Introducción
Desde finales de los años sesenta del siglo XX, la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) estudió
las formas de incluir el tema ambiental como un recurso educativo (Novo 1998). Hace más de una década se estableció que los programas de educación profesional
deben constituir, como parte de sus compromisos con la sociedad, las formas de desarrollar
la capacidad de reflexionar y entender las consecuencias del modelo de desarrollo
actual en los futuros profesionistas, además de proponer modelos alternativos, todo
ello replanteando las bases del modelo económico y social desde el enfoque de la sustentabilidad,
de modo que los egresados se conviertan en detonadores de acciones concretas con un
efecto multiplicador a nivel regional y global (Novo 2009).
A finales de los años setenta existía el debate sobre si la educación ambiental debía
promover una visión ecologista o una visión más integral y de desarrollo. La visión
ecologista centraba la problemática ambiental en las actividades humanas y en la pérdida
de la biodiversidad, su objetivo era mantener un buen ambiente mediante acciones de
protección, con un comportamiento individualista y mediante lecciones de temas específicos,
bajo el contexto local y global. La visión integral y de desarrollo se enfoca en el
conflicto que se genera por seguir los objetivos humanos, aprovechando la capacidad
de comunicarnos entre nosotros y con el entorno, lo cual consigue desarrollar sensibilidades
olvidadas, se revaloran las formas de conocimiento y se evalúa una variedad de experiencias
educativas que aplican sus lecciones a ámbitos más amplios, menos antropomorfizados.
Lo anterior requiere una permanente dimensión crítica que busque mejorar los abordajes
del pensamiento y la acción, y con ello fortalecer su compromiso con la sustentabilidad,
desarrollando la creación de puentes de comunicación entre la educación formal y la
no formal (Tréllez y Wilches-Chaux 1999; Macedo y Salgado 2007).
Con el origen del concepto desarrollo sostenible en 1987, se enfatizó la existencia de un mundo dividido entre la prosperidad de algunos
y la gran pobreza de una proporción de la población, en donde se hizo notar que el
desarrollo se construyó en detrimento de los ecosistemas, la degradación de la atmósfera
y la perturbación del clima (Macedo y Salgado 2007).
A partir de estas formulaciones, el concepto desarrollo sostenible orientó la estrategia
educativa ambiental, que algunos denominaron educación para el desarrollo sostenible
(EDS) (Macedo y Salgado 2007). La EDS pretende dar respuesta, por parte de la sociedad, al agravamiento de los
problemas medioambientales, apostando por una educación que genere una conciencia
ambiental para el logro de patrones de desarrollo sostenible y que abarque todos los
niveles de enseñanza, lo cual todavía constituye un reto en la actualidad (Simões, Yanes y Álvarez 2019). Sin embargo, es el paradigma de la sustentabilidad el que presupone alcanzar una
armonía entre las diversas aristas que incluyen el desarrollo humano, tales como la
economía, la sociedad, la naturaleza, la cultura y la tecnología, a través de las
cuales la dimensión ambiental cruce transversalmente este proceso de desarrollo (Alea 2005). Autores como Macedo y Salgado (2007) y, posteriormente, Rodríguez y Vázquez (2010) sugerían la necesidad de reducarnos hacia un pensamiento crítico y adoptar estilos
de vida sustentables, lo cual exige una orientación distinta de la educación, incluyendo
los sistemas y también las políticas, contenidos y prácticas, con el fin de que todos
puedan tomar decisiones y actuar de manera apropiada y pertinente, tanto en el plano
cultural como en el social, para encauzar los problemas y las situaciones que amenazan
nuestro futuro común. Además de cumplir con sus funciones primordiales, se ha propuesto
que las universidades funjan como actores estratégicos que atiendan las demandas de
nuestro tiempo a través de la discusión conceptual de sustentabilidad y búsqueda de
nuevas estrategias de desarrollo.
Para lograr lo anterior, es necesario construir marcos de formación profesional centrados
en las teorías de sistemas complejos, incorporar diversos campos disciplinarios, integrar
las nociones de sustentabilidad a las políticas públicas y corporativas y, finalmente,
llevarlas a cabo para atender los problemas sociales, ambientales y económicos (Rodríguez y Vázquez 2010). El propio paradigma de la sustentabilidad consiste en un trabajo interdisciplinario
que exige la integración de la teoría de varias disciplinas, a través de las cuales
se busca entender las interacciones entre naturaleza y sociedad, asociándolas de manera
estrecha con las acciones que afronta la crisis ambiental global. Se requiere de la
integración de diversas áreas científicas bajo enfoques interdisciplinarios debido
a la multiplicidad de factores causales involucrados en el proceso y la inclusión
del conocimiento de diversos sectores de la sociedad, lo cual es fundamental para
desarrollar nuevas concepciones de construcción y uso del conocimiento, más amplias
y flexibles que las que predominan en las ciencias convencionales; nuevas estrategias
de investigación así como adecuaciones institucionales para lograrlo (Casas, Torres, Delgado, Rangel, Isley, Torres, Cruz, Parra, Montero y Camou 2017).
