migratorio. Así como el correo electrónico ayudó a ampliar las redes personales y a reforzar los vínculos con la sociedad de acogida al facilitar la realización de diversos trámites administrativos, jurídicos, y laborales necesarios para su integración. La llegada de las redes sociales además está contribuyendo a que las comunidades migrantes sean capaces de mantener contacto con aquellos individuos que permanecen en su sociedad de origen y tener un impacto significativo en los procesos migratorios.

El hecho de formar parte de una comunidad virtual sin importar los movimientos en el espacio geográfico, permite procesos como regresar a la sociedad de origen y reintegrarse más fácilmente ya que en la práctica nunca se ha dejado de pertenecer de forma simbólica a ella.

Estas herramientas han contribuido como señalan Oiarzabal y Reips (2012) al desarrollo interno de las comunidades de emigrantes, a reforzar sus actividades, y sobre todo a facilitar el flujo migratorio entre personas de diferentes países. Estos procesos se producen por un lado ofreciendo, de forma exhaustiva y detallada, información de los países de acogida y aumentando así el atractivo para migrar, y por el otro propiciando la formación y mantenimiento de comunidades de compatriotas que faciliten sus condiciones al llegar en aquellos lugares en que estas estructuras no se encuentren establecidas previamente.

Durante los últimos años, Internet ha recogido el testigo iniciado por la televisión vía satélite, el teléfono móvil y otros medios de comunicación tecnológicos en el proceso migratorio. Un impacto que se manifiesta especialmente en aspectos como la búsqueda de trabajo, donde las redes sociales se convierten en herramientas auxiliares en el proceso de inserción laboral. En general las TIC han creado un espacio social desterritorializado que facilita la comunicación entre personas geográficamente dispersas además de potenciar un tipo de comunicación con más posibilidades interactivas respecto a medios tradicionales como el teléfono o el correo.

Siguiendo a Navarro y Jacobo (2015), estas herramientas permiten a los migrantes acceder a información y conectarse con otros individuos, tanto en el país de origen como en el de destino y además acortan los hitos más dificultosos que caracterizaban las etapas iniciales de la migración: legislación, búsqueda de empleos informales, alojamiento o formas ilegales de cruzar las fronteras. Esa rapidez a la hora de compartir esa información acaba por afectar las propias estrategias migratorias. Paradójicamente, las TIC también pueden proporcionar a sus usuarios información poco realista o falsa: ofreciéndoles empleos, condiciones económicas o representaciones idealizadas de la sociedad de acogida inexistentes o por debajo de sus aspiraciones.

Hoy es usual que los migrantes tengan en una página de Facebook, un blog o una web, el primer punto de contacto o información con el país al que emigrarán posteriormente y, a la vez, también el primer contacto con sus países de origen una vez emprendido el proceso migratorio. El sitio digital común creado por la interconexión de millones de ordenadores y personas ha pasado a ser un hogar virtual para muchas comunidades migrantes de todo el planeta. Como apuntan Oiarzabal y Reips (2012) la Web 2.0 y las comunidades generadas por las TIC en la red, se convierten en el espacio transnacional dónde recrean la cultura de sus países de origen, además de compartir sus propias experiencias comunes como migrantes y las dificultades de adaptación en el país de acogida.

A ese espacio surgido entre el cruce de los fenómenos migratorios y la generalización del uso de las nuevas tecnologías lo denominaríamos “diáspora digital”. Una diáspora que engloba una red de comunidades de migrantes pertenecientes a distintos países y que están vinculados principalmente por factores de afinidad cultural o étnica y conectados a través de nuevos medios virtuales. Para Mattelart (2009) el término diáspora cubre las asociaciones de expatriados, refugiados, inmigrantes en el exilio o cualquier tipo de pertenencia étnica en general. Pero sobre todo entendemos las diásporas como ejemplos de la “era transnacional”: formas de identificación que escapan al contexto nacional y que surgen gracias a la mediación electrónica, los medios audiovisuales, la televisión por satélite e Internet” (Tölölyan 1991).

