Introducción
El concepto de monoparentalidad se refiere a mujeres y hombres que son padres o madres
sin la presencia de una pareja, diferenciándose del esquema biparental. La monoparentalidad
femenina elegida, también conocida popularmente como “madres solteras por elección”,
se refiere a las mujeres que deciden ser madres sin la presencia de un compañero/esposo
o de una figura paterna o femenina para el hijo, y construyen trayectorias encaminadas
a la realización de este proyecto. Se sabe que las madres solteras siempre han existido,
configurando situaciones en las que la mujer terminaba criando sola a los hijos, ya
sea por divorcio o separación, viudez, abandono u otras situaciones que la llevaban
a un contexto de monoparentalidad forzada.
Es importante mencionar el fenómeno llamado “producción independiente” en Brasil en
los años 60-70, como una experiencia de la maternidad femenina por elección que se
dio entre las mujeres de clase media urbana que deseaban tener un hijo como proyecto,
independientemente de la opinión de su pareja al respecto. Esta “producción independiente”
surgió como parte del cuestionamiento de la época sobre la desigualdad entre hombres
y mujeres, y su impacto en los conceptos de familia y sistema de filiación (Szapiro, Féres-Carneiro 2002). En este contexto la maternidad se concibe como un proyecto de exclusiva elección
femenina, en una decisión planificada, buscando negarla como un destino inevitable.
Sin embargo, la exigencia del nombre del padre en el registro del niño nacido denota
el peso de las dimensiones culturales y simbólicas inherentes a la procreación.
Nos ocupamos en este artículo de la monoparentalidad femenina por elección, término
que se refiere a un tipo de maternidad sin pareja (Golombok 2015). Este es un fenómeno emergente y ha sido objeto de estudios en España (Jociles, Rivas 2010; Rivas, Jociles y Moncó 2011; Frasquet Aira 2013; Leyra, Alamillo y Kovalinka 2013), Inglaterra (Golombok 2015; Graham 2018), Estados Unidos (Herz 2008), Argentina (Giallorenzi 2018) y Brasil (Szapiro, Féres-Carneiro 2002; Abrahão 2003; Teixeira, Parente y Bori 2009).
En el caso brasileño, las fuentes estadísticas no permiten establecer con certeza
la dimension del fenómeno, una vez que los datos censitarios disponibles no especifican
el número de familias monoparentales que sean por elección. En este sentido, y según
las estadísticas del 2020, el 12.2% de la población femenina es soltera con hijos
(IBGE 2020). La edad de las madres también está en aumento. En 1999, el número de bebés registrados
cuyas madres tenían 30 años o más era del 23.7% y, en 2019, este número correspondía
al 37.4% y en la región sureste la proporción alcanzaba el 41.8%, seguida de la región
sur, con el 40.9%. (IBGE 2020).
Este tipo de configuración familiar, como proyecto personal de la mujer soltera, construye
una identidad familiar diferente a la de la monoparentalidad forzada, en la que no
hubo voluntad de desarrollar el proyecto familiar en solitario (Rivas, Jociles 2013). Estas mujeres dialogan y negocian con las normas y valores sociales hegemónicos,
procesos culturalmente estandarizados, transgrediendo elementos normativos y modificando
las normas sociales (Rivas, Jociles Moncó 2011; Frasquet 2018).
En general, el fenómeno en cuestión se refiere a un proyecto de vida de mujeres que
tienen ciertas características socioeconómicas similares, como tener estudios superiores,
ser independientes económicamente, pertenecer a grupos sociales de mediano o alto
poder adquisitivo y ser madres en una etapa de la vida identificada como edad madura
(Rivas, Jociles 2013, 17). Según los estudios realizados en Inglaterra por Golombok (2015) y Murray y Golombok (2018), se trata de mujeres que se convirtieron en madres a finales
de la treintena o principios de la cuarentena.
Desde el punto de vista jurídico, la familia monoparental está legalmente reconocida
y definida en la Constitución Federal de Brasil de 1988 (artículo 226, §4), como la
“comunidad formada por cualquiera de los padres y sus descendientes”, independientemente
de la causa de esta presencia única (Brasil 1988). Los nuevos reordenamientos sociales exigen la actualización del derecho de familia
y el reconocimiento de nuevos valores y nuevas formas de convivencia de las diversas
configuraciones familiares. Este cambio, tanto en las familias como en la condición
de la mujer, forma parte del proceso de modernización de la sociedad. No significa,
sin embargo, que sea un proceso homogéneo (Itaboraí 2015), pues está modulado por
condicionantes generacionales, de clase, de orientación sexual y de raza/color.