Para el año de 2010, la Universidad de Indonesia desarrolló un sistema de clasificación
internacional que mide las políticas de sostenibilidad ambiental de las instituciones
de educación superior (IES) otorgando una calificación a las acciones que realizan,
clasificándolas en seis categorías: eficiencia energética y lucha contra el cambio
climático, la gestión de residuos, los recursos hídricos, la infraestructura, el fomento
del transporte no contaminante y la educación ambiental. A este índice se le conoce
como UI Green Metric, también denominado University of Indonesia Green Metric World
University Ranking. Esta clasificación ha permitido tener un listado de universidades
que cuentan con prácticas asociadas a la sustentabilidad universitaria a nivel internacional.
Sin embargo, en Iberoamérica (América Latina, España y Portugal), de acuerdo con los
autores González y colaboradores (2015), la incorporación de la sustentabilidad en
las IES es un proceso aún más reciente. Otros investigadores señalan que en América
Latina las IES son los lugares donde mayor resistencia se presenta para incorporar
la dimensión ambiental en sus planes y programas de estudio. Son los espacios educativos
donde los estudiantes deberían llevar consigo la mentalidad y la reflexión constante
de cómo impacta su quehacer en el territorio y medio ambiente (Carrillo y Moretto 2011).
En México, desde 1998, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (ANUIES) elaboró una propuesta para promover la renovación de la
educación superior en relación con cinco ejes de transformación: gobernanza para el
desarrollo del sistema de educación superior, ampliación de la cobertura con equidad
y calidad, mejora continua de la calidad de la educación superior, ejercicio pleno
de la responsabilidad social y certeza jurídica y presupuestal para el desarrollo
de dicha educación. El cuarto eje, “ejercicio pleno de la responsabilidad social”,
reconoce la responsabilidad social como un principio rector de la educación superior,
expresado en la pertinencia social como función sustantiva de las IES, de modo que
sean agentes de cambio que contribuyan al bienestar de la población, a la generación
de propuestas ante los retos de la sociedad y a la construcción de sociedades más
prósperas, democráticas y justas (ANUIES 2000).
En el año 2000, y por iniciativa del Centro de Educación para el Desarrollo Sustentable
(Cecadesu) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), se
creó el Consorcio Mexicano de Instituciones de Educación Superior para la Sustentabilidad,
denominado «Complexus», que planteó el objetivo de trabajar de manera colaborativa
en la búsqueda de la sustentabilidad en las IES, y cuya misión es impulsar y fortalecer
los procesos de su incorporación en las funciones sustantivas y en la gestión de las
IES en nuestro país, mediante la colaboración de sus programas e instancias ambientales
de carácter institucional así como de sus comunidades.
A pesar de estos esfuerzos y, desde el punto de vista de las políticas institucionales,
González y colaboradores (2015) observaron que no hay congruencia con el supuesto
propósito de trascendencia hacia una universidad sustentable: las IES han conducido
sus procesos de planeación para la sustentabilidad con independencia de otros procesos
académicos y sin el adecuado eslabonamiento a través de un plan transversal.
En este sentido, también Shriberg y Tallent (2003) señalan que, desde la Declaración de Talloires en 1990, el campo de la sustentabilidad
en las IES se ha nutrido de muchas propuestas y recomendaciones, así como de narrativas
de lecciones aprendidas, pero se ofrecen pocos datos, pruebas empíricas o desarrollos
teóricos rigurosos. Por ello, las universidades y los educadores carecen de un enfoque
coordinado de la evaluación de las iniciativas en los campus, que proporcionen estrategias
bien fundadas para una aplicación eficaz.
Así, la sustentabilidad solo ha logrado impregnar de forma superficial y limitada
la cultura de las comunidades universitarias, ello pese a las condiciones supuestamente
óptimas de las instituciones a las que se les atribuye una responsabilidad social
específica e inherente a su misión: la de crear conocimiento científico y humanístico
para utilizarlo en la formación de las élites profesionales e intelectuales de sus
sociedades de referencia (González, Meira y Martínez 2015). En el informe mundial 2011, elaborado por la Global University Network for Innovation,
sobre los retos y compromisos de las universidades con la sustentabilidad, se señala
que una de las principales dificultades que enfrentan las IES radica en la estructura
excesivamente disciplinar y compartimentada que persiste en la mayoría de las universidades,
incluso, esta estructura impide un acercamiento integrador y globalizado a la crisis
ambiental (Global University Network for Innovation 2011).