Parece claro por tanto que las TIC son utilizadas de forma habitual por los migrantes para desarrollar, mantener y recrear redes personales, sociales, lingüísticas o culturales a nivel transnacional (Oiarzabal et al. 2012). El inmigrante ha evolucionado de ser un “inmigrante desarraigado” dando lugar a lo que se ha denomina “inmigrante conectado” (Diminescu 2011). Contexto en el que el sujeto manifiesta sus conexiones con el país de origen a través de una presencia activa en canales de comunicación digitales.

Sin embargo, su papel de las TIC para las comunidades migrantes ha excedido el de meras herramientas de comunicación para convertirse en mecanismos de producción simbólica y de afirmación cultural. Con la ampliación del uso de las redes sociales y demás herramientas comunicativas asociadas con la Web 2.0, la producción de la memoria simbólica se ha autonomizado con respecto a otros espacios de comunicación más institucionalizados como la televisión. Al extender la capacidad de participación, los nuevos canales digitales posibilitan que la construcción de la memoria se pluralice. Este tipo de prácticas es particularmente relevante en el caso de las comunidades de migrantes que, a partir de operaciones de selección y rescate de un pasado colectivo, activan, como indica Ramírez Plasencia (2016), referentes simbólicos, movilizan afectos y refuerzan sus vínculos identitarios conectados a una patria común. No obstante, el agente de cambio no sería obligatoriamente el canal tecnológico en sí mismo, sino los usos e interacciones que facilita. Por un lado, como espacio donde se desarrolla una cultura, pero además como propio artefacto cultural con propiedades contextualmente situadas (Melella 2013).

Coincidente con la eficacia de estas herramientas en la construcción de identidades y estructuras simbólicas comunes entre comunidades con afinidad cultural, Komito (2011) se muestra del mismo modo optimista respecto a los efectos que ese “transnacionalismo tecnológico” tiene en los procesos de integración y asimilación en las sociedades de acogida, en la medida en que esas TIC permiten a los migrantes expresar su compromiso con la sociedad doméstica a través de la utilización de sitios web, foros de discusión y medios digitales necesarios inicialmente para su desempeño en el nuevo emplazamiento.

Otros, como Oiarzabal y Reips (2012), son más cautos respecto a este punto y subrayan la posibilidad de que los inmigrantes y sus comunidades podrían estar utilizando las TIC preponderando el reforzamiento de sus vínculos con otras personas afines a su propia cultura. Un proceso que bajo la clasificación realizada por Putnam (2003) se ajustaría a lo que hemos definido anteriormente como capital social vinculante.

Vemos, por lo tanto, cómo el abanico de potencialidades que ofrecen las TIC abarca la posibilidad de desarrollar y construir cualquier variante de capital social antes mencionada. Nos alejaríamos aquí de un cierto determinismo tecnológico en el que el canal condicionaría de forma decisiva las interacciones que se producen en su interior. El abanico de posibilidades de esta manera continuaría abierto. Sin embargo: ¿realmente los colectivos de migrantes estarían privilegiando la construcción de algún tipo de capital social por encima del resto?

Hoy hay cierto temor de que los inmigrantes usen las tecnologías de la comunicación preferentemente para incrementar sus vínculos con sus sociedades de origen y tejer relaciones solidarias en los países de acogida basadas en criterios exclusivamente étnicos y culturales, produciendo de esta forma el riesgo de crear una cierta guetización o comunidades estancos, que retrasen su integración en las sociedades a las que han decidido migrar.

La utilidad de uso de las TIC como mantenimiento e incluso refuerzo de los vínculos con la sociedad de origen tiene un impacto significativo en el capital social. Parece clara su función para generar capital vinculante y revitalizar lazos basados en una cultura y procedencia geográfica comunes además de facilitar aspectos prácticos en las primeras etapas del proceso migratorio. Unos lazos que en muchas ocasiones se desarrollan con personas afines, o que pertenecen al mismo grupo étnico o procedencia geográfica como señalan Alonso y Oiarzabal (2010).

A raíz del estudio de páginas web de oriundos mexicanos en Estados Unidos, González (2008) establece que estos espacios digitales, lejos de sustituir a redes offline, constituyen importantes dispositivos de generación y movilización de capital social a través de sus usos e interacciones. Una característica que posibilitaría además procesos de socialización fuera del espacio virtual.