En relación con las mujeres que se deciden por la maternidad en solitario, existen
diversas posibilidades para realizar su proyecto. Existe la posibilidad de adoptar,
la de quedarse embarazada mediante relaciones sexuales con un hombre que no será la
figura paterna del niño, la de realizar la llamada inseminación casera,1 conociendo o no la identidad del proveedor del material genético y la de realizar
un tratamiento de concepción con técnicas de reproducción asistida (TRA)2 mediante el uso de material genético de terceros y bajo supervisión médica. Se trata
de opciones que resultan del compromiso entre varios elementos como: la situación
financiera, las restricciones legales existentes, la dimensión singular y subjetiva
de cada proyecto.
Aunque la adopción es una vía posible para la realización del proyecto, está perdiendo
cuota a medida que las TRA se expanden y se hacen más populares con la ampliación
del acceso a las mismas a algunos grupos sociales, y se constituye cada vez más como
un recurso de última opción para aquellas que han intentado las técnicas de TRA sin
éxito (Ramírez-Gálvez 2011). Además, el uso de las TRA se percibe como una ventaja frente a la adopción porque
permite a las mujeres experimentar el embarazo y otros procesos corporales, además
de tener un hijo que en principio va a tener la composición genética de alguno de
los progenitores (Golombok 2015).
En el curso histórico de los cambios en el campo de la familia, la crianza y la reproducción,
las posibilidades de concepción que han traído las TRA han permitido a las mujeres
solteras buscar la maternidad a través de un embarazo sin sexo, cambiando la ecuación
de las relaciones sociales durante la crianza. En Brasil, el desarrollo de las TRA
ha continuado en un contexto de baja regulación (Machin 2018; Machin, Mendosa y Augusto 2020) y aún no existe una ley específica que regule estas prácticas. Este vacío se llena
mediante las normas éticas del organismo regulador de la medicina, el Consejo Federal
de Medicina (CFM). Actualmente, la resolución vigente es la número 2.294/2021, que
en sus principios generales abre la posibilidad de utilizar técnicas de reproducción
asistida por parte de parejas heterosexuales, personas solteras, lesbianas o gays.3 La donación de material genético está permitida siempre que no tenga carácter lucrativo
o comercial y siempre que sea preservada la confidencialidad de las identidades de
los donantes y receptores de gametos y embriones (CFM 2021). Está permitida la importación de material biológico para procedimientos reproductivos
en el país, con consentimiento de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa),
organismo del Ministerio de Salud.
En los últimos años ha aumentado el número de brasileñas solteras que han recurrido
al uso de material genético de terceros vía TRA para construir un proyecto de maternidad
en solitario (Anvisa 2017, O Globo 2019; G1 2019). Los datos de 2018, relativos a la importación de muestras seminales para su uso
en la reproducción humana en Brasil elaborados por Anvisa indican una práctica en
expansión. Para el periodo de 2011 a 2016, el aumento de la importación de muestras
seminales fue expresivo, del orden de más del 2,500% (Anvisa 2018). Esta tendencia continuó en los años siguientes. En 2017, hubo 860 anuencias de
importación, en 2018, 1,088 (Anvisa 2019). Entre los perfiles receptores del material
genético importado, tenemos: en 2014, 96 muestras para parejas heterosexuales, 24
para parejas lesbianas y 78 para mujeres solteras; en 2015, 165 para parejas heterosexuales,
77 para parejas lesbianas y 135 para mujeres solteras; en 2016, 178 para parejas heterosexuales,
91 para parejas lesbianas y 167 para mujeres solteras; en 2017, 359 para parejas heterosexuales,
173 para parejas lesbianas y 328 para mujeres solteras, todo ello en números absolutos
(Anvisa 2017 y 2018).
La disponibilidad limitada de donantes en el país,4 junto con el aumento de la demanda, especialmente en los procesos dirigidos a mujeres
solteras y parejas de lesbianas, es una de las razones del crecimiento de la importación
(Anvisa 2017, 2018; O Globo 2019; G1 2019). Es importante destacar que la situación también se deriva de la entrada de los
mayores bancos de semen americanos en el mercado brasileño, estimulando los procesos
de importación y los ideales en cuanto a la posibilidad de optar por ciertas identidades
biológicas y características fenotípicas y por la capacidad de gestión de los riesgos
potenciales de una vida biológica no deseada (Daniels 2006; Machin, Couto 2014; Mazzilli 2017).
Cabe destacar que el acceso a las TRA en el país es limitado debido a su alto costo,5 lo cual restringe la participación de una gran parte de la población interesada (Ramírez-Gálvez 2009), además de que estas tecnologías no están disponibles en el sistema público de salud.