Por su parte, la Universidad Veracruzana ha sugerido que existe incompatibilidad entre
los objetivos de sustentabilidad planteados por las universidades y las políticas
administrativas y de fiscalización federal y estatal que la universidad debe acatar.
Ello se traduce en una alta burocratización de los pro cesos y en la dificultad de
integrar criterios de sustentabilidad en ámbitos como la adquisición de bienes y servicios
o la automatización de trámites (CoSustenta 2020).
Otra limitante que se ha visualizado es la banalización de la sustentabilidad, diluida
dentro del concepto de “responsabilidad social”, transferido del mundo de las empresas
privadas hacia la comunidad universitaria, la cual genera un desencuentro entre un
discurso estratégico formalmente proambientalista y algunas prácticas políticas, económicas
y académicas en las que se imponen los criterios y los intereses del mercado. Otros
autores visualizan un incremento en la competitividad entre universidades y grupos
académicos con derivaciones incoherentes entre las acciones concretas y el establecimiento
de políticas desde el punto de vista de un discurso social y ambiental responsable.
Los autores González y colaboradores (2015) se refieren al caso de la elaboración
de rankings, que califican metas y acciones realizadas, pero no incluyen el desarrollo y seguimiento
a través de políticas de sustentabilidad a largo plazo.
Martínez (2016) indica que las políticas para la sustentabilidad no forman parte del núcleo duro
de la agenda institucional y tampoco son de aplicación general a todo el campus; las
estructuras burocráticas y jerárquicas desalientan los precarios avances y aducen
de manera recurrente al tema financiero como la principal limitante. Para los autores,
el trasfondo es la falta de comprensión y compromiso por parte de la alta dirección
en lo que se refiere a sustentabilidad. La mayor limitante en las IES es la resistencia
al cambio, especialmente de usos, prácticas y costumbres arraigadas (CoSustenta 2020). Para los impulsores de la sustentabilidad sigue siendo una necesidad encontrar
una estrategia orientadora y unificadora para todas las universidades, a pesar de
sus marcadas diferencias. Como cualquier otra institución, las universidades funcionan
con identidades propias arropadas en contextos sociales e históricos específicos y
adoptan los idearios a través de procesos lentos (González, Meira y Martínez 2015).
A raíz de la emergencia de crisis sanitaria provocada por el SARS-CoV-2, con impacto
en lo político, ambiental y social (Celis y Mijares 2021), las IES han rediseñado sus sistemas y rutinas, lo cual podría permitir un replanteamiento
dirigido hacia la adquisición de nuevos comportamientos en sus estudiantes y personal
académico y administrativo. Para el personal directivo del sector de la educación
superior, este replanteamiento consideraría cómo reconstruirse institucionalmente
en sitios más seguros y más sostenibles. Andersen y Halpern (2020) afirman que la toma de decisiones cotidianas con visión ecológica representa un impulso
para la acción ambiental de la comunidad universitaria. Asimismo, ello contribuye
a la modificación de los marcos de decisión, promoviendo conductas sostenibles y campus
respetuosos con el ambiente, lo cual permitirá la reconstrucción de las IES.
En México existen pocos estudios que incluyan el análisis de las políticas en materia
de sustentabilidad, políticas que rigen a las universidades mejor calificadas en las
evaluaciones internacionales. Por ello, este estudio se propuso como objetivo analizar
las experiencias a nivel internacional que relacionan la sustentabilidad con la política
educativa, así como comparar los documentos normativos de las IES que se clasificaron
como programas exitosos de sustentabilidad en 2020 con la normativa existente en la
Universidad Veracruzana. Si bien la última no ha participado en las clasificaciones
internacionales, se toma como referente y estudio de caso por contar con una política
interna al respecto desde 2010, infiriendo que la normatividad en materia de sustentabilidad
en México es similar entre las IES analizadas.
Diseño metodológico
El enfoque de la presente investigación es mixto, es decir, es una combinación del
enfoque cuantitativo y del cualitativo. El abordaje cuantitativo se hizo mediante
el análisis bibliométrico de bases de datos a nivel internacional, mediante el cual
presentamos un análisis visual de la cantidad de referencias académicas existentes
hasta la fecha, con el tema de sustentabilidad y su inclusión en las políticas educativas
en las IES. Por otro lado, el abordaje cualitativo se hizo a través del método de
análisis de contenido. Ello permite que los resultados de esta investigación tengan
un alcance descriptivo, pues el análisis cualitativo se realizó a través de un marco
de valores, ofreciendo una crítica de los documentos normativos analizados. El área
de estudio para el análisis cuantitativo se consideró a nivel internacional, mientras
que el análisis cualitativo fue realizado a nivel nacional.
Abordaje cuantitativo. Técnica: análisis bibliométrico
Se realizó el análisis de información obtenida mediante la base de datos Dimensions.