En los últimos años las comunidades transnacionales de migrantes y sus familiares han pasado de las empresas de envíos de paquetería para enviarse documentos, fotografías y recuerdos a hacerlo a través de las TIC, la diversidad de contenidos que ofrecen estas: texto, fotografías, vídeos, audios, por mencionar algunos, proporcionan una nueva experiencia de interconexión, a la que se acompaña, un flujo de comunicación mucho mayor y a bajo costo debido a la relativa accesibilidad. Ya no se requiere forzosamente de la computadora o del cibercafé cuando hay smartphones económicos con megas en telefonía de prepago (Marchand, Rodríguez 2013).

Así, las llamadas telefónicas, los correos electrónicos, las conexiones vía Skype, los comentarios en páginas y grupos Facebook, o los chats a través de esta red social y WhatsApp permiten una nueva construcción de la vida social y familiar en la distancia. En estas comunicaciones se ponen en juego, y se comparten diferentes elementos, significados, experiencias y recuerdos que buscan saber del interlocutor, pero también hacerse presente en la ausencia. Con ellas, como señala Peñaranda (2010), los migrantes dedican una gran cantidad de esfuerzos a construir una co-presencia virtual con sus familiares y amigos, que configuran formas de mantener el contacto y, de este modo, ejercitar un cuidado transnacional.

La generación de capital social vinculante parece de esta forma garantizada mediante el mantenimiento de los lazos con la sociedad de acogida y la integración de la comunidad de compatriotas en la sociedad de origen. No parece tan evidente si el uso de las nuevas tecnologías de la información contribuye también a reforzar el capital social puente. ¿El reforzamiento de un tipo de capital social provocaría la disminución de otro? ¿Las posibilidades que se les ofrecen a los migrantes para perpetuar sus relaciones con aquellos afines étnica o culturalmente merman la integración con otros colectivos pertenecientes al país de destino?

Oiarzabal (2012) sostiene que las TIC facilitan los contactos con individuos de la sociedad de acogida a través de espacios digitales comunes, como las redes sociales, donde esa interacción se realizaría superando las barreras del contacto personal. Por otra parte, las TIC también permitirían la posibilidad de ejercer como escaparate a culturas minoritarias, además de constituir herramientas de organización y denuncia de situaciones que afecten a los migrantes como colectivo y que les permitirían una mayor visibilización, integración y participación cívica dentro de esas sociedades de acogida.

A pesar de esta probabilidad que no presenta evidencias empíricas esta tendencia de las TIC a reforzar el capital vinculante en primera instancia respondería más a las dinámicas de cada uno de los tipos de capital social que al funcionamiento de las TIC. Es algo constatado que los migrantes, especialmente los de primera generación, generan igual cantidad de capital social vinculante que el resto de personas, pero menor cantidad de capital social puente (Heres et al. 2006), siendo aparentemente un fenómeno que tiende a remitir con el tiempo (De Palo et al. 2007). (Oiarzabal 2012).

El hecho de que en las primeras fases del proceso migratorio los sujetos precisen de redes de solidaridad que les permitan cumplir hitos prácticos cruciales como búsqueda de vivienda, trabajo o redes sociales de apoyo, provoca que la solidaridad étnica o cultural se conviertan en un soporte durante los primeros meses en el país de acogida. Ese refuerzo evidente del capital social vinculante no tendría por qué suponer un peligro para la convivencia en las sociedades multiculturales si también va acompañado de forma proporcional por la creación de otros tipos de capital social, como el puente, que propicien la relación con otras comunidades con las que conviven en la misma sociedad de acogida o el capital de acceso que posibilite su participación social y política en esa misma sociedad.

Para Oiarzabal (2012) no está claro que las TIC por sí mismas refuercen los vínculos del migrante con su país de origen y con su propia comunidad en la sociedad de acogida, sino que el propio migrante se ve obligado a mantener esos lazos asociados al capital social vinculante, mucho más necesarios en las primeras etapas del proceso migratorio por una doble razón: en primer lugar rentabilizar la red de relaciones que puede proporcionarle réditos de orden práctico mientras se instala en un nuevo país y por otra parte al constituirse como la única opción viable en el momento de su llegada para construir capital social, al constituir sus propios familiares y compatriotas las únicas opciones que el migrante tiene como contacto.

