Introducción
En la última década se han realizado diversas investigaciones poniendo en evidencia
que la estigmatización, discriminación y violencia consolidan el estrés de minorías
afectando negativamente la salud y bienestar de las personas trans* (Meyer 1995 y 2003; Chodzen et al. 2018; Hidalgo y Chen 2019; Horton 2022; Chinazzo et al. 2023). Las niñeces1 y adolescencias trans*2 suelen enfrentar adversidades en sus hogares, escuelas, comunidades y en su acceso
a servicios de salud, provocando un deterioro en su integridad y bienestar (Reisner et al. 2015; Klein y Golub 2016; Aramburu 2018; Katz-Wise et al. 2018; Johns et al. 2019).
Frente a ello, múltiples investigaciones sostienen que la aceptación y el apoyo familiar
constituyen uno de los factores que contribuyen a la salud y bienestar de les3 niñes y adolescentes trans* (Simons et al. 2013; Olson et al. 2015; Pullen-Sansfaçon et al. 2019; Pariseau et al. 2019; Frigerio et al. 2021). La investigación longitudinal Trans Youth Project, liderada por Kristina Olson,
arroja que las niñeces y adolescencias que cuentan con el apoyo de sus familias y
realizan una transición social tienen indicadores de depresión y ansiedad comparables
a los que tienen sus hermanes y pares cisgénero (Olson et al. 2016). Si bien, la aceptación y apoyo de al menos un familiar impacta positivamente
en los indicadores de salud y bienestar de niñes y adolescentes trans*, estos no resultan
suficientes para asegurar la salud de estas poblaciones (Katz-Wise et al. 2018).
Cuestiones como la aceptación y apoyo entre pares o de alguna persona adulta significativa
del entorno escolar, o incluso el sentirse segures en sus escuelas, consolidan factores
que también suman en aras de la salud y bienestar de les niñes y adolescentes trans*
(Gower et al. 2018).
Durante los últimos años, las investigaciones han virado hacia los procesos que viven
las familias que se decantan por aceptar y apoyar la diversidad de sus hijes. Estas
investigaciones sostienen que la transición de algune de les hijes provoca cambios
en todo el sistema familiar (Kuvalanka et al. 2014; Wagner y Armstrong 2020), en tanto la transición acontece de forma relacional a través del reconocimiento,
la interacción social y la pertenencia (Dierckx y Platero 2017). En esta línea, varias investigaciones afirman que la transición se vive tanto de
forma individual como colectiva, lo cual genera reacomodos estructurales, relacionales
y afectivos en el sistema familiar (Rahilly 2014; Dierckx et al. 2015; Catalpa y McGuire 2018; Tyler et al. 2020).
La investigación liderada por Alessandra Frigerio, en Italia, sitúa como punto de
partida la heterogeneidad de los procesos vividos por las familias que aceptan y apoyan
a les integrantes trans*, colocando el acento en la diversidad de contextos, valores,
recursos, sistemas de apoyo y cosmovisiones de cada sistema familiar (Frigerio et al. 2021). A estos elementos se suma el funcionamiento, la comunicación y la satisfacción
familiar, como factores influyentes en la forma en la cual la familia responde y brinda
apoyo (Katz-Wise et al. 2018). En esta línea, es imprescindible situar que la gran mayoría de investigaciones
realizadas sobre las vivencias de las niñeces trans* y sus familias parte de un contexto
anglosajón o europeo. Por lo anterior, resulta necesario estar advertides de la distancia
que puede haber en relación con el contexto latino, donde la familia tiene un protagonismo
y valores distintos. En esta línea la investigación realizada por Alexandra Piedra
y Amy Przeworski donde acentúan la relevancia del arraigo y respeto familiar para
las personas latinas (Przeworski y Piedra 2020).
Es frecuente que las investigaciones sobre las experiencias de las familias acentúen
una dicotomía entre quienes aceptan y quienes rechazan la diversidad de sus hijes;
sin embargo, hemos de contemplar que las vivencias de las familias suelen implicar
pasajes ambiguos, donde florecen sentimientos ambivalentes e intenciones que en ocasiones
pueden parecer contradictorias. En esta dirección los aportes realizados por Jory
Catalpa y Jenifer McGuire, quienes acentúan que las reacciones familiares pueden ser
una amalgama de aceptación, apoyo, ambigüedad y rechazo (Catalpa y McGuire 2018). Debido a esto, resulta necesario aproximarse a las trayectorias familiares desde
la complejidad, en tanto los desafíos implicados en la labor emocional, el periodo
de ajustes y la gestión de estrategias de afrontamiento suelen formularse con cierta
sincronicidad (Leibowitz 2018; Pullen-Sansfaçon et al. 2019).
La heterogeneidad de los procesos familiares nos invita a considerar la singularidad
de las vivencias de cada familiar; debido a esto, serán distintas las afecciones,
temporalidades, implicaciones, convicciones, posicionamientos y aprendizajes vividos
por cada integrante de la familia (Bhattacharya et al. 2020). Las diferencias entre los procesos de cada integrante de la familia pueden incrementar
la tensión y el estrés, lo cual impactará en la aceptación y el apoyo brindado a les
hijes. Frente a ello, suele ser frecuente que sean las madres quienes sostengan la
labor emocional y educativa de los procesos de les demás familiares (Riggs y Due 2014; Travers 2018). Algunos estudios evidencian que los padres suelen aceptar y apoyar en menor medida
la diversidad de sus hijes (Riggs y Due 2014; Aramburu 2018; Travers 2018). Otras investigaciones señalan que a los padres les toma más tiempo llegar a un
proceso de aceptación y difícilmente se implican en las acciones de apoyo en relación
con las necesidades de sus hijes trans* (Kuvalanka et al. 2014); lo cual suele incrementar la tensión en la familia y tornar más lento el apoyo
otorgado a sus hijes (Bhattacharya et al. 2020). Esto es congruente con la vasta mayoría de madres implicadas en la búsqueda de
recursos que puedan incidir en favor de la vida de sus hijes, lo cual coincide con
la gran cantidad de madres que lideran y suman en las luchas de diversas organizaciones
por los derechos de les niñes y adolescentes trans* (Meadow 2018; Travers 2018; Bhattacharya et al. 2020).