Según Anvisa, en el país hay 154 clínicas de reproducción que usan tecnologías de
alta complejidad, de las cuales el 90% son privadas y están ubicadas en el sudeste,
la región más rica del país (Anvisa 2020).
El perfil de las mujeres sin pareja que acuden a las TRA muestra condiciones sociales
muy particulares. Su considerable independencia económica debida a su mayor inserción
en el mercado laboral, aunado a los avances de la tecnología en el área de la reproducción
humana (métodos anticonceptivos y conceptivos) ha contribuido a la expansión de la
autonomía femenina en los ámbitos de la vida personal y profesional, especialmente
para las clases medias de la población.
Este trabajo analiza los proyectos de construcción de la monoparentalidad femenina
por elección mediante el acceso a las tecnologías reproductivas entre las mujeres
de la ciudad de São Paulo, Brasil, así como las implicaciones de los resultados en
el ámbito de la parentalidad, las representaciones sobre la familia, el género y la
maternidad.
Metodología
El estudio adoptó la metodología cualitativa, ya que esta permite la comprensión del
fenómeno a partir de la experiencia de los sujetos y de las normas sociales y culturales
que permean un tiempo histórico determinado. La técnica elegida para la producción
de datos empíricos fue la entrevista semiestructurada.
El guión de la entrevista semiestructurada se elaboró en torno a los ejes considerados
relevantes en el tema: la decisión de ser madre; el proceso de decisión de la maternidad
en solitario; el camino para realizar este proyecto materno a través de las TRA; el
uso de material genético de terceros; la concepción sobre la paternidad y la relación
afectiva y los desafíos derivados de este tipo de parentalidad para la participante
y el hijo resultante de este proyecto.
Los criterios de inclusión fueron los de mujeres sin hijos previos, residentes en
la ciudad de São Paulo-SP, con intención o en proceso de realizar un proyecto de maternidad
en solitario mediante TRA. Consideramos a las mujeres en diferentes escenarios: elaborando
el proyecto, con el tratamiento en curso o finalizado, con o sin éxito, en los últimos
cinco años.
El municipio de São Paulo-SP fue elegido para el trabajo de campo por su representatividad
entre las ciudades con mayor número de clínicas de reproducción asistida del país.6
Teniendo en cuenta que la monoparentalidad femenina por elección en Brasil mediante
el acceso a las tecnologías reproductivas es un fenómeno hasta ahora poco investigado,
se buscaron algunas estrategias para llegar a las posibles entrevistadas. Inicialmente,
se realizó una búsqueda en la web a través de contenidos sobre la monoparentalidad femenina elegida. En esta búsqueda
se accedió a sitios, grupos abiertos en redes sociales que albergan a madres solas
por elección. Sin embargo, las interacciones en el medio virtual no proporcionaron
el acceso esperado a las potenciales entrevistadas. Se ha comprobado que muchas mujeres
aún se resienten de los posibles juicios sociales y los estigmas asociados con estas
elecciones fuera de los patrones culturales hegemónicos de la parentalidad y la conyugalidad
en la sociedad brasileña. A partir de las dificultades encontradas para conseguir
entrevistadas a través de los contactos en la web, se utilizaron dos estrategias en la construcción del trabajo de campo: la búsqueda
de posibles entrevistadas mediante la consulta en las clínicas de reroducción asistida
y el acceso a las redes sociales informales de los investigadores mediante el método
de bola de nieve. En este método se reciben sugerencias de posibles participantes
posteriores indicadas por las primeras entrevistas realizadas (Kendall et al. 2008). El presente estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación de
la institución ejecutora.
Se realizaron diez entrevistas semiestructuradas entre 2019 y 2020. Hubo dos mujeres
solas en proceso de desarrollo del proyecto monoparental, una participante que estaba
en tratamiento de TRA, dos mujeres embarazadas a través de TRA y cinco participantes
con hijos menores de cinco años resultantes de trayectorias de maternidad en solitario
a través de TRA.
La mayoría de las entrevistas se realizaron de forma virtual, a pesar de que la invitación
inicial proponía una entrevista cara a cara. Muchas de las entrevistadas alegaron
dificultades en el horario de trabajo o incluso en la rutina diaria de la monoparentalidad,
en la que concilian el trabajo y la crianza de los hijos. Así, se realizaron siete
entrevistas mediante videollamadas y tres en persona. Las entrevistas se grabaron
con el consentimiento de las participantes y cada entrevista duró una media de 60
minutos.