Para diciembre 2021, dicha base de datos contaba con 123,419,145 artículos. La búsqueda
estuvo relacionada con el tema “Política educativa y sustentabilidad” en español e
inglés, siendo las palabras clave “política educativa”, “sustentabilidad” para español,
así como “educational policy” y “sustainability” para inglés.
El análisis bibliométrico de los datos obtenidos se realizó mediante el programa de
uso libre VOSviewer. Los límites de selección para cada una de las categorías de análisis
fueron los siguientes: en el análisis de “coautoría por autores” se consideró como
limitante que los artículos científicos elegidos tuvieran como máximo cinco autores
por documento, con un mínimo de dos citas y tres documentos por autor; ello debido
a que los datos mostraron que existen docu mentos con más de cinco autores, el autor
más citado mostró hasta 456 citas y el autor con mayor producción muestra cuatro artículos
como máximo. Con ello se obtuvo un total de 26 autores que cumplían con estas especificaciones
de los 5,245 existentes con el filtro.
Para la categoría “coautoría por países”, de 115 países que trabajan temas de política
educativa y sustentabilidad, se seleccionaron 84 naciones las cuales fueron elegidas
a través de delimitar la búsqueda a dos documentos publicados como mínimo y con al
menos una cita por país, lo que nos permitió visualizar la producción de documentos
a nivel internacional, incluidos los países con baja producción.
En el análisis visual de los autores más productivos (citación por autor) se consideró
como limitante de búsqueda de autores un mínimo de dos documentos citados, con lo
cual se encontraron 585 autores que satisfacían las condicionantes establecidas de
un total de 11,018. Finalmente, para analizar los países más productivos y citados
(citación por país), las limitantes de selección fueron al menos dos documentos publicados
y dos citas, con estas características del total de 115 países se obtuvieron 84 países.
Abordaje cualitativo. Técnica: análisis de contenido
Para el análisis se eligieron tres instituciones de educación superior de México,
además de la Universidad Veracruzana. La elección de IES se basó en el resultado del
ranqueo 2021 del UI Green Metric para México, siendo la Universidad Autónoma de Nuevo
León (UANL), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla (BUAP), las IES que obtuvieron primer, segundo y tercer lugar,
respectivamente. Asimismo, se analizó a la Universidad Veracruzana (UV) como punto
de partida para el análisis comparativo. De las IES elegidas, se abordaron los documentos
normativos en materia de sustentabilidad.
Se empleó la metodología de análisis de contenido de políticas públicas propuesta
por Wojtarowski y Piñar (2018), la cual fue adaptada desde este estudio para el análisis de normativas institucionales.
Para ello se definieron y utilizaron las categorías de coherencia, congruencia, justicia
y validez (Tabla 1).
Tabla 1
Análisis de contenido. Categorías de análisis.
Categoría
|
Definición de la categoría
|
Nivel
|
Coherencia
|
El documento es claro y se relaciona armónicamente con los demás y/o se complementan.
|
1. Coherente
|
2. No coherente
|
Congruencia
|
El documento es congruente con los problemas que presenta la IES, así como con los
objetivos y acciones de la CoSustenta.
|
1. Congruente
|
2. Parcialmente congruente
|
3. Incongruente
|
Justicia
|
El documento se dirige a la búsqueda del bien común, entendido como la anteposición
de los intereses colectivos a los particulares.
|
1. Cumple con la categoría de justicia
|
2. No cumple con la categoría de justicia
|
Validez
|
El documento es expedido por la IES y aprobado por su máxima autoridad universitaria;
no ha sido derogado por una norma posterior.
|
1. Tiene validez
|
2. No tiene validez
|
Las primeras dos se obtuvieron de la evaluación sobre políticas públicas educativas
en México propuesta por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en
México (INNE 2016) y las otras dos son categorías clásicas utilizadas para evaluar
leyes (Wojtarowski y Piñar 2018). Del mismo modo, se realizó un análisis vertical, horizontal y contrastivo de los
documentos.
El análisis vertical se realiza con el fin de llevar a cabo una reducción de datos
de cada una de las cuatro universidades. El método es dar una respuesta a todos los
ámbitos de las preguntas o categorías en cada una de las universidades. El uno representa
que cumple con la categoría, el cero, que no cumple. En el análisis horizontal se
analizan las categorías y su comportamiento en las cuatro universidades. Así, en la
Tabla 2 se muestran los diferentes niveles de análisis para cada una de las categorías de
manera que, a cada documento evaluado (análisis vertical), se le designó el nivel
que corresponde con base en cómo cumplieron con la definición de cada categoría (análisis
horizontal).
Tabla 2
Resultados de búsqueda en la base de datos Dimensions con las palabras clave “Educational
policy and Sustainability” (diciembre 2021).