Elizabeth Rahilly ha nombrado transición parental al proceso que viven las familias
que se decantan por cultivar un camino de aceptación y apoyo para sus hijes trans*
(Rahilly 2015). Resulta imprescindible subrayar a les hijes como agentes activos de estos procesos,
en tanto facilitan apoyo, recursos y aprendizajes que nutren los pasajes atravesados
por sus familiares (Bhattacharya et al. 2020; Frigerio et al. 2021). Es frecuente que la intención de les familiares por brindar aceptación y apoyo
se detone por la gravedad del deterioro emocional percibido en sus hijes (Frigerio et al. 2021). Lo anterior nos invita a preguntarnos por las formas en las cuales las manifestaciones
de les niñes y adolescentes adquieren legitimidad para las personas adultas, cuestión
que podría estar relacionada con los niveles de ansiedad y depresión vividas por les
niñes y adolescentes trans*. Debido a esto, encontramos imprescindible visibilizar
las vivencias de les familiares que forjan procesos de aceptación desde la confianza,
comunicación y dicha observadas en sus hijes al manifestarse como les resulta más
cómodo y auténtico (Ehrensaft et al. 2018).
Si bien hay familias para quienes es más sencillo afirmar su interés por aceptar y
apoyar la diversidad de sus hijes, es necesario contemplar que cultivar la consistencia
y arraigo de la aceptación conlleva mucho más tiempo y esfuerzo del que suele imaginarse
(Pullen-Sansfaçon et al. 2019; Bhattacharya et al. 2020; Frigerio et al. 2021). Ello debido a los desafíos implicados en la labor emocional realizada por les familiares
al tiempo que brindan apoyo a sus hijes (Wagner y Armstrong 2020). Diversas investigaciones enfatizan la importancia de la labor emocional que les
familiares sostienen, al gestionar un rango amplio de emociones a través del proceso
de aceptación (Travers 2018; Bhattacharya et al. 2020). En esta línea la investigación realizada por Annie Pullen-Sansfaçon, donde se da
lugar a la incertidumbre y el temor vivido por les familiares frente a los procesos
de toma de decisiones respecto del apoyo brindado a sus hijes (Pullen-Sansfaçon et al. 2015). Los parajes afectivos que resultan frecuentes para les familiares pueden implicar
tristeza, enojo, culpa y frustración, así como la impotencia y miedo en relación con
la vida futura de sus hijes (Aramburu 2018; Hidalgo y Chen 2019). Esto es congruente con ciertas investigaciones donde se señala como el mayor reto
para una gran mayoría de familiares la aceptación de las condiciones estructurales
que precarizan la vida de las personas trans* (Pullen-Sansfaçon et al. 2019). A ello se suman las investigaciones en las cuales se sostiene que estos procesos
pueden ser más desafiantes para las familias de les niñes y adolescentes cuyas identidades,
expresiones o prácticas desestabilizan el binario de género, pues socaban las expectativas
binarias, esencialistas y lineales que para algunas familias brindan dirección y sosiego
(Wahlig 2014; Aramburu 2018; Katz-Wise et al. 2018; Ehrensaft et al. 2018).
Algunos familiares describen, haber atravesado por una experiencia de pérdida o de
duelo, acompañada de sensaciones de incertidumbre (Gray et al. 2015; Coolhart, Ritenour y Grodzinski 2018). Durante los últimos años, la teoría de la pérdida ambigua ha abonado elementos
para comprender los duelos vividos por algunes familiares de niñes y adolescentes
trans*, en tanto brinda un marco de comprensión para las pérdidas que desafían la
oposición entre lo presente y lo ausente (Wahlig 2014; McGuire, Catalpa, Lacey, y Kuvalanka 2016; Testoni y Pinducciu 2020). Este abordaje sitúa la dificultad de atravesar un duelo cuando no se identifica
con claridad lo que se ha perdido, lo cual dificulta el nombrar, comprender, socializar
y ritualizar las pérdidas (Norwood 2012). En la investigación realizada por Jeni L. Wahlig se afirma que en ocasiones les
niñes y adolescentes trans* cuyas identidades, expresiones o prácticas desestabilizan
las normatividades binarias del género, pueden incrementar la sensación de ambigüedad
y confusión respecto a la sensación de pérdida que viven sus familiares (Wahlig 2014).
La investigación liderada por Nina Bhattacharya plantea que les familiares atraviesan
un periodo de ajustes, al tiempo que acontece la movilidad emocional propia al proceso
de aceptación. En este periodo, les familiares suelen resignificar su identidad parental
en relación con el uso de nombres, pronombres y categorías relacionales utilizadas
para hablar de sus hijes; lo cual ocurre al tiempo que acontecen cambios afectivos
y relacionales (Bhattacharya et al. 2020). En este sentido, suscribimos las afirmaciones que sitúan que el género asignado
al nacimiento de les hijes forma parte del imaginario desde el cual se yergue la identidad
parental (Field y Mattson 2016). Como parte de ese periodo de ajuste, puede formularse una reorganización de los
saberes al interior de la familia, posibilitando que los saberes circulen forjando
un aprendizaje mutuo en la familia, lo cual fisura la lógica adultocentrista desde
la cual se distribuye el saber y la legitimidad (Platero 2021; Bhattacharya et al. 2020).