El perfil de las entrevistadas oscilaba entre los 24 y los 45 años de edad. El nivel
educativo era el de la enseñanza superior en casi todos los casos, con la excepción
de una entrevistada que ha completado el bachillerato. Los ingresos mensua les oscilaban
entre 280.00 y 6,550.00 dólares americanos. De las diez participantes, ocho se declararon
blancas y dos mulatas. El Cuadro 1 presenta la caracterización de las entrevistadas.
Cuadro 1:
Caracterización de las entrevistadas.
Nombre*
|
Edad (años)
|
Situación del proyecto monoparental
|
Escolarización
|
Profesión
|
Ingresos mensuales en US$ (considerando que 1.00 dólar = 5.26 reales)
|
Con quién vives
|
Raza/Color
|
Orientación sexual
|
Amelie
|
38
|
Embarazada
|
Graduada
|
Mujer de negocios
|
2,851.71
|
Sola
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Brigite
|
24
|
Tiene un hijo
|
Escuela secundaria
|
Niñera
|
285.17
|
Esposa e hija
|
Blanca
|
Lesbiana
|
Caterine
|
40
|
En el tratamiento
|
Graduada
|
Secretaria ejecutiva
|
1,330.79
|
Sola
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Dafne
|
35
|
Tiene un hijo
|
Máster
|
Doctora
|
2,851.71
|
Madre e hijo
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Emma
|
32
|
Embarazada
|
Graduada
|
Correctora de pruebas
|
1,596.95
|
Madre y padre
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Fiorella
|
23
|
Proyecto
|
Estudiante de máster
|
Cirujana dental
|
285.17
|
Sola
|
Mulata
|
Hetero cis
|
Giulia
|
30
|
Proyecto
|
Graduada
|
Doctora
|
1,996.19
|
Sola
|
Mulata
|
Hetero cis
|
Irina
|
43
|
Tiene hijos
|
Graduada
|
Anunciante
|
6,653.99
|
Con niños
|
Blanca
|
Hetero cis
|
María
|
45
|
Tiene un hijo
|
Graduada
|
Presentadora de televisión
|
ND**
|
Con su hija
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Judith
|
43
|
Tiene un hijo
|
Graduada
|
Periodista
|
1,140.68
|
Padre, madre e hijo
|
Blanca
|
Hetero cis
|
Todas las entrevistas fueron transcritas y leídas detenidamente con el fin de realizar
su análisis. Posteriormente, se crearon y ordenaron las categorías analíticas considerando
el objeto de la investigación, los objetivos del estudio y su articulación con la
bibliografía del campo investigado (Minayo 2012). Presentaremos los resultados y el análisis a partir de las siguientes categorías:
la construcción del proyecto monoparental y las estrategias reproductivas.
Limitaciones del estudio. Los datos sobre el uso de células germinales, la expansión de las clínicas y el
uso de TRA por parte de mujeres solteras demuestran que este fenómeno está creciendo
en Brasil. A pesar de ello, se encontraron dificultades para captar entrevistadas
para el estudio. El celo de las mujeres por preservar la intimidad sobre su opción
a ser madres mediante TRA, incluso si el contacto se realizaba virtualmente, puede
ser indicativo de que todavía existe una resistencia social a ciertas decisiones reproductivas
de las mujeres. La propia petición de que la entrevista se realice sin imagen es un
dato que se ha tenido en cuenta en el análisis del estudio.
Del sueño de la maternidad y de la mujer profesionalmente realizada a la monoparentalidad
El proyecto personal de monoparentalidad femenina se basa en las posibles opciones
reproductivas, presentando diversidad en cuanto a acceso, costes y condiciones para
su realización. Esta maternidad deseada está permeada por la legislación vigente en
materia del derecho a la concepción y los derechos de la infancia, las normas y recomendaciones
de los colegios profesionales y de las instituciones sanitarias que regulan el acceso
a la misma, además de cuestiones subjetivas que se entrelazan con las elecciones realizadas
en la construcción del proyecto, que serán abordadas a continuación.
No hay tantas rupturas con el ideal de la maternidad, porque la narrativa construida
se basa en la premisa del sueño de la maternidad, alimentado por el sentimiento de
haber “nacido para ser madre”. Esto fue prácticamente unánime como discurso introductorio
de las interlocutoras cuando aceptaron compartir parte de sus historias. Emma, que
optó por realizar la ovodonación7 como medio de obtener descuentos en el valor del tratamiento de TRA, expresó su sentimien
to hacia la maternidad: “Creo que (ser madre) es el único objetivo de mi vida. He
nacido para ello.”