Por otra parte, como en el caso que nos ocupa, en los contextos migratorios en que existe una brecha importante a nivel lingüístico y cultural, las TIC ayudan a mantener contacto con la sociedad de origen mientras se va completando el proceso de adaptación en sus fases iniciales. El uso, especialmente en el caso en que sea intenso, que los migrantes hacen de las TIC, aumenta sus capitales y movilidades, considerando como sostiene Olvera (2014) que ese uso ya constituye un capital en sí mismo.

Para terminar, parece claro que las TIC y especialmente las redes sociales como Facebook (caso de estudio en el que nos centraremos a continuación), favorecen la generación de capital social, no porque el canal tecnológico constituya por sí mismo el detonante de ese proceso, sino al ofrecer una serie de posibilidades a los colectivos migrantes para dar salida a necesidades comunicativas latentes tanto de forma individual como colectiva. Sin embargo, sobre qué tipo de capital social estarían privilegiando en su construcción estos colectivos a través de las TIC no existe una visión concluyente. Responder, aunque sea parcialmente y a través de un ejemplo concreto, a esta cuestión es el objetivo del siguiente caso de estudio.

Hipótesis, objetivos de la investigación y metodología

Tras esta exposición, las preguntas principales a las que pretendo dar respuesta serían las siguientes: ¿hasta qué punto la participación en una comunidad online refuerza los vínculos grupales y la identidad cultural colectiva?, ¿qué peso tienen en comunidades online aspectos culturales que diferencian de la sociedad de acogida como lengua, religión, música, gastronomía o folclore?, ¿las dinámicas practicadas en estas comunidades solo favorecen la creación de capital social vinculante o también fomentan el capital social puente y el diálogo intercultural con otras comunidades?

Partimos de la hipótesis de que las comunidades virtuales sostenidas principalmente en vínculos basados en la procedencia o afinidad cultural, contribuyen a reafirmar esos vínculos identitarios y privilegian la construcción de capital social vinculante. Este estudio pretende analizar a través de un caso concreto como es el del grupo de Facebook “Mexicanos en la ciudad de Nueva York” de qué forma ayudan estas herramientas a sus usuarios para mantener los lazos con el país de origen y si facilita del mismo modo la integración en la sociedad de acogida mediante el estudio de determinadas variables como la generación de interrelaciones con otros grupos étnicos, la utilización del inglés o el consumo de información relacionada con la sociedad de acogida.

Para realizar este estudio he optado por establecer una estrategia metodológica que combine por un lado el análisis de la comunidad virtual más numerosa y que representa unos mayores índices de vitalidad y participación junto a entrevistas cualitativas a algunos de sus usuarios y administradores. A partir de estas entrevistas he pretendido conocer por un lado el proceso de desarrollo de una comunidad online migrante, con sus problemas, y dinámicas de funcionamiento más frecuentes, así como las necesidades a las que da respuesta. Del mismo modo, llevaremos a cabo, a través de la etnografía virtual, un análisis sobre el conjunto de publicaciones hechas en estas páginas centrándonos en sus temáticas predominantes.

La etnografía virtual pretende adaptar la metodología etnográfica al estudio de las prácticas sociales y culturales que se producen a través de Internet. Hine (2004) define este método de investigación como un módulo que problematiza el uso de Internet: la red entendida como espacio de comunicación, como objeto dentro de la vida de las personas y como lugar de establecimiento de comunidades pervive a través de los usos, interpretados y reinterpretados, que se hacen de ella.

Para el estudio tomaremos tras un proceso de mapeo y descarte que detallaremos a continuación la comunidad online más numerosa y con mayor frecuencia de posteo de entre todas las estudiadas: “Mexicanos en la Ciudad de Nueva York”, un grupo de Facebook que alterna contenido lúdico con anuncios e informaciones de orden práctico, así como comentarios sobre la actualidad política.

Análisis o discusión de resultados

Tras una investigación en esta red social, hemos detectado un total de 77 grupos, páginas y comunidades diferentes para mexicanos en la ciudad de Nueva York, que cuentan con un total de 86,234 usuarios. Un dato que, si bien es complicado extrapolar al total de población mexicana en la ciudad, sí muestra al menos una comunidad representativa. Con todas las precauciones que presenta el extrapolar los datos al conjunto total de la población mexicana en Estados Unidos hablamos de una muestra significativa, especialmente en el caso de Nueva York.