El sistema familiar se ve influido por factores contextuales que pueden brindar recursos
para facilitar la dinámica familiar al aminorar la tensión y generar apoyo o, en su
defecto, aumentar la tensión al acentuar los estigmas y barreras enfrentados (Bhattacharya et al. 2020). Los factores contextuales pueden formularse desde cualquier ámbito externo al núcleo
familiar, como la escuela, comunidad, familia extensa, religión o el trabajo de les
familiares. Aquello que puede ser descrito como un factor que resulta benéfico para
una familia, puede generar desgaste para otra (Bhattacharya et al. 2020). En esta línea la estigmatización, discriminación y violencia que de forma estructural
afecta las condiciones de vida de las personas trans*, y provoca deterioro en las
familias que se decantan por un apoyo y acompañamiento afirmativo para sus hijes (Katz-Wise et al. 2018; Wagner y Armstrong 2020). La falta de reconocimiento e invisibilidad también afecta a las familias, lo cual
resulta coincidente con las descripciones realizadas por les familiares referentes
al aislamiento, la soledad, e incertidumbre que viven a nivel personal, así como la
falta de acceso estructural a información, servicios de salud o educativos sensibilizados
para sus necesidades y las de sus hijes (Pullen-Sansfaçon et al. 2015). Las familias de les niñes y adolescentes trans* también pueden experimentar estrés
de minorías frente a las expresiones estructurales y sistemáticas de la opresión que
impacta a las personas trans* (Ehrensaft et al. 2018; Hidalgo y Chen 2019). Las familias, amigues y aliades de las personas trans* también se ven afectades
de forma personal y estructural por los efectos de la transfobia (Pullen-Sansfaçon et al. 2015).
Para fines de esta publicación, consideramos relevante colocar el acento en los factores
contextuales que facilitan las dinámicas al interior del sistema familiar, al brindar
recursos que disminuyen el estrés y tensión entre familiares. En esta dirección el
acceso a información que posibilita comprensiones afirmativas sobre la diversidad,
con lo cual hacemos referencia a marcos de comprensión que toman distancia de las
perspectivas estigmatizantes y patologizantes de lo trans*. A ello se suma el apoyo
y acompañamiento de personas significativas que colaboran en la búsqueda de recursos
útiles para los procesos que atraviesan. En esta perspectiva el apoyo que puede brindarse
desde los entornos educativos, así como especialistas de la salud sensibilizades y
capacitades para orientar y acompañar a las familias. Uno de los factores que de forma
más contundente facilitan las dinámicas familiares se centra en la posibilidad de
sumarse a las actividades de las organizaciones civiles forjadas por familias y personas
trans*; ello debido a la importancia de conocer a otras familias que han atravesado
situaciones similares, así como acceder a la valía de los saberes y estrategias que
se circulan en estos espacios. Participar en estos espacios facilita que las familias
forjen redes de apoyo y acompañamiento mutuo, así como la potencia de la diversificación
de referentes trans*. Debido a esto, las organizaciones como la Red de Familias Trans*
en México aperturan un valioso acervo de recursos que nutren a las familias que emprenden
un camino de aceptación y apoyo para sus hijes trans*.
Si bien la transición parental implica esfuerzos y desafíos para les familiares, también
conlleva cuestiones que apuntalan las relaciones familiares. Con ello hacemos referencia
a la posibilidad de cimentar relaciones más auténticas, pues la aceptación facilita
la confianza de les niñes y adolescentes trans* lo cual les permite vincularse con
mayor conexión, comunicación y seguridad (Ehrensaft et al. 2018). Estos pasajes propician aprendizajes al mismo tiempo que fomentan relaciones más
simétricas a través de una redistribución de la portación y circulación de saberes
(Platero 2021). Las familias que se apuestan por andar los caminos de la aceptación y el apoyo
para sus hijes trans* refieren vivenciar un cambio de paradigma, donde una comprensión
positiva de la diversidad les permite integrar y expandir sus horizontes afectivos,
relacionales y culturales. A esto se suma la capacidad de las familias por crear saberes
y estrategias de afrontamiento, con la intención de hacer frente a las adversidades.
En esta línea las prácticas discursivas desde donde se comprenden, nombran y socializan
sus experiencias, así como la consciencia crítica sobre las normatividades y las opresiones
que viven. Como parte de ello los actos de resiliencia que sostienen para mejorar
sus recursos y su capacidad por hacer ajustes en favor de lo que les resulta prioritario,
lo cual se engarza con su capacidad para negociar y llegar a acuerdos que apunten
al bienestar y la seguridad del sistema familiar (Katz 2004; Schneider 2015; Rahilly 2015). Estas vivencias enriquecen profundamente la capacidad agéntica de las familias,
así como sus habilidades para gestionar las adversidades; teniendo por correlato la
capacidad de les niñes por afianzar su seguridad, su agencia y su habilidad para gestionar
los desafíos que viven en su cotidiano.
Las familias que se implican en acciones que inciden en favor de los derechos de les
niñes y adolescentes trans* cultivan un sentido de trascendencia vinculado con la
posibilidad del cambio social (Meadow 2018; Travers 2018). En esta dirección nos sumamos a la afirmación de Noemí Parra, quien sitúa el acompañamiento
como “una acción comunitaria que implica la dinamización de las relaciones sociales
de cooperación entre los miembros de un determinado ámbito o espacio de convivencia,
para mejorar el bienestar cotidiano de las personas y de la sociedad” (Parra 2021). Finalmente, retomamos la definición propuesta por Leonardo Boff sobre el cuidado,
situándolo como una actitud que emerge del compromiso afectivo con el otro, donde
la atención, ocupación, preocupación y responsabilización se materializan en acciones
orientadas a la protección (Boff 2002). En este sentido, las prácticas de cuidado sostenidas por las familias que aceptan
y acompañan a sus hijes trans*, transmiten a les niñes el ser merecedores de atención,
afectos y cuidados, facilitando que les niñes comprendan y enraícen la relevancia
de su seguridad y bienestar, e impulsándolos a sostener prácticas de cuidado para
sí y para les otres.
Conocer las vivencias de les familiares de les niñes y adolescentes trans* es necesario
para ofrecer recursos que cultiven la comprensión, aceptación y acompañamiento que
brindan a sus hijes (Aramburu 2018). Por estas razones resulta crucial desarrollar investigaciones que nos permitan
aproximarnos a sus experiencias para apuntalar recursos que sumen en aras de su bienestar.
