Pío Baroja dijo en una ocasión (tratando de acentuar la idea de que la muerte solo
se entiende desde el mundo de los vivos) que no hay más muertos que los llevados por
los vivos. Es pues pertinente enfatizar que, en todas las culturas, a pesar de la
significativa diversidad de rituales, ese proceso de acompañamiento del occiso incluye
como ingrediente inexcusable los restos materiales del difunto.
Un ataúd vacío es la dolorosa y frustrada culminación de un ciclo vital. La ausencia
de un cuerpo escamotea a los dolientes la certeza del hecho fatal, terreno fértil
para la incertidumbre sobre el sino del ausente.
La práctica de la desaparición forzada tiene sus orígenes reconocidos en Adolfo Hitler
en su Decreto de Noche y Niebla, del 7 de diciembre de 1941. En dicho decreto se disponía
que las personas detenidas en territorios ocupados fueran trasladadas a Alemania,
en donde desaparecían sin dejar rastro. En plena Guerra Fría, entre 1966 y 1989, se
sabe que en Latinoamérica hubo cerca de noventa mil personas desaparecidas, como consecuencia
de las dictaduras militares de la época. Como comenta el Dr. Eligio Cruz Leandro,
editor invitado de este número en México, este flagelo “cobró fuerza como un mecanismo
de represión política a partir de 1960. Una de las características de la llamada ‘guerra
sucia’ fue la persecución, tortura y desaparición de un gran número de personas, como
práctica sistemática en contra de las personas opositoras al régimen del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) que se mantuvo en el poder más de 70 años”.
Durante los gobiernos del PAN entre los años 2000 y 2012 esta práctica volvió a tomar
auge, llevada de la mano notablemente por los grupos del crimen organizado y por las
fuerzas castrenses del Estado. La situación se ha mantenido similar, a pesar de que
el gobierno actual presume de haber logrado avances en el tema; la situación real
es que -como comenta el editor invitado- “a casi cinco años de este gobierno, ante
la dimensión de esta tragedia nacional colectiva y el dolor de muchas familias, estas
acciones [llevadas a cabo por el gobierno] se pueden estimar irrelevantes, considerando
que miles de personas continúan desaparecidas, sin identificar, y que otras más siguen
desapareciendo por las mismas causas”. Como nos dijo Bob Dylan en su canción Blowing in the wind: “Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas”.
Por todo lo expresado con anterioridad, este número de la revista INTER DISCIPLINA titulado Personas desaparecidas tiene una relevancia vital en los tiempos que vivimos. En su dosier aparecen trabajos
relativos a la realidad mexicana, pero también incluye una propuesta sobre los desaparecidos
en Argentina. Contiene, además, una entrevista a la Dra. Rosalía Castro, cofundadora
de un colectivo de madres buscadoras.
La sección de Comunicaciones Independientes consta de ocho trabajos sobre diferentes
temas de carácter interdisciplinario. El número comprende también dos reseñas de libros.