Hemos escogido esta ciudad en concreto por su especial dinámica demográfica que la diferencia del resto de ciudades estadounidenses. Pese a que la población mexicana en Estados Unidos se mantiene estable, el flujo de nuevos migrantes ha decrecido significativamente en los últimos años (Pew Research Center 2015). Sin embargo, en Nueva York, la comunidad mexicana pese a que se cifraba durante el 2015 en 376,573 personas, apenas un 3.3% del total, ha experimentado un rápido incremento, con una tasa de crecimiento anual de un 7% entre 2010 y 2015. Hablamos por tanto de una comunidad más pequeña que en otras ciudades, pero en crecimiento gracias a migrantes recientes.

Tomaremos como ejemplo concreto de comunidad online específica al grupo “Mexicanos en la ciudad de Nueva York”, con 34,893 seguidores (febrero, 2018), resulta la comunidad online enfocada en mexicanos de mayor tamaño encontrada en Estados Unidos tras nuestra prospección. Su formato, como grupo de Facebook en lugar de página, lleva aparejado una estructura horizontal y democrática, además de altos niveles de participación por parte de sus miembros, sin un exceso de intervención de sus moderadores. El papel de estos se basa en aceptar las solicitudes que les llegan de nuevos miembros y monitorear las publicaciones ofensivas o la publicidad excesiva. Uno de ellos nos cuenta cómo surgió la idea de crear la comunidad.

El grupo surgió a partir de un movimiento fuera de la red: concretamente a partir del Movimiento por la Paz y la Justicia en México. En el que pedíamos el alto a la guerra contra las drogas. Después nos dimos cuenta de que a pesar de que ya éramos un número significativo de mexicanos en Nueva York, que no estábamos organizados ni mucho menos bien representados. Y le cambiamos el nombre al grupo para comenzar a tejer esas redes. Después, la comunidad se ha ido haciendo cada vez más grande y con muchos usos en función de lo que quieran los usuarios. Hoy tiene vida propia.

Roberto Pompa, administrador.

Dentro de la red, sus integrantes comparten un contexto migratorio por el cual construyen vínculos comunes a través del sentimiento de añoranza, que suele manifestarse a partir de reflejar tradiciones: gastronomía, paisajes, costumbres o vínculos familiares. Como señalamos anteriormente, las comunidades virtuales de migrantes en este tipo de plataformas suelen llevar a cabo a partir de operaciones de selección y rescate de un pasado colectivo, mediante el cual activan referentes simbólicos, movilizan afectos y refuerzan sus vínculos identitarios con respecto a una patria común (Ramírez Plasencia 2016).

Así, si realizamos un análisis con las temáticas más frecuentes que se tratan en el grupo observamos por este orden: comentarios sobre la actualidad relacionada con políticas migratorias en Estados Unidos, noticias relacionadas con la ciudad de Nueva York, actualidad política mexicana, anuncios de trabajo, consejos de orden práctico o contenidos relacionados con aspectos de la cultura mexicana, principalmente la música y la gastronomía, abordados desde un tono nostálgico como señalamos anteriormente. Es destacable en la mayoría de las publicaciones una fuerte tendencia a estimular la vida comunitaria de los mexicanos en la ciudad; son frecuentes los anuncios para quedadas, conciertos, asambleas y cualquier evento que tienen lugar en el mundo offline.

Vasthy Sánchez, otra de las administradoras del grupo al hablar del propósito de muchos usuarios para entrar a la comunidad nos cuenta:

Nos siguen llegando muchos mexicanos preguntando por alquileres baratos, por otros mexicanos que puedan darles trabajo, anunciándose ellos mismos para hacer reparaciones, pidiendo consejos, buscando pareja… Últimamente creo que el número de mexicanos que ha llegado a la ciudad para trabajar ha bajado por el tema migratorio, pero he visto un incremento en los mexicanos que vienen a conocer la ciudad como turistas, estos se acercan para pedir consejos acerca de hospedaje y lugares que visitar.