Categoría: Full data |
Número de documentos encontrados
|
Español
|
Inglés
|
Total de publicaciones
|
3,172
|
481,544
|
Conjuntos de datos (datasets)
|
0
|
338
|
Premios (grants)
|
0
|
674
|
Patentes (patents)
|
0
|
540
|
Política pública (policy documents)
|
76
|
38,588
|
Año de la primera publicación
|
con 7 publicaciones
|
con 1 publicación
|
Año de la última publicación
|
con 379 publicaciones
|
con 48,265
|
Año con más publicaciones
|
con 379 publicaciones
|
con 64,548 publicaciones
|
De acuerdo con las categorías y su definición:
-
La IES es coherente si el documento se encuentra alineado a su objetivo, misión y/o
visión institucional, o a lo expuesto en su plan de trabajo institucional actual.
-
La IES es congruente si el documento refiere haber realizado un diagnóstico de su
problemática para definir su meta en objetivos y acciones.
-
La IES es justa si su documento contempla el bien común por encima de los intereses
particulares.
-
La IES es válida si su documento fue aprobado/avalado por la máxima autoridad universitaria
y se encuentra vigente.
Análisis y discusión de resultados
Análisis bibliométrico
Se encontraron un total de 3,172 publicaciones en español y 481,544 publicaciones
en inglés, con la categoría “datos completos” (full data) (Tabla 2). El análisis visual con el programa VOSviewer solo se realizó con los datos obtenidos
de las palabras clave en inglés, debido a que la poca cantidad de datos obtenidos
con las palabras en español no mostraba gráficos que permitieran su análisis.
Categoría: coautoría por autores
Los autores que trabajan juntos en temas relacionados con el proyecto de investigación
se encuentran integrados en un único clúster de color rojo con cuatro investigadores
diferentes, mostrando la colaboración entre ellos para desarrollar trabajos científicos
(Figura 1). Todos los autores muestran colaboración entre ellos con una fuerza de vinculación
de 18. Este resultado nos indica una estrecha colaboración entre los cuatro autores
y sus equipos de trabajo. A decir de los nombres de los autores, no se encuentran
coautorías con investigadores mexicanos, y, debe señalarse, ello no significa que
no existan.
Figura 1
Educational policy AND Sustainability. Coautoría por autores (2021).
Fuente: Elaboración propia.
Categoría: coautoría por países
Se obtuvieron cinco clústeres de países que trabajan colaborando en investigaciones
relacionadas con política educativa y sustentabilidad. En la Figura 2 se muestra, con color morado, el clúster más grande integrado por Estados Unidos.
Este clúster se relaciona con el grupo de países integrado por Canadá, Australia,
China y Reino Unido, y, en menor medida, con el grupo de Brasil, Colombia y Argentina.
Canadá se visualiza en azul y en el extremo se pueden apreciar las colaboraciones
que realiza en menor medida con países como Malawi, Zambia, Rwanda, Jamaica, Indonesia
y Emiratos Árabes Unidos. En el mapa de coautoría de países no se aprecian de manera
directa las colaboraciones con nuestro país. Sin embargo, al hacer un acercamiento,
México aparece en el grupo de colaboraciones con Brasil y Chile. De manera genera,l
se observa que solo cuatro países encabezan la lista de documentos que trabajan temas
de política educativa y sustentabilidad: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia,
lo cual nos abre un nicho de oportunidad en ciencias sociales, relacionado con las
políticas educativas.
Figura 2
Educational policy AND Sustainability. Coautoría por países (diciembre, 2021).
Fuente: Elaboración propia.
Categoría: autores más productivos
Los autores más productivos son Luke Wolfenden y Khalid Zaman con ocho documentos
publicados, y Janet Richardson con siete. Asimismo, Nicole Nathan, Jane Grose, Rachel
C. Shelton, Rose C. Brownson, Sara Bennett, les siguen, con seis documentos. Solo
cinco autores más presentan hasta cinco documentos, los autores restantes tienen entre
cuatro y dos documentos. La mayor fuerza de enlace entre autores corresponde a Luke
Wolfenden. En un acercamiento se distinguen las colaboraciones de este autor con otros
autores (Figura 3).
Figura 3
Autores más productivos 2021.
Fuente: Elaboración propia.
Los autores mexicanos no se aprecian en la imagen, lo cual indica que no existe gran
cantidad de publicaciones de estudios realizados en nuestro país. Con los filtros,
únicamente se encontraron cinco trabajos de autores mexicanos y 11 de colaboraciones
con mexicanos, de un total de 2,562 registros.
Categoría: países más productivos
Entre los países más productivos sobre el tema de estudio Educational policy AND Sustainability
(política educativa y sustentabilidad) se encuentra Estados Unidos en primer lugar
con 892 documentos publicados y una fuerza de enlace de 968. El segundo lugar se encuentra
encabezado por Reino Unido con 343 publicaciones, seguido por Australia con 240 y
Canadá con 215. China muestra solamente 154 publicaciones, pero son más actuales (Figura 4).