Se puede considerar la declaración de “siempre quise ser madre” como un recurso para
expresar que su proyecto de maternidad es tan válido como el de las mujeres que lo
llevan a cabo en pareja (Rivas, Jociles y Moncó 2011).
Teniendo en cuenta la importancia de la maternidad en la sociedad brasileña, es significativa
la influencia religiosa del cristianismo y sus raíces en las simbologías maternas.
En este sentido religioso, la maternidad está vinculada con el valor de la mujer,
que cumple su destino natural al ser madre. La construcción social histórica de las
formas de familia, sociabilidad y noción de individuo en la cultura iberoamericana
tiene intensas raíces católicas (Machado 2001).
Irina estaba esperando el resultado de uno de los ciclos de fecundación in vitro (FIV) realizados y comenta que, en un momento en el que creyó que había habido un
fracaso en el intento de concepción, habló con Dios y asoció su valor como mujer a
la consecución de la maternidad:
Siempre fui criada como católica, pero siempre tuve una relación con Dios casi de
igual a igual, ya sabes, en la conversación, dije [...] “Sabes que lo quiero tanto”
[...] y luego dices “joder, no soy una persona tan agradable, ya que nadie ha querido
venir (conmigo)”. (Irina).
También está presente el sueño de conciliar la carrera profesional y la maternidad,
o la ideación contemporánea de la supermujer- supermamá. En el caso de las mujeres
que han alcanzado una posición de autonomía socioeconómica, y que han podido optar
por un proyecto monoparental, el sentimiento de realización es la suma de la maternidad,
que es un símbolo de gran valor, y del triunfo en la esfera profesional.
Creo que ser madre en solitario por producción independiente es demostrar que eres
una mujer jodidamente poderosa, ¿sabes? Que te hagas cargo y tomes las riendas de
tu vida. Y te sientes muy poderosa por no tener que esperar a nadie ni depender de
nadie para hacer realidad un sueño. Ya sabes, ocuparte de todo por ti misma, criar
un hijo por ti misma, ocuparte de todo y educarlo. Así que creo que ser madre soltera
me da una sensación de fuerza, de poder. (Judith).
Caterine, en tratamiento de TRA, en busca de su primer embarazo, vive en un contexto
de “adicción al trabajo”, tal y como nos relata en la entrevista, y en un momento
de la misma llega a confundir los términos “profesional” y “personal” en ocasión de
abordar el tema de la maternidad. Se corrigió inmediatamente pero plantea la idea
de que la “maternidad” y la “profesión” ocupan el mismo espacio en su sentido de la
realización:
Para mí el significado de tener un bebé, de ser madre, es esa realización profesional,
perdón, personal. De cuidar mi pedacito, una continuación de mí, en realidad. (Caterine).
La decisión de la monoparentalidad germina en un momento de la trayectoria vital de
las mujeres marcado por la independencia económica, que les dota del poder de elección
a la maternidad perseguida. Estas mujeres tienen la idea de que la maternidad que
han elegido en solitario es fruto de un profundo deseo que exige una planificación.
En ese momento, había escuchado tantas historias, va a una fiesta, tiene sexo, el
tipo borracho, luego sale con él, el tipo desaparece y pienso, “colega, no tengo nada
en contra de los que lo hacen, pero no es lo que quiero para mí”. (María).
Entre las posibles opciones para ser madres, se mencionaron las relaciones amorosas,
con la dimensión del matrimonio como camino esperado en algún momento de la vida para
la construcción de una familia. Para algunas, una vez superadas las posibilidades
de concretar la maternidad en una relación amoroso-matrimonial, las TRA surgen como
una “solución” para el proyecto de maternidad.
Hasta hoy no he encontrado un compañero que piense igual que yo, que merezca la pena
para compartir este proyecto. Pienso en tenerlo sola incluso porque creo que para
educar a un niño hay que estar muy alineado con otra persona. (Giulia).
Para Emma, su anterior relación amorosa, que caracteriza como “abusiva”, tuvo una
gran influencia en su decisión de ser madre soltera:
Viví una relación muy tóxica, una relación abusiva. Fue muy difícil salir de ella,
volver a ponerme en pie después. [...] Creo que precisamente por todo lo que viví,
empecé a tener mucho miedo de volver a tener una relación. [...] Y entre estar en
una mala relación que me hace sentir mal y ser madre en solitario, prefiero ser madre
en solitario. (Emma).