Aspectos metodológicos
Esta publicación se desprende de mi proyecto de investigación doctoral cuyo objetivo
se centró en conocer las vivencias de les niñes trans* y sus familias, con la intención
de advertir los procesos de violencia que les afectan e identificar las estrategias
que apuntalan su agencia. Es una investigación cualitativa con un alcance descriptivo,
que parte de un posicionamiento epistemológico feminista. Esto con el propósito y
la intención de centrarnos en los saberes y estrategias locales y encarnadas que les
niñes trans* y sus familias forjan para hacer frente a contextos adversos. La metodología
y método versaron en lo narrativo; a través de múltiples encuentros con cada familia,
se elaboraron narrativas mediante las cuales dieron lugar a sus vivencias, por medio
de conversaciones, juegos, escritos y dibujos. A través de las narrativas se identificaron
los puntos de comprensión desde los cuales se presentan los resultados. Para fines
de este artículo, únicamente nos centramos en aquellos que concernían a las vivencias
de les familiares.
Aspectos éticos y participantes
El trabajo de campo se realizó en la Ciudad de México, durante los años 2018 y 2019.
La selección de los participantes fue intencional a través del método de bola de nieve,
haciendo uso de las redes consolidadas por la voluntad colectiva para niñes trans*
y sus familias. Participaron cuatro niñes trans* y sus familiares. Las reuniones y
estrategias para la recopilación de las narrativas se ajustaron según su edad y las
necesidades de cada familia. La participación de les niñes y familiares fue anónima;
así, se utilizaron pseudónimos para impedir su posible identificación. Se elaboró
un asentimiento informado para niñes y un consentimiento informado para sus familiares,
mismos que fueron explicados, para que cada persona comprendiera en qué consistía
la investigación y su participación.
En cuanto a las características de las familias, las cuatro viven en zonas urbanas
donde les fue posible acceder a recursos afirmativos relacionados con la diversidad
de sus hijes. En el momento en el que se realizó la investigación, tanto la madre
como el padre de cada familia trabajaban y contaban con cierto apoyo de la familia
extensa en relación con la crianza. Tanto Laura como la madre de Roberto se habían
separado de sus esposos; entonces, los padres de Roberto y Adri no compartían vivienda
con ellos.
Cuadro 1
Madre y padre
|
Educación
|
Hije
|
Edad
|
Educación
|
Ciudad
|
Mar y Fabián
|
Educación Media
|
Ale
|
5
|
Kínder particular
|
CDMX
|
Sara y Oscar
|
Educación Media
|
Ángel
|
6
|
Kínder particular
|
Edo. Mex
|
Laura
|
Lic. Psicología
|
Adri
|
12
|
Primaria particular
|
CDMX
|
Madre
|
Educación Media
|
Roberto
|
15
|
Secundaria Pública
|
CDMX
|
Resultados
Los desafíos iniciales enfrentados por las familias de niñes y adolescentes trans*,
se formulan cuando las expresiones de sus hijes distan de las expectativas familiares
y sociales relacionadas con las normatividades de género. Lo anterior puede acontecer
desde la infancia temprana a través de sus comportamientos, preferencias, inquietudes,
afirmaciones y demás manifestaciones transcurridas con consistencia y persistencia
en su cotidiano. A continuación, colocaré una narración compartida por Laura, madre
de Adri.
“Por las mañanas, Adri tomaba mi maquillaje, ropa, bolsas, collares y pulseras. Cuando
jugaba le gustaba colocarse una playera en la cabeza para sentir que tenía el pelo
largo. Sus maestras del Kinder decían que se comportaba como niña, que prefería los
juguetes dirigidos para ellas, jugar con ellas e incluso hacer uso del baño destinado
para las niñas. Adri decía que no se sentía bien con los niños, que se sentía extrañx,
que no encajaba y que no le gustaban las actividades en las que les dividían como
los bailables en los festivales. Yo no sabía qué hacer, mi familia me decía que tenía
que negarle a Adri jugar con esas cosas; siguiendo sus consejos por un tiempo coloqué
candados en mi clóset y me negué a comprarle juguetes o cosas que eran para niñas.”
La descripción que enunció Laura nos permite ubicar la desorientación e incertidumbre
que viven algunas familias frente a las expresiones ajenas a las normatividades de
género de sus hijes. A ello se suma la tensión que se formula desde la vigilancia
y los comentarios de familiares, maestras y demás especialistas. Laura deseaba hacer
lo mejor para Adri; sin embargo, carecía de claridad sobre lo que ello significaba
en esta coyuntura. Sus narraciones muestran la ambigüedad, ambivalencia y desorientación
frente a la diferencia entre los mandatos sociales y las expresiones de Adri. Su ardua
búsqueda de información le permitió reorientar sus prácticas de cuidado al protagonizar
la integridad y bienestar de Adri por encima de los imperativos sociales relacionados
con el género. Consideramos potente reflexionar sobre la frecuencia con la cual las
acciones sugeridas por la familia extensa, docentes e instituciones suelen alinear
con cierta inmediatez las prácticas de cuidado al cumplimiento de las expectativas
y normatividades sociales. En esa línea cabe situar la pregunta por los compromisos
y valores desde los cuales se orientan las prácticas de cuidado en la familia y los
entornos donde transcurre el cotidiano de les niñes, lo cual tiene una relación directa
con la cimentación de su salud emocional.
Con frecuencia, las familias atraviesan pasajes complejos donde resulta difícil discernir
qué significa accionar en favor de la seguridad y bienestar de sus hijes; así, en
ocasiones viven cierta ambivalencia e incertidumbre. La heterogeneidad de valores,
recursos, contextos y comprensiones sobre la diversidad fomentan que cada familia
emprenda un trayecto singular respecto de la diversidad de sus hijes. En esta dirección
la narración de Mar, madre de Ale, quien nos comparte sobre las preferencias de Ale,
la cual contaba entonces con cinco años.