Figura 4
Educational policy AND Sustainability. Citas por país (2021).
Fuente: Elaboración propia.
Por su parte, para poder visualizar a México, se realizó un acercamiento de la red
obtenida, en donde se aprecia a México en tercer lugar, con solo 15 documentos publicados,
tras Brasil con 67 documentos y Colombia con 18 fuentes. Estos datos muestran que
los clústeres con mayor productividad y mejor conexión son los encabezados por Estados
Unidos, Reino Unido y Australia; ello nos sugiere que nuestro país podría impulsar
más investigaciones en este tema junto con Brasil, Colombia y Chile en los próximos
años.
Análisis de contenido
Los resultados del análisis de las instituciones de educación superior en México,
de acuerdo con el UI Green Metric (2021), exponen en primer, segundo y tercer lugar
a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), respectivamente.
Se buscaron y obtuvieron los documentos normativos en materia de sustentabilidad disponibles
en sus páginas web o mediante la búsqueda intensiva en sus buscadores o en Google. La Tabla 3 muestra los nombres de los documentos normativos obtenidos para el análisis, incluyendo
el documento analizado para la Universidad Veracruzana (UV).
Tabla 3
Documentos normativos analizados de las instituciones de educación superior.
Institución de educación superior
|
Documento normativo
|
Universidad Autónoma de Nuevo León
|
Política institucional para la incorporación de buenas prácticas de sustentabilidad
en la UANL |
Universidad Nacional Autónoma de México
|
Plan integral para la sustentabilidad desde la Universidad Nacional Autónoma de México |
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
|
Manual del sistema de gestión ambiental |
Universidad Veracruzana
|
Plan maestro de sustentabilidad 2030 |
Al inicio del presente estudio, la UNAM no contaba con una política interna en materia
de sustentabilidad, sin embargo, ha obtenido uno dentro de los cinco primeros lugares
en la clasificación internacional del UI Green Metric desde 2016. Su página web muestra diversas acciones, programas e incluso estrategias para la integración y
medición de la sustentabilidad en sus entidades, pero fue hasta el mes de abril de
2022 que se publicó el Plan integral para la sustentabilidad desde la Universidad Nacional Autónoma de México, como su política interna en materia.
Análisis vertical, horizontal y contrastivo
En el análisis vertical cualitativo se dio respuesta a todos los ámbitos de las preguntas
o categorías en cada una de las universidades (UNAL, UNAM, BUAP, UV). El uno representa
que cumple; y el cero, que no cumple. Ello nos permitió obtener la Tabla 4.
Tabla 4
Matriz de análisis vertical de las universidades y sus categorías (2021).
Categoría
|
UNAL
|
UNAM
|
BUAP
|
UV
|
Coherencia
|
1
|
1
|
1
|
1
|
Congruencia
|
1
|
1
|
0
|
1
|
Justicia
|
1
|
1
|
0
|
1
|
Validez
|
1
|
1
|
0
|
1
|
Tres de las cuatro instituciones de educación superior analizadas (la UNAL, UNAM y
UV) cumplen con todas las categorías de análisis en los documentos normativos analizados,
es decir, tres de las IES poseen documentos normativos alineados a su objetivo y misión/visión
institucional. Se encontró referencia de que se han realizado diagnósticos relativos
al tema ambiental/sustentabilidad o refieren la problemática que presentan en sus
comunidades, desarrollando en ellos el concepto del <bien común> de sus integrantes,
y con ello considerando sus normativas como justas. Por último, se verificó que los
documentos analizados estuvieran avalados por su máxima autoridad y estuvieran vigentes,
con al menos cinco años de publicación, con lo cual les valió la calificación de documentos
normativos válidos.
Por su parte, la BUAP presenta diferencias con la congruencia, justicia y validez.
En su caso, su estrategia de sustentabilidad se realiza a través de la ISO 14.001:2004
como política interna, con un documento fechado el 30 de agosto de 2012. No hay evidencia
documental de la continuidad y mejora a través de la estrategia de la ISO. Algunos
autores como Becket y Brookes (2006) coinciden en que no existe un consenso universal
a la hora de gestionar la calidad dentro de las IES. Si bien las ISO nacen para medir
la calidad en procesos industriales por la presión del mercado, en el caso de las
IES, la búsqueda de la calidad en la educación superior da respuesta a las problemáticas
en la comunidad a la que pertenece (Houston 2007): las IES deben fungir como un ejemplo
para la sociedad en la que se desarrollan. Alinearse a una ISO de calidad, que solo
busca cumplir los estándares generalizados y creados para procesos industriales, podría
hacer de lado la búsqueda del bien común, evadiendo uno de los principios básicos
de la educación superior: la vinculación con la sociedad.