Son personas con buena situación, de clase media y con alta educación e ingresos en
su mayoría, y eligen un proyecto monoparental que ha sido reforzado por una “retórica
de la igualdad”, presente en la política, los medios de comunicación, la vida pública
y el sistema educativo, entre otros, que cuestiona la polaridad de género y aboga
por la igualdad de derechos y oportunidades, posibilitando la diversidad y pluralidad
de estilos de vida, personales y familiares (Jociles, Rivas 2013). Estamos en el centro de los cambios provocados por las TRA, con amplias modificaciones
dentro de la sociedad en lo generacional, relacional y reproductivo.
Estrategias reproductivas
Las trayectorias construidas se configuraron dentro de las posibilidades de lo que
era factible para cada una de ellas en sus contextos vitales.
Emma aceptó la propuesta de donar parte de sus óvulos para que la clínica le financiara
el tratamiento y así poder realizar su proyecto de ser madre monoparental, como ella
misma comenta: “Descubrí una clínica y daban tratamiento gratuito a las donantes.
Tenía la edad suficiente, hasta los 35 años se puede ser donante; dije, ‘voy a ir
allí’”.
Tenía muchos óvulos maduros y también en mi inducción. [...] Tenía 32 años. En la
primera inducción (de la ovulación) había 26 óvulos maduros, en la segunda 20 y en
la tercera 22. Entonces el médico me dijo, “mira, no necesitaremos todo esto. Así
que, si quieres, puedes donar. Nos quedamos con la mitad y te hacemos la biopsia de
algunos embriones. El banco se quedó con 11 óvulos, me hicieron la biopsia de 3 embriones
y de estos 3 embriones, 1 fue descartado con trisomía 16.8 Y quedó una pareja. Me implanté ambos y solo uno prosperó. (Emma).
María demuestra que conocer la posibilidad de este tipo de maternidad le abrió una
opción.
Yo sabía que la posibilidad de ser madre en solitario existía, porque ya lo había
visto en Sex and The City, ya había visto una película con Jennifer López, así que sabía que existía, incluso
Sarah Jessica Parker, hace de madre de alquiler. Así que sabía que todo esto era posible.
No me metí en foros y demás, no estaba tan extendido en Brasil, ¿sabes?, pero luego
me pareció que era una opción muy chula, una opción honesta, posible. (María).
Para ella, era importante que una figura pública con repercusión nacional hablara
públicamente de la construcción de su proyecto de maternidad en solitario por elección,
dando visibilidad en la sociedad a este tipo de configuración familiar.
En cuanto a la elección de la técnica de reproducción asistida que se utilizó, Dafne,
que es ginecóloga obstetra, comentó por qué eligió la FIV (fecundación in vitro) para realizar su proyecto de monoparentalidad:
Yo opté por la FIV directa porque en teoría tienes más posibilidades. Si solo tienes
una muestra, fecundas tantos óvulos como tengas. Y tuve unos cuantos. Así que tienes
la oportunidad de hacer más “embriones”. Si no funciona la primera vez, puedes intentarlo
varias veces, con tantos embriones como puedas formar. Así que, en teoría, se gasta
menos por más. Con este razonamiento decidí pasar directamente a la FIV. (Dafne).
Dafne consideró que la FIV, en relación con la inseminación artificial, le daría más
posibilidades de obtener un mayor número de embriones, aumentando así la posibilidad
de quedarse embarazada. También considera que, en general, el gasto del procedimiento
sería menor debido al número de intentos que podría realizar. Es decir, dependiendo
del número de embriones que se desarrollen a partir de la FIV, podría realizar el
procedimiento de transferencia de embriones al medio uterino más de una vez.
Caterine comenta el diálogo que mantuvo con el médico especialista en reproducción
humana al que acudió para iniciar su tratamiento de la TRA para ser madre soltera:
“Le dije ‘Dr. no quiero hacer una FIV’. Porque eran 5,500 dólares americanos y yo
no tengo esa cantidad de dinero, en efectivo”, comentó. La elección de la técnica de la TRA que utilizó Caterine se basó en razones
económicas, más que en las características de la técnica en sí. Por lo tanto, señaló
esta cuestión al médico para que se valorarse la mejor estrategia reproductiva en
función de las condiciones de Caterine.
En el caso de Brigite, la madre soltera más joven de las entrevistadas (24 años en
el momento de la entrevista), su singular trayectoria reproductiva estuvo condicionada
por la cuestión económica:
También tenía la opción de conseguirlo en (el banco de semen de) Brasil, pero el coste
era de unos US$920.00 dólares americanos, mucho más caro de lo que mis condiciones
financieras “permitían”. Ya había hablado con mis dos amigos, ambos habían aceptado
(donar semen). Así que solo faltaba pensar cuál de los dos sería el elegido. (Brigite).