“Para mí lo más importante era la felicidad de mis hijos, si a su hermano le hacía
ilusión todo lo relacionado con coches y Buzz Lightyear, a Ale le daba felicidad todo
lo que tenía que ver con princesas y la película Frozen. Ale disfrutaba mucho al jugar
con muñecas y le encantaba usar vestidos y faldas. Yo no lo veía mal, cuando estábamos
en casa se lo permitíamos. Con el paso del tiempo fue pasando también en casa de sus
abuelos y en la escuela, y entonces tuvimos que platicarlo con la familia y sus maestras,
para que no le regañaran.”
La descripción que nos comparte Mar, nos permite vislumbrar las vivencias de una familia
que dio espacio a la diversidad en expresión, prácticas e identidad de género de sus
hijes. En este sentido, el amor atento que sostuvo Mar se tradujo en acciones que
brindaron cuidados y no indiferencia, huida o abuso frente a la vulnerabilidad (Ruddick 1990). Las prácticas de cuidado que tuvo la familia de Ale se centraron en procurar espacios
donde no se vulnerara a Ale por su expresión de género, inquietudes y afirmaciones
sobre su identidad. Mar sostuvo una búsqueda intensa de información, redes y especialistas
para contar con saberes que le permitieran hablar con familiares, docentes y doctores,
con la intención de promover el respeto hacia Ale. Orientar las acciones de cuidado
en aras de lo vital conlleva una presencia atenta con sus hijes y activa frente a
los efectos que sus expresiones pueden provocar en los distintos entornos de su cotidiano.
La experiencia de Ale muestra que hay familias que orientan sus acciones a partir
de la dicha, la comodidad y la autenticidad que perciben en sus hijes, ello evidencia
la posibilidad de sostener trayectorias familiares que partan del júbilo y no del
deterioro emocional de les hijes. Con el paso del tiempo, Ale fue afirmando de forma
insistente, consistente y persistente su posicionamiento en relación con el género,
manteniéndose como una constante durante los cinco años por venir. La cercanía, comunicación
y confianza que sostuvo Mar con sus hijes facilitó que ella orientara las prácticas
de cuidado en relación con su integridad, seguridad y bienestar.
Desde la vivencia de Ale y la aceptación que su familia fue cultivando, podemos comprender
que hay experiencias y trayectorias de vida trans* que no atraviesan transiciones
de género. Ale se ha expresado y afirmado como quien es desde sus primeros años de
vida, por lo cual, fueron únicamente sus familiares y personas significativas quienes
atravesaron cambios afectivos, simbólicos y relacionales vinculados con sus imaginarios
y expectativas supuestas.
En diferencia a la experiencia de Ale y su familia, lo descrito por Roberto, quien
tuvo mucha dificultad para lograr que su madre y hermanes pudieran dar legitimidad
a lo que él les decía sobre su identidad. Roberto tenía 13 años cuando ocurrió lo
que comparte en la siguiente narración:
“Yo pensaba que con cirugías podía operarme todo el cuerpo para ser hombre, pero ni
siquiera había entendido qué era una persona trans. Estaba en Internet y me pregunté
por cuál sería la operación de partes femeninas a masculinas, la busqué y me apareció.
Uno de los comentarios del video decía ‘Lo que hace una persona transgénero para ser
feliz’. Leí la palabra y la busqué. Encontré que era el nombre que se usaba para nombrar
a las personas que no se identificaban con su sexo de nacimiento. Fue antes de entrar
a secundaria, yo pensaba que era únicamente cosa de operaciones, pero al ver el video
y el comentario entendí que había una descripción para lo que yo sentía desde niño.
Comencé a leer y me informé para explicarle a mi mamá. Ella me dijo que yo era una
niña, una señorita y las señoritas tienen que ser femeninas. Lo volví a intentar muchas
veces, pero no me entendía. Comencé a introducirle más el tema de las personas trans,
y un día yo le dije que necesitaba iniciar mi transición, le di una explicación científica
de un doctor que había encontrado en internet y mi mamá lo vio, pero me dijo que para
ella yo siempre sería su hija. Yo sentí muy gacho. Me dijo muchas veces que ella no
iba a utilizar mi nombre, por eso pensé en irme a Impulso Trans en Guadalajara, mandé
mensaje para pedir información y saber cómo llegar. En secundaria comencé a juntar
dinero para irme de mi casa.”
Las descripciones que realizó Roberto son evidencia del deterioro emocional que vivía
debido a la falta de aceptación de sus familiares. La invalidación de su testimonio
de vida y de los saberes que por sí mismo elaboraba sobre la diversidad y sobre su
persona, se traducían en afecciones en su confianza, seguridad y capacidad para relacionarse
con sus familiares. Estas condiciones precarizaban sus oportunidades de vida al afectar
su desempeño escolar y exponerse a situaciones de riesgo relacionadas con su necesidad
de buscar aceptación, reconocimiento y pertenencia. Esto nos lleva a preguntarnos
por el costo en salud que pagan niñes y adolescentes debido al adultocentrismo y las
normatividades desde las que se distribuye la cualidad de lo legítimo. Será necesario
sostener la pregunta por la forma en la que les niñes y adolescentes logran dar legitimidad
a sus expresiones y cómo esto puede relacionarse con los índices de ansiedad, depresión,
autolesión, ideación e intentos suicidas entre personas jóvenes.
Que las manifestaciones de les niñes sean acogidas por el núcleo familiar les transmite
que es legítimo lo que expresan y viven. Ello inscribe que los saberes que tienen
sobre sí mismes, sobre sus vivencias y el mundo que les circunda son escuchados y
dotados de validez, lo cual constituye actos de justicia testimonial (Guerrero y Muñoz
2018). Estas acciones cultivan en favor de la capacidad de les niñes por generar saberes
apuntando en relación con la justicia epistémica que, vinculada con la justicia testimonial,
da consistencia a la reciprocidad y simetría de las dinámicas familiares (Cruz 2018). Al tiempo, la narración que comparte Roberto es una muestra de las formas en las
que les niñes y adolescentes trans* forjan conocimientos y recursos para facilitar
los procesos de sus familias; son agentes activos que suman en aras de la aceptación
y apoyo familiar. Estos pasajes insisten en la importancia de considerar la capacidad
de les niñes por gestionar sus necesidades frente a entornos adversos; lo anterior
nos lleva a situar la pregunta por los recursos que nutren la capacidad agéntica de
les niñes y adolescentes trans*.