Esta visión, heredada de la visión empresarial, podría sugerir que la BUAP engloba
su estrategia y programas bajo el concepto de “responsabilidad social empresarial”.
Algunos autores sugieren que esta visión genera un desencuentro entre un discurso
estratégico proambientalista y las prácticas políticas, económicas y académicas, en
las que se imponen los criterios y los intereses del mercado: parece más importante
figurar dentro de los rankings, a nivel global, donde las esferas de la vida social tienden a estar colonizadas
por los dogmas del crecimiento y del libre mercado, que solventar los problemas sociales,
económicos, ambientales y político-administrativos de la comunidad y el territorio
donde se ubican las IES (González, Meira y Martínez 2015).
Por su parte, Martínez (2016) señala que las políticas para la sustentabilidad en las universidades mexicanas no
forman parte del núcleo duro de la agenda institucional y tampoco son de aplicación
general en todo el campus, situación que podría demostrar una falta de compromiso
por parte de la alta dirección en este tema.
Si bien las IES funcionan con identidades propias, arropadas en contextos sociales
e históricos específicos, han adoptado los idearios en materia de sustentabilidad
a través de procesos lentos. Además, tal como sugieren González y colaboradores (2015),
se nota una creciente competitividad entre universidades y grupos académicos con derivaciones
incoherentes desde el punto de vista de un discurso social y ambiental responsable,
como la elaboración de rankings, que afectan las políticas de sustentabilidad.
El análisis horizontal de las cuatro categorías de partida (coherencia, congruencia,
justicia y validez), presentes en las cuatro universidades, nos muestra coincidencias
y diferencias, tal y como señala la anterior Tabla 4, con las cuatro universidades mexicanas.
-
En relación con la coherencia, los documentos revisados de las cuatro universidades exponen el planteamiento de
sus objetivos, su misión y/o visión institucional, indicando que en los documentos
existe una estrecha relación entre las acciones que realizan con la misión, visión
y/o objetivo institucional.
-
Con respecto a la congruencia, tres de las IES (UNAL, UNAM y UV) la muestran entre sus estrategias, programas
y/o acciones que realizan en materia de sustentabilidad. En dichas universidades se
encontró un diagnóstico sobre la problemática local e institucional que sustenta sus
acciones.
-
No todas las IES denotan de manera clara la categoría de justicia. Sus conceptos se basan en desarrollo sostenible y no en la sustentabilidad como
un concepto integral.
- La mayoría de los documentos analizados calificaron como válidos, para UNAL, UNAM y UV. Sin embargo, el documento obtenido de la BUAP, ni tiene fecha
actualizada, ni está ubicado en su página oficial.
Contrastando este resultado con otros estudios, apreciamos cómo estas tres categorías
seleccionadas (congruencia, justicia y validez) no coinciden en las cuatro universidades,
lo cual empata con la afirmación de los autores González y colaboradores (2015): las
IES se han nutrido de propuestas y recomendaciones, así como de narrativas de lecciones
aprendidas, pero aún no encuentran una estrategia orientadora y unificadora para todas
las universidades que les permita impulsar la sustentabilidad. Efectivamente, no todas
las IES cuentan con una normativa (política interna), que guíe sus programas y acciones
o, como se encontró para el caso de la UNAM, después de varios años de realizar acciones
en materia de sustentabilidad, recientemente se materializó una política interna que
permitirá dar seguimiento puntual a dichas acciones.
Conclusiones
En la búsqueda de la inclusión de la sustentabilidad como eje transversal en las instituciones
de educación superior, se sugiere que estas se centren en elaborar diversos programas,
proyectos y/o estrategias relacionadas con la vocación económica del territorio (agricultura,
ganadería, pesca, industria petrolera, actividad turística, presencia de áreas naturales
protegidas, entre otras) que les permitan incluir acciones de sustentabilidad en sus
funciones sustantivas, atendiendo las problemáticas de las localidades en donde tiene
presencia. Ello supone un esfuerzo académico y administrativo importante, dado que
alcanzar la sustentabilidad universitaria requiere que la comunidad aprenda, comprenda
y adapte a su quehacer cotidiano las acciones que mejoran su entorno o el territorio
donde se inserta. Sin embargo, se trata de un trabajo interdisciplinario complejo,
que requiere de la adopción de conocimientos y conductas en todas las áreas que conlleven
al bien común de cada integrante de su comunidad, desde el cuerpo administrativo hasta
el personal de apoyo, el personal académico y, por supuesto, de los estudiantes. No
podemos desarrollar entornos sustentables sin que en ellos exista seguridad entre
sus integrantes y colaboración, no puede crearse un territorio sustentable si no existe
justicia laboral y respeto entre sus integrantes, sana convivencia, recreación o sana
alimentación.