Brigite no utilizó material genético masculino de un banco de semen, sino de un amigo
y la inseminación se produjo en una clínica de TRA. La utilización de material genético
de terceros con fines reproductivos se realiza bajo condición de anonimato en Brasil.
La situación relatada es contraria a la normativa vigente en el país,9 que determina el principio de anonimato entre proveedor y receptor de material genético.
El recurso del donante conocido burlando el anonimato del proveedor del material genético
suele ser visto como una amenaza por parte de las madres solas por elección porque
da paso a la posibilidad de la presencia del proveedor de semen dentro de la familia
monoparental, debilitando la autonomía del proyecto familiar y forzando su presencia
en la familia, aunque su inserción en el proyecto se haya basado mediante un pacto
con criterio diferente (Jociles, Villaamil Pérez 2012; Frasquet 2018).
La independencia de las mujeres, que implica su autonomía, puede configurarse en diferentes
grados en una sociedad. Factores como la vulnerabilidad social, racial y económica
pueden generar un contexto de dificultades que interfieren en las posibilidades de
elección individual. Amelie comenta lo que fue relevante en la formulación de su proyecto
de maternidad sin conyugalidad:
Tengo estabilidad económica, una familia que me apoya, tengo todo esto, no todo el
mundo (lo tiene). Soy una mujer muy independiente. Nunca fui emocionalmente dependiente
de un hombre. Creo que este es un tema que puede obstaculizar mucho a las mujeres.
(Amelie).
La estabilidad financiera y el apoyo familiar se mencionaron como elementos importantes.
Para Emma, la independencia en una relación amorosa se articula con su decisión: “Empecé
a pensar en el tema de la producción independiente porque dije ‘es mi deseo y mi voluntad’.
No necesito necesariamente estar en una relación para eso” (Emma).
Elección del material genético internacional: anonimato o identidad conocida
Las normas brasileñas no permiten que los proveedores de semen sean remunerados o
compensados para no establecer una relación comercial. Sin embargo, permite su importación,
en un proceso llevado a cabo por la clínica reproductiva o el banco de semen provocando
una situación de ambigüedad. Judith comenta la distinción entre utilizar un proveedor
brasileño o importarlo,
Si hoy en día se hace un balance de la información que tenemos en los bancos aquí,
hay muy poca. Es realmente un tiro a ciegas; no hay información en los bancos brasileños.
En los bancos extranjeros, aunque no hagas esa pregunta, aunque no optes por la pregunta
de conocer al donante de 18 años... tienes mucha más información genética, hereditaria
y todo lo demás. Se puede ver la foto del donante cuando era niño; se obtiene algo
menos que un tiro a ciegas. Eso marca una gran diferencia. (Judith).
Se critica que el contexto de anonimato vigente sobre la identidad del proveedor en
el país limita el proceso de definición del material genético. Amelie habla de la
ascendencia del donante del material genético masculino y del banco de semen; en su
caso, optó por un banco internacional:
Es horrible decir esto, pero, bueno, al principio elegí un donante no brasileño, del
banco europeo. La doctora que hizo la inseminación artificial dijo que trabajaba con
el banco americano. Sé que el banco americano fue más serio, hizo aún más pruebas,
así que, hay muchas cosas sobre la persona, sobre el donante. (Amelie).
Al ser un mercado competitivo, los catálogos de los proveedores de semen se elaboran
cada vez más para explorar el imaginario asociado con la excelencia del material biológico
o genético del que disponen. En el caso de los bancos de semen norteamericanos, la
disponibilidad de las fotos de la infancia del proveedor, su historial de salud y
el de sus padres, así como su árbol genealógico, se considera muy atractiva, incluso
cuando no se pretende adquirir material genético con identidad abierta (Mazzilli 2017). Además, la lectura de las entrevistas a los proveedores que exponen sus intereses
personales, aficiones y motivaciones para donar su material genético, permite conocer
mejor a los proveedores en su subjetividad, más allá de sus características físicas.
Es importante reconocer que esta información implica la construcción de identidades
y tiene un atractivo comercial, para captar efectivamente a la consumidora.
La elección de las características de los donantes se extiende más allá de las características
físicas a los atributos “sociales”, que permiten a los receptores acercarse a los
donantes (Luna 2005). Así, comenta Amelie:
Elegí a una persona que me pareció más seria, más parecida a mí, que tenía un título,
que pensé que se parecía un poco a mí físicamente, como mi familia. Porque hay fotos,
claro. Puso fotos de todas sus edades, desde un niño pequeño hasta un adulto. (Amelie).