Para la revisión temática de este grupo el periodo temporal de revisión abarcó desde el 10 de mayo al 10 de noviembre de 2017. Con el fin de recolectar y clasificar la información se seleccionaron las siguientes categorías: consultas realizadas por usuarios de la página de algún aspecto técnico, legal o práctico; contenidos relacionados con aspectos culturales, folclore y tradición mexicanas; contenidos sobre actualidad política mexicana, sobre migración y proceso de integración en el país de acogida y, por último, dedicados al puro entretenimiento (véase Gráfica 1).

Gráfica 1

Tipos de publicaciones en el grupo “Mexicanos en Nueva York”.

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Debido a su carácter de grupo en el que todos los usuarios tienen una capacidad de interactuación similar, la frecuencia de posteo en el grupo es muy elevada con una media cerca de las 30 publicaciones diarias. Si analizamos el porcentaje de temáticas, observamos una importancia destacada de noticias relacionadas con la sociedad de origen: México, principalmente relacionadas con su actualidad política, aquí predominan las críticas hacia su clase dirigente y la denuncia de casos de corrupción.

A continuación aparecen los comentarios relacionados con la cultura mexicana: principalmente gastronomía, festividades, deportes, paisajes o música. La gastronomía especialmente supone un cauce de expresión de la propia identidad cultural que se reafirma frente a la de la sociedad de origen. Son habituales, por ejemplo, las publicaciones que comparan el pavo, receta tradicional del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, con “platillos mexicanos” como el pozole o los tacos.

Con una importancia similar encontramos anuncios de orden práctico: anuncios de empleo búsqueda y oferta de empleo temporal, alquileres de apartamento, consultas sobre papeles relacionados con la situación migratoria, turistas que buscan restaurantes mexicanos… Con un 13% aparecen los anuncios comunitarios destinados a difundir eventos relacionados con la vida asociativa y cultural de la comunidad mexicana en la ciudad: conciertos, manifestaciones, eventos deportivos, entre otros. El entretenimiento también tiene un espacio importante como suele ser característico en esta red social, principalmente a través de memes o vídeos de humor.

Resulta llamativo el hecho de que casi la totalidad de las publicaciones se realizan en castellano y que sean prácticamente inexistentes tanto las publicaciones en inglés como la participación de usuarios pertenecientes a otro grupo étnico. Más frecuentes, sin embargo, resultan las de guatemaltecos, hondureños, salvadoreños u otras personas procedentes de países de América Central con cierta cercanía o afinidad cultural con los mexicanos. Vemos por tanto que más del 80% de las interacciones de este grupo están destinadas a recrear, principalmente, a la sociedad que se ha dejado atrás a través de la nostalgia y a vertebrar la cohesión de los mexicanos como comunidad.

En el grupo uno se siente un poco en casa, ve gente compartiendo cosas que le interesan a uno, las mismas recetas de cocina, del equipo de uno de México, te ríes con las mismas cosas… y además te enteras de chambas o noticias interesantes que puedan surgir. Incluso he llegado a conocer gente a través de las quedadas de este grupo.

Ale Domínguez, miembro del grupo “Mexicanos en Nueva York”.

Para el análisis de estos resultados hay que recordar que en Nueva York la comunidad mexicana no ocupa un porcentaje mayoritario de población y que su crecimiento se ha producido en oleadas recientes, hablamos de una migración nueva y con estructuras aún no tan estables si comparamos, por ejemplo, con una ciudad como Los Ángeles. En las primeras etapas del proceso migratorio el capital vinculante y las interacciones entre sujetos próximos por afinidad cultural o nacionalidad son más necesarias por una doble razón: permiten rentabilizar la red de relaciones que puede proporcionarle réditos de orden práctico y por otra parte porque en ocasiones el migrante no dispone en los primeros compases del proceso migratorio de otras opciones que las de sus compatriotas para establecer contacto (Oiarzabal 2012)

La pertenencia identitaria representa una variable ilustrativa sobre las dinámicas de cohesión grupal y la construcción de capital social de este grupo. Solo desde diciembre de 2017 a febrero de 2018 se encontraron más de 400 comentarios de usuarios que dejaban clara su pertenencia mexicana. Los ejemplos de este tipo de afirmaciones a lo largo de los seis años de vida del grupo son innumerables. En muchos casos las afirmaciones de pertenencia identitaria van ligadas a expresiones como “orgullo”, “mi gente” o “La Raza”. En el historial de publicaciones se han encontrado hasta un total de 60 publicaciones que hacen una referencia expresa a la palabra identidad y 147 a la de orgullo, el 85% de ellas manifestaban de una manera explícita su adscripción a la identidad mexicana (véase Tabla 1).