Como se ha mencionado con anterioridad, las familias viven procesos demandantes donde
la labor emocional se traslapa con la necesidad de responder a las exigencias escolares
y familiares, al tiempo que brindan apoyo a sus hijes. Las narrativas que compartió
Sara visibilizan estos desafíos que con frecuencia suelen intensificarse ante las
recomendaciones institucionales:
“Me pidieron que me presentara en el kínder para señalarme que estaba educando mal
a Ángel, porque todo el tiempo decía que era un niño y se portaba como niño. La coordinadora
del kínder me dijo que era nuestra culpa y que yo debía enseñarle a ser una niña.
Me dijeron que para que Ángel continuara asistiendo era necesario que le llevara a
un psicólogo. Tuvo varias sesiones y le diagnosticaron con un trastorno desde el cual
el psicólogo insistía en que estaba confundido. Su papá y su familia no dejaban que
Ángel jugara y se vistiera como quería, por lo tanto le regañaban y hacían comentarios
despectivos. Para mí ha sido muy difícil todo esto, no sé cómo responder sus preguntas
o cómo apoyarle. Mis primas me ayudaron a encontrar el contacto de la Red de Familias
Trans*, ahí me dieron apoyo e información que me ayudó a entender que yo no tenía
la culpa y que Ángel no tenía una enfermedad.”
Las madres de les niñes y adolescentes trans* pueden atravesar pasajes complicados
respecto a las reacciones familiares y sociales sobre la diversidad de sus hijes.
Desde la literatura, se ha nombrado estigma doble al acto de señalar a las madres
como las responsables de las expresiones de diversidad de sus hijes; por lo cual,
aparte de vivir el estigma asociado con la diversidad, experimentan el señalamiento
equívoco de ser sus causantes (Frigerio et al. 2021). Esto les lleva a enfrentar situaciones al interior e exterior de la familia que
les desgasta emocionalmente, al tiempo que dificulta que accedan a recursos que faciliten
los procesos que atraviesan. A ello se suma la frecuencia con la cual los padres se
niegan a brindar legitimidad a las manifestaciones de sus hijes y se resisten a implicarse
activamente en la búsqueda de recursos que puedan apoyar a la familia. Tanto Sara
como Mar y Laura, se implicaron en grupos, conferencias y lecturas para ensamblar
discursos que les permitieran educar al resto de familiares y así promover aceptación
y apoyo para sus hijes; haciéndolo aparte de la crianza y sus compromisos laborales.
Para Sara y Laura fue especialmente difícil lograr que los padres se comprometieran
con sus hijes, por lo mismo y con el tiempo, ellos y sus familias fueron tomando distancia.
Consideramos importante preguntarnos por aquello que dificulta a los padres aceptar
y apoyar la diversidad de sus hijes; esto quizá tiene relación con las formas en las
que la masculinidad se socializa en torno a las prácticas de cuidado, la labor emocional,
la responsabilidad y la diversidad.
Encontramos relevante colocar la pregunta por los posicionamientos institucionales
que deterioran las posibilidades de les niñes y adolescentes trans*, y que precarizan
los recursos de las familias que desean aceptar y apoyar a sus hijes. En esta línea
las acciones de docentes, coordinadores, psicólogues y demás especialistas de la salud,
que fungen como custodios o garantes de las normatividades desde las cuales se distribuyen
las desigualdades estructurales que afectan las condiciones de un amplio margen de
poblaciones diversas. Es imprescindible sostener la pregunta por los compromisos éticos
que deben orientar las acciones de instituciones educativas y sanitarias, así como
las prácticas éticas que habrían de alinear las acciones de profesionistas, docentes
y especia listas de la salud.
En relación con la labor emocional realizada por les familiares que procuran labrar
aceptación y apoyo para sus hijes trans*, tenemos quienes han descrito atravesar por
procesos de duelo o pérdida que resulta difícil nombrar, comprender y socializar.
En esta línea la vivencia de una de las madres, quien describió con sorpresa que a
pesar de llevar varios años aceptando y apoyando a su hije, al tomar decisiones como
el cambio de nombre en la documentación oficial o la entrada a secundaria, experimentaba
una nostalgia relacionada con lo que hubiera sido de no haber transicionado. Ella
describía que estas experiencias afectivas le desconcertaban, pues amaba profundamente
a su hije y le era tremendamente congruente el camino que como familia habían emprendido,
sin embargo, las huellas de tristeza y melancolía asomaban frente a algunos pasos
que materializaban quienes eran ahora.
Sus descripciones alcanzan cierta sintonía con los desarrollos de la teoría de la
pérdida ambigua, que permite nombrar aquellas pérdidas o duelos vinculados con cuestiones
relacionales, afectivas, imaginarias e íntimas que forman parte de la identidad parental
(Catalpa y McGuire 2018). Resulta potente seguir la pista de las estrategias que crean les niñes y sus familias
para nombrar, comprender y socializar sus vivencias. En ocasiones esto es acompañado
por rituales que enmarcan sus experiencias como las celebraciones de sus fechas de
transición, los pasajes de elección de nombre y la creación de lazos afectivos que
inscriben desde otras filiaciones con quienes se acompañan y alían. En esta línea
la relevancia de la comunidad, que desde sus encuentros abre temporalidades y rituales
que dan consistencia a la memoria en común, la pertenencia y el acompañamiento mutuo.
Consideramos imprescindible retomar que dentro de la diversidad de experiencias de
les familiares hay quienes no atraviesan sensaciones de pérdida o duelo alguno.