Caterine recuerda en la entrevista la sugerencia del médico al revisar el catálogo
de donantes disponibles de componer un proceso de elección de muestra de semen basado
en la información sobre el donante:
El banco de semen con el que más trabajan allí es el internacional, que es... Y él
(el médico) dijo, “ya que no vas a tener padre, puedes reunir a tus amigas en casa
el fin de semana y pasar horas buscando, eligiendo, viendo fotos de él de bebé y todo
lo demás”. (Caterine).
La afirmación del médico “ya que no habrá padre” dirige a la mujer soltera a un tipo
de proceso de elección diferente al que se produce en el grupo compuesto por parejas,
en el que hay una segunda persona que participa directamente en la elección de la
muestra. Las que optaron por el banco brasileño mencionan otras cuestiones en su decisión
de adquirir semen. Judith comentó su elección de muestra de semen de un banco brasileño:
Necesitaba más rapidez; opté por el banco brasileño por el coste y también por el
tiempo, porque ya estábamos en pleno proceso [de tratamiento de TRA]. (Judith).
La mayoría de las mujeres entrevistadas muestra preferencia por muestras seminales
de donantes anónimos en lugar de utilizar el semen de un donante conocido, con el
objetivo de evitar las posibles complicaciones de la participación del donante en
la familia a medida que el niño crece (Golombok 2015).
Prefiero un anonimato total, precisamente para no tener ese peligro del vínculo...
algo que ya está decidido y que es casi como retroceder en la decisión, ¿sabes?...
Para mí sería más fácil no saber absolutamente nada (sobre el donante) y decirle (al
niño) que tampoco lo sé, que crear esta idea de intentar crear un vínculo y no ser
nada de eso y crear una frustración después. (Fiorella).
Para Fiorella, el uso de material genético anónimo es un camino hacia una mayor seguridad,
ya que reconoce un peligro en la posibilidad del vínculo entre la descendencia y el
proveedor. Para estas mujeres, las TRA se ven como una posibilidad de evitar los posibles
vínculos sociales entre el proveedor y el niño generado. Este proceso en el que se
elige el material genético se corresponde con los estudios realizados en el país sobre
la reproducción asistida entre parejas de lesbianas (Souza 2004; Corrêa 2012; Machin y Couto 2014).
Consideraciones finales
El análisis de las entrevistas revela un sentimiento de realización ligado al valor
de la maternidad y también, que la realización personal está relacionada con la esfera
profesional de estas mujeres. La decisión de la maternidad en solitario no es siempre
algo deseado desde el principio, sino que se optó por ella ante algunas cuestiones,
como el paso del tiempo biológico, que implica la caída de la fertilidad femenina,
el desajuste en las relaciones afectivas, los cambios sociales con la pérdida del
valor de la estructura matrimonial tradicional y la legislación que reconece la maternidad
elegida en solitario.
Las motivaciones que impulsan la elección de la monoparentalidad femenina y las decisiones
reproductivas que se toman se producen bajo condiciones y restricciones que condicionan
las acciones individuales. El concepto de familia, especialmente en los casos de familias
monoparentales por elección, no surge como simple producto de la experiencia vital
personal, sino como resultado de diferentes condicionantes creados socialmente, como
los modelos alternativos de familia (Rubio, Poveda y Rivas 2013).
La reproducción asistida está en el centro de las relaciones de género, impregnadas
por las preocupaciones contemporáneas sobre la familia y las nuevas formas de parentalidad
(Tamanini 2004). Las exigencias que conducen a la maternidad monoparental obedecen a motivaciones
variadas y constituyen un importante campo de análisis para comprender las nuevas
formas de transmisión generacional que pueden surgir de ellas (Szapiro, Féres-Carneiro 2002).
Con un mayor poder de decisión sobre la dirección de sus vidas, las mujeres están
más capacitadas para elegir trayectorias alternativas a las que antes se consideraban
obligatorias, como el matrimonio único y la maternidad. También vemos que las restricciones
siguen presentes en la vida de las mujeres, derivadas de las asimetrías de género
que afectan las estructuras sociales, las dificultades de movilidad social ascendente
de las mujeres madres en su trabajo, las jornadas extras de trabajo invisible en el
hogar y en la crianza de los hijos. La materialización de la monoparentalidad como
proyecto maternal personal conlleva el reto de conciliar las exigencias individuales
y profesionales con la experiencia de la maternidad, y también lleva a la necesidad
de elaborar una narrativa sobre la construcción del proyecto monoparental para los/as
futuros/as hijos/as.