Tabla 1

Términos identitarios mencionados en la página “Mexicanos en Nueva York”.

Categorías Identificación directa
(soy/somos)
Número de menciones Identidad negativa
(no soy)
Mexicano 442 * 4
Chicano 2 47 7
Latino 24 58 9
Hispano 31 270 4
México-Americano 8 18 0
Americano 19 89 23
Estadounidense 2 18 2
Neoyorkino 8 15

[i] Fuente: Elaboración propia.

Al ampliar la taxonomía de categorías identitarias a otras que podrían incluir a miembros del grupo los resultados son reveladores. Tan solo hemos encontrado en todo el historial del grupo 2 menciones que se autodefinen como chicanas, 24 como latinas y 31 como hispanas. En estas dos últimas categorías el grado de inclusión se utiliza principalmente al referirse a reivindicaciones comunes dentro de Estados Unidos, aquellas relacionadas con la migración o a las denuncias de racismo. Respecto al término chicano, los miembros de este grupo no suelen aceptarlo como propio lo que da una visión de una comunidad compuesta principalmente por migrantes recientes. Por el contrario, se han encontrado hasta 17 publicaciones dedicadas a una diferenciación expresa entre los valores puramente mexicanos y chicanos a los que se identifica con una cierta aculturación y renuncia a los valores de la sociedad de origen.

Estos espacios de reafirmación y confrontación identitaria se acentúan respecto a términos como norteamericano o estadounidense. Durante la investigación se han encontrado al menos ocho hilos de comentarios en los que los usuarios dejan claro su procedencia mexicana en Estados Unidos, hasta en un total de 34 ocasiones se alude al hecho de que el calificativo de “americano” no corresponde solo a los ciudadanos de Estados Unidos sino a todos los ciudadanos de América. No se han encontrado casos en que los usuarios se identifiquen como estadounidenses, tan solo como he reseñado anteriormente un par de casos en los que se definen como “mexicoamericanos”.

El calificativo americano se adopta o bien para recalcar una apropiación del territorio en el que están legitimando su derecho a residir en él, son muy frecuentes las alusiones a los territorios perdidos o “arrebatados” por México a manos de Estados Unidos o paradójicamente para recalcar “la otredad” respecto a su propia cultura: así, hay restaurantes americanos, dance-bars americanos, canales de televisión, tiendas, por poner algunos ejemplos. Aquellos espacios ajenos a la comunidad mexicana, se convierten en muchos casos en “americanos”.

El sentimiento de rechazo como migrantes por parte de la sociedad estadounidense se percibe ante un post recurrente en el que se alude a que solo los nativos indígenas americanos tienen derecho a llamarse a sí mismos como “americanos”, pues el resto de etnias, incluso la mayoritaria anglosajona, son migrantes en ese territorio común. Al hablar de las otras etnias con las que conviven en Estados Unidos, y concretamente al referirse a la anglosajona, en rara ocasión se dirigen a ellos como americanos o estadounidenses. Por el contrario, son referidos bajo apelativos más o menos despectivos, “gringo” en 65 ocasiones, “gabacho” en 13 o blanco en 15.

Respecto a las interacciones referidas a otras comunidades, los comentarios sobre la población blanca o anglosajona están centrados en casos de acusaciones de racismo o discriminación, en muchos casos se les asocia a Donald Trump y son frecuentes los memes de humor destinados a ridiculizar a aquellos mexicanos o chicanos que tratan de imitar su acento, costumbres o modo de vida.

Por otra parte, los asiáticos en muchos hilos reciben un tratamiento parecido al ser asimilados en su trato de privilegio por parte de policía o autoridades a los anglosajones. Por el contrario, la población afroamericana se identifica como receptora junto a los hispanos como minoría discriminada, la mayoría de comentarios hacia sus miembros son manifestando solidaridad por este trato vejatorio.