Para Mar, Sara y Laura resultó fundamental platicar con otras madres de niñes trans*,
pues ello facilitó sus procesos de aceptación, abonó en aras de la resignificación
de su comprensión de lo trans* y les dio acceso a saberes y estrategias forjados por
otras familias. Los saberes que las madres ponen en circulación les permite anticipar
las situaciones que pueden afectar negativamente a sus hijes. Los grupos entre pares
para familiares y para niñes trans* son fértiles para la articulación de redes amicales
y alianzas que dan consistencia a la fortaleza y respaldo a las convicciones de las
familias que hacen frente a las adversidades. A través de estos espacios, las familias
tejen redes de interdependencia desde las cuales se brindan soporte y cuidado mutuo
(Malatino 2020). Si bien sostener acompañamientos afirmativos para les niñes trans* confronta a
las familias con tensiones, adversidades y pérdidas que acontecen en varios niveles,
sus esfuerzos también siembran la posibilidad de establecer redes afectivas más auténticas
desde las que se enraiza su sentido de pertenencia. Compartir sobre los procesos que
viven desde la perspectiva de la crianza y las vivencias de sus hijes, incide favorablemente
en la disminución de las preocupaciones y la incertidumbre que experimentan. Sobre
esto Mar menciona:
“Somos una familia muy afortunada porque pudimos rodearnos de personas bien intencionadas,
amorosas que creen y confían en nosotros. Como Red de Familias Trans* hemos logrado
acompañarnos por familias y personas trans* que nos permiten escuchar sus historias
para comprender lo que viven nuestros hijes.”
Ello se encuentra en resonancia con la frecuencia con la cual les familiares resignifican
la diversidad como un valor social (Parra 2021), pudiendo incidir en sus prácticas de género y amplificar sus horizontes afectivos
y relacionales (Dierckx y Platero 2017). A través de estos pasajes las familias entablan relaciones más recíprocas y buscan
mejorar sus recursos con la intención de resistir a las circunstancias opresivas,
lo que fomenta la capacidad colectiva para impulsar el cambio social.
Les niñes que reciben amor, respaldo y cuidados, sin importar si sus expresiones coinciden
o no con las expectativas sociales, pueden dotar de una consistencia distinta a los
afectos que reciben de sus familiares. La oferta vital que esto inscribe fomenta en
les niñes la comprensión de ser merecedores de cuidados y afectos positivos, enraizando
la confianza que tienen sobre sus vínculos primarios y sobre sí mismos. Esta confianza
nutre la comunicación y posibilita complicidades que facilitan hacer frente a las
adversidades. Las niñeces que cuentan con estas alianzas tienen mayor seguridad para
concebirse merecedores de un trato respetuoso. En este sentido, la consistencia del
amor ofrecido por sus familiares puede contrarrestar los efectos del rechazo que les
niñes trans* reciben en otros entornos.
Fomentar en les niñes la prioridad de su integridad y la necesidad de accionar en
ciertas ocasiones para procurarla, resulta fundamental para nutrir su capacidad agéntica
y sus habilidades para gestionar sus necesidades e incidir en las condiciones de su
cotidiano. En esta dirección la decisión que tomó Ángel durante los últimos meses
de su primer año en primaria. Llevaba poco más de año y medio viviendo una transición
social en la gran mayoría de sus entornos, por lo que un par de meses después de haber
cumplido siete años, le preguntó a su madre si estaba lista para aceptar en su escuela
que tenía un hijo. Tras la afirmación de Sara, Ángel decidió comunicar quien era él
a su maestra y posteriormente a la directora de primaria; esto con el objetivo de
que le permitieran acudir con el cabello corto, usar el uniforme correspondiente a
su identidad de género y ser tratado como sus compañeros. Si bien tanto la maestra
como la di rectora estaban al tanto de la situación, no fue sino hasta que Ángel decidió
dar el paso para enunciar lo que necesitaba que se facilitaron estos procesos. Ello
en congruencia con la convicción de que les niñes y adolescentes son capaces de orientar
y guiar los cambios que necesitan, marcando la temporalidad y dirección de los mismos
(Ehrensaft et al. 2018; Leibowitz 2018). El compromiso de les familiares, y personas adultas de los distintos entornos donde
transcurre el cotidiano de les niñes, habría de anclarse en relación con la gestión
de las condiciones necesarias para que sean las afirmaciones y necesidades de les
niñes lo que vaya marcando la pauta, según vayan estando listes y preparades para
ello (Ehrensaft et al. 2018).
La experiencia de Ángel resuena con las acciones de Roberto, quien en primero de secundaria
decidió compartir sobre su identidad de género a la directora de su escuela. Sobre
esta vivencia él mencionó:
“Cuando la directora me llamó a su oficina le dije directamente lo que estaba pasando,
pues ella me preguntó por qué me había visto varias veces formado en la fila de hombres.
Yo le expliqué que soy un chico trans y que desde hace muchos años no me sentía cómodo
teniendo que forzarme a hacer algo que no me hacía sentido. Le dije que todos me decían
que estaba confundido, pero en realidad no lo estaba, porque desde hace mucho sé quién
soy. La maestra me dijo que estaba bien, desde ese día pidió a los profesores que
me nombraran por mi apellido y me dio permiso de usar el uniforme de los niños. Esto
me hizo súper feliz pues ya tenía reportes y citatorios por no llevar el uniforme
que según ellos me correspondía.”
Haber compartido sobre su identidad de género con la directora de su escuela, consolidó
para Roberto un paso fundamental respecto de la seguridad, autenticidad y comodidad
que vivió durante secundaria. Su desempeño escolar y aceptación social le permitieron
liderar durante los siguientes dos años la planilla de estudiantes, siendo el vocero
entre la coordinación y sus pares. Si bien Roberto no contaba con la aceptación de
su familia, tuvo la destreza de formar una red de apoyo entre pares y docentes de
su escuela; en sintonía, asistía a los espacios para juventudes de la Red de Familias
Trans*, donde diversificó sus referentes de pares y familias al tiempo que lograba
consolidar los recursos necesarios para su transición. Tanto Ángel como Roberto incidieron
en sus entornos educativos para tornarlos espacios donde su integridad y bienestar
no estuviesen comprometidos. Estas acciones materializan su capacidad por gestionar
sus necesidades y hacer frente a las condiciones que van en detrimento de su bienestar.