Para desarrollar IES sustentables, se requieren políticas que funjan como el eje rector
de las acciones que se propongan, este eje deberá ser al mismo tiempo flexible y perfectible
para adaptarse a las condiciones cambiantes del entorno. Durante los últimos 10 años,
muchas universidades en México se han considerado pioneras y ejemplo a seguir en este
camino. La creación de grupos de IES que buscan de manera conjunta alcanzar la sustentabilidad
en sus campus ha sentado un importante precedente para establecer los objetivos comunes
y, sin embargo, la gran diversidad en ellas no ha permitido establecer una hoja de
ruta que guíe al éxito a aquellas que comienzan el camino hacia la sustentabilidad
universitaria.
Los resultados cualitativos mostraron la diversidad que existe entre los documentos
que rigen las acciones internas de sustentabilidad entre las universidades. Resulta
sorprendente el hecho de que una de ellas, la UNAM, esté dentro de los rankings internacionales de sustentabilidad desde hace varios años, cuando apenas en 2022
creó una política interna.
Dichos resultados también permitieron visualizar la carencia de documentos académicos
que den cuenta de investigaciones, diagnósticos internos y programaciones que permitan
el establecimiento de políticas de sustentabilidad hechas a la medida y avaladas por
la máxima autoridad universitaria: se hace evidente la falta de un hilo conductor
de acciones, escasez en el seguimiento y actualización, con miras a dar respuesta
a las problemáticas sociales de la región en la que tienen influencia, haciendo por
completo a un lado su labor social.
Por lo contrario, el contrastar las universidades mejor clasificadas en el 2021, por
el UI Green Metric, con la Universidad Veracruzana nos permitió visualizar cómo algunas
IES pueden no estar en los conteos internacionales, pero ello no significa que no
estén trabajando institucionalmente en materia de sustentabilidad; aunque existe poca
documentación académica sobre sus acciones prácticas, el trabajo está demostrado al
menos en sus páginas institucionales. Esto nos permite sugerir que el trabajo real
y palpable no se demuestra con una calificación en los conteos internacionales, sino
con el trabajo dentro de sus propias comunidades.
Los ejemplos analizados en México permiten proponer que es urgente poder aprovechar
los vínculos ya generados entre las IES mexicanas para la realización de pautas orientadas
a alcanzar la sustentabilidad, generando políticas que integren el quehacer académico
con su labor social y vinculación con el territorio. Solo así es posible continuar
como entidades impulsoras del conocimiento y la gestión de programas que permitan
un acercamiento a las prácticas que promulgan los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
de la Agenda 2030, en estrecha colaboración con la planeación y programación municipal.
Con ello, se pueden generar profesionistas con una visión de sustentabilidad que puedan
dar continuidad a las proyecciones ambientales que se generan globalmente. Es importante
promover los diagnósticos al interior de las universidades para acercarnos a dichos
objetivos, y es aún más importante promover la realización de documentos académicos
que permitan sentar las bases de nuevos estudios sobre políticas educativas en materia
de sustentabilidad.
Por último, recalcamos la importancia de impulsar procesos interdisciplinarios en
las funciones sustantivas de las instituciones de educación superior, y, de manera
enfática, en la docencia, gracias a la cual se forman los profesionales que enfrentarán
la complejidad de los desafíos ambientales y socioeconómicos. El desarrollo de competencias
en las aulas debe integrar, cada vez más el análisis, la reflexión, la introspección,
los ejercicios prácticos y vivenciales, que retomen las experiencias y motivación
de los estudiantes, tanto en ciencias naturales como en ciencias sociales, incluyendo
humanidades y la tecnología. A ello se suma la necesidad de fomentar la colaboración
y el trabajo en equipo, donde se adquieren conocimientos, habilidades y perspectivas
de los distintos campos, que impulsen soluciones creativas y sistémicas. Asimismo,
incluir la importancia de la responsabilidad social, y las consecuencias ambientales
y sociales de las acciones, para generar en ellos actitudes responsables y habilidades
de liderazgo en su comunidad. Finalmente, se debe incentivar la formación continua
para mantenerse actualizados y resilientes ante un mundo en constante cambio.
Limitaciones del estudio
Consideramos que una de las limitaciones metodológicas de nuestro estudio fue la cantidad
de IES seleccionadas, lo cual se debió principalmente a la falta de actualizaciones
en las páginas web de otras IES que pudieron ser consideradas para este estudio. Se requiere seguir
analizando documentos normativos de otras universidades para tener un panorama más
amplio en cuanto a política educativa en materia de sustentabilidad en México. En
cuanto al análisis bibliométrico, será necesario actualizarlo anualmente, estableciendo
los diferentes filtros que provee el software VOSviewer para análisis más detallados.