Conclusiones

Respondiendo a la hipótesis planteada, los datos proporcionados por el análisis de la comunidad online seleccionada, junto a las entrevistas realizadas, muestran que los canales virtuales de comunicación, como es el caso de Facebook, tienen la capacidad de reforzar los vínculos emocionales e identitarios relacionados con su país de origen como señalan Oiarzabal (2013) o Melella (2013), permitiéndoles vehicular su identidad cultural mediante la expresión de un “sentimiento de añoranza” que encontraría su cauce a través de diversas formas culturales: “música, gastronomía, folclore” así como las diferentes formas de expresión comunitaria compartidas en el grupo. Formas que actúan como vehículo cohesionador de la colectividad mexicana en la ciudad.

La comunidad virtual estudiada estaba integrada por migrantes mexicanos en la ciudad de Nueva York, por sus familiares en México o por turistas mexicanos que planeaban visitar esas dos ciudades y buscaban información útil. La práctica totalidad de sus contenidos se reproducen en español y eran minoritarias tanto la participación de otros grupos étnicos como las referencias al territorio de acogida. En estos casos concretos hablamos de comunidades cerradas que privilegiarían la construcción de capital social vinculante con miembros afines en cuanto a procedencia y cultura sobre el capital social puente, basado en interacciones con comunidades diferentes con las que conviven en el país de acogida.

En ese sentido tanto las TIC como Facebook pueden ser utilizadas para reforzar una comunidad cultural sin crear vínculos con el resto, llegando a correr el riesgo de reforzar un proceso de “guetización” que, sin embargo, no es achacable a la naturaleza de la propia herramienta, sino a las necesidades y dinámicas de los propios usuarios a las que esta da respuesta. En este caso, esta comunidad busca articular un colectivo disperso en función de su procedencia nacional y afinidad cultural. No resulta posible atribuir estas capacidades a la dinámica de funcionamiento de la propia herramienta sino a las preferencias de sus usuarios desde la propia comunidad.

Los funcionamientos, dinámicas, usos e interacciones de las TIC dependen estrechamente de las características que presente la comunidad de migrantes que las usa, así como de las necesidades que esta presenta. En el caso de Nueva York, una ciudad con una comunidad mexicana más dispersa, minoritaria y de crecimiento reciente, el tipo de páginas y comunidades virtuales como la analizada abundan más que en otras ciudades del país con una presencia más consolidada de la comunidad mexicana como Los Ángeles, Chicago o Dallas donde existe un mayor número de clubes de migrantes y redes asociativas que en Nueva York. Si bien las dimensiones de esta investigación exceden las características de esta publicación, el mapeo realizado sobre comunidades virtuales de “Mexicanos en la ciudad de Nueva York” a lo largo de todo el país resulta concluyente en ese sentido.

Resulta evidente la capacidad de estas comunidades para articularse como espacios de cohesión grupal y de afirmación identitaria, así como de convertirse en vehículos de expresión frente a una percepción de situación discriminatoria o de diferentes amenazas. En el caso de este grupo a través de numerosos ejemplos estudiados podemos focalizar dos de ellas: una exterior simbolizada en la figura de Donald Trump y otra en el proceso de aculturación de parte de su comunidad. Ambas contribuyen a la reafirmación identitaria

Facebook, como sostiene Diminescu (2011), ha demostrado ser un productor de capital social, así como una herramienta privilegiada para el fortalecimiento de vínculos culturales. En la comunidad virtual seleccionada hemos observado una participación significativa de mexicanos que aún no han emigrado pero que o bien son familiares o tienen la intención de emigrar y piden información útil. El grupo, por tanto, sirve de punto de encuentro entre migrantes de ambos lados de la frontera, y, como sostiene Oiarzabal (2013), “Se recrea así un espacio virtual que sirve de encuentro a la diáspora”. Sin embargo, la ausencia total de otras comunidades ajenas a la mexicana, así como el tratamiento que se realiza sobre ellas indican que en esta comunidad virtual el tipo de capital social generado es exclusivamente vinculante.

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