Las vivencias, conocimientos y estrategias de Ángel y Roberto fortalecieron y afianzaron
su capacidad agéntica, propiciando que pudieran gestionar los cambios que deseaban
en sus entornos inmediatos. Siguiendo la experiencia de Án gel, desde su niñez temprana
contó con la aceptación y apoyo de su madre, hermana y familia materna, quienes le
llevaban a los espacios de convivencia entre pares de la Red de Familias Trans*. Esto
fomentó que Ángel comprendiera su valía y su capacidad para dar lugar a sus necesidades.
Por su parte, Roberto fue construyendo poco a poco sus recursos para dar lugar a la
vida que deseaba para sí. Sus vivencias nos dan la oportunidad de afianzar que las
experiencias y trayectorias de vida trans* tienen una relación íntima con el deseo
por vivir la vida que es congruente con lo que te habita, una vida que deseas profundamente
para ti. Así, encontramos imprescindible situar la pregunta por las formas en las
cuales podemos arar los terrenos para que su deseo y agencia no sean obturados por
entornos alienados a las normatividades de un orden de género que constriñe a la gran
mayoría de personas.
Conclusiones
Las vivencias de las familias de les niñes y adolescentes trans* son heterogéneas,
como la diversidad de experiencias y trayectorias de vida de sus hijes. Habrá quienes
desde la niñez temprana se expresen en diferencia a las expectativas y habrá quienes
lo vivan de forma posterior. La diversidad de experiencias de las familias nos permite
vislumbrar que hay familias para quienes la incertidumbre, ambigüedad y ambivalencia
consolidan profundas dificultades para orientar sus prácticas de cuidado, al tiempo
que hay familias que logran alinear sus acciones respecto de lo que genera dicha,
comodidad, autenticidad y bienestar en sus hijes. La configuración y funcionamiento
familiar, así como el contexto, los valores, redes y demás recursos con los cuales
cuenta la familia, son factores que influyen los procesos que viven en relación con
la diversidad de sus hijes. Así como cada niñe traza sus intereses, ritmos y necesidades,
cada familiar vive implicaciones, posicionamientos, temporalidades y posibilidades
distintas frente a los cambios propios a la transición parental.
La transición parental es un proceso que conlleva una labor emocional inherente a
los cambios que la familia va enfrentando respecto a la diversidad de sus hijes. El
periodo de ajustes implica en muchas ocasiones resignificar, ajustar y accionar cambios
relacionales y afectivos que impactan en todo el sistema familiar. Esto suele ocurrir
al tiempo que las familias desarrollan estrategias de afrontamiento para materializar
el apoyo que brindan a sus hijes en los distintos desafíos de su cotidiano. A través
de estos pasajes, habrá factores contextuales que aumenten la tensión y los estigmas
al interior del sistema familiar, así como habrá factores que la disminuyan al facilitar
recursos que brinden sosiego y acompañamiento para las familias. Entre los recursos
más potentes están aquellos que anidan en las redes creadas por familias y personas
trans*, en los cuales se cir culan saberes, estrategias y recursos útiles a las familias
para hacer frente a las adversidades cotidianas. Al tiempo, en estos espacios se puede
fomentar la articulación de redes amicales donde se restablezca el sentido de lo comunitario
y se accione en conjunto para procurar el bien común.
Labrar caminos donde se procure afianzar la aceptación y se brinde acompañamiento
a les niñes, conlleva sostener la pregunta por aquello que ancla y orienta las prácticas
de cuidado que se procuran en la familia, escuela y comunidad. Es necesario reorientar
las preguntas que nos hacemos sobre la diversidad para centrarnos en lo que resulta
protagónico: ‘cualquier niñe puede acontecer y expresarse como más cómodo y auténtico
le resulte sin que ello le exponga a rechazo, discriminación o violencia, o vulnere
de forma estructural sus condiciones de vida’. Ahí el compromiso forjado por las familias
que se decantan por cultivar cercanía, confianza y comunicación con sus hijes, al
tiempo que sostienen acciones en aras de procurar su bienestar e integridad. Retomo
la afirmación enunciada por Mar frente a los directivos de la futura primaria de Ale:
“no sabemos si esto sea una exploración, una etapa o algo que permanecerá en el tiempo,
pero lo que sí sabemos es que necesitamos que en su escuela esto no sea un problema”.
Preguntarnos por la posibilidad de articular una ética del cuidado para las niñeces,
nos invita a reflexionar sobre los compromisos que orientan nuestros saberes, prácticas
e instituciones. ¿Hacia dónde apuntaría una ética de la escucha y el acompañamiento
para las niñeces trans* y sus familias? ¿Qué acciones habríamos de sostener para forjar
entornos seguros para todas las niñeces? ¿Cuál es nuestra responsabilidad como familiares,
docentes, psicólogues e instituciones frente a las dinámicas y entornos que precarizan
las condiciones de vida de les niñes y sus familias? Desde los tejidos comunitarios
que han labrado las personas trans* y sus familias, se procura una ética colectiva
desde la cual nuestras convicciones accionan hacia la construcción de entornos donde
las diversidades sean cobijadas y celebradas.
Sugerencias para futuras investigaciones
Para investigaciones futuras será importante considerar una máxima variabilidad en
relación con las características de las familias participantes, en este sentido sería
muy enriquecedor sostener investigaciones en las que las personas que participen tengan
una diversidad de contextos, pues en esta publicación todes les participantes pertenecen
a zonas urbanas en las que se centraliza el acceso a espacios y recursos afirmativos.
Asimismo, sería valioso contar con investigaciones que se adentren en los procesos
de decisión vividos por las familias que apoyan a sus hijes en las distintas vertientes
de sus transiciones. Igualmen te, es necesario conocer las experiencias de las familias
que se resisten a aceptar y a acompañar a sus hijes, o que viven posicionamientos
ambiguos. También sería de mucha valía aperturar investigaciones que den protagonismo
a la particularidad de las experiencias de les hermanes de les niñes y adolescentes
trans*.