Vol. 2 No. 1
Febrero de 1999


 

El Goce de la Histérica, un Caso de Relacion Simbiotica

Javier Torres Torija C*

UNAM IZTACALA
 
 

RESUMEN.

La temática del goce que es inaugurada por J. Lacan retomando los planteamientos realizados por S. Freud acerca de la pulsión de muerte; constituye en el psicoanálisis contemporáneo un concepto central tanto en el discurso teórico como en el clínico. En este trabajo se hace un análisis del caso de una joven histérica a partir de este concepto.
Descriptores: Goce, histeria, estructura histérica.
 
 

ABSTRAC

The thematic of the fruition that is inaugurated by Jaques Lacan retakiny the state ments made by Sigmund Freud about dirve of death; it constitutes a core concep in today’s psychoanalysis, in the theoricall discurse as well as the clinical. An analisis of an histerical young woman’s case it’s made in this article taking this concept as start point.
Key Words; Fruition, histeria, histerical structure.
 
 
 
 

 * Profesor Asociado "B" de Tiempo Completo del Área de Psicología Social Aplicada. .UNAM Campus Iztacala.
 
 
 
 
 
 

Desde el sentido común la noción de goce, remite de alguna manera al placer. Pero esta aseveración se ve muy matizada desde la perspectiva psicoanalítica. La temática del goce en psicoanálisis es inaugurada por Lacan quién toma como punto de partida el texto de Freud (1976) titulado "Más allá del principio del placer" En efecto la -el- efecto, el fin último de la pulsión de muerte será la desintegración que acabará por llevar al organismo a ese estado de inmovilidad total característico de lo inorgánico. ¿Puede derivarse de esta tendencia algún tipo de placer?
 

Freud plantea la paradoja del placer cuando destaca como placentero el momento de descarga de la pulsión sexual, misma que se ha visto incrementada por la excitación. Pero señala que el momento de excitación resulta también placentero. Luego entonces el placer no deviene sólo de la descarga pulsional sino también de su "acumulación". Esta paradoja y la observación cuidadosa de cierto juego infantil con un carrete y un cordel llevó a Freud a considerar que más allá del principio del placer regía otro principio del funcionamiento psíquico, después llamado principio del Nirvana y cuyo motor es precisamente la pulsión de muerte. La contradicción aparente entre placer y muerte dio lugar al planteamiento de Lacan (1981) acerca del goce.
 

La temática del goce es sumamente compleja, y fundamental en el psicoanálisis de hoy. Compleja porque abarca aspectos medulares de la metapsicología como son la dualidad de las pulsiones, su continua mezcla e interjuego. Su análisis se inscribe en una complicada trama teórica desarrollada por Lacan, que abarca aspectos relacionados con el falo, el significante, el objeto del deseo, y el saber. Por otro lado, desde el punto de vista de las instancias del aparato psíquico su relación con cada una de ellas reviste gran importancia, en especial su relación con el superyo. No me es posible abarcar el tema en toda su complejidad. Por lo tanto, en este trabajo sólo pretendo tocar algunos aspectos relacionados con esta problemática, e ilustrarlos mediante un caso clínico que quedará abierto a las consideraciones del lector.
 

El goce para Lacan se presenta como un imperativo !goce¡ que proviene no del ello sino del superyo, y que por tanto conlleva la carga de odio y arbitrariedad propia de esta instancia psíquica. Goce, como imperativo, sin límite, podría decirse "!goce hasta morir¡" (Braunstein, 1990).
 

La cuestión del goce ha sido estudiada en psicoanálisis principalmente en relación con la perversión. El goce se inscribe en esta estructura como una manera de renegar de la falta en el Otro. El perverso sabe de la falta pero no la acepta, reniega de ella. Se ofrece entonces como ese falo del Otro, por lo general la madre ,que le dará a aquella la supuesta completud y, de alguna forma se librará del horror de aceptar la castración. Queda entonces atrapado en el goce de ser el falo del Otro. Por cierto, para Lacan no hay más goce que el goce fálico y éste siempre remite al goce del Otro.
 

¿Cómo se posiciona ante el goce la estructura histérica? Antes de entrar en este asunto conviene recordar la definición de histeria, quizá la más breve, clara y sucinta, que también le debemos a Freud (1976, p. 210) "Debemos considerar como histérica a toda persona que en una situación de excitación sexual no experimenta placer sino por el contrario desagrado". En la histeria entonces tenemos que ahí donde debería haber placer encontramos desgano o incluso indiferencia cuando no franca aversión. ¿Será entonces que el goce de la histérica consiste en renunciar al placer sexual?. Sin duda una de las características más notables del comportamiento histérico consiste en una actitud abiertamente seductora seguida de una huida que deja a la pareja con una sensación de frustración y enojo. La histérica parece condenada a la insatisfacción; sexual y en todos los aspectos de su vida, pues como también lo vio claramente Freud, el comportamiento sexual es prototipo del comportamiento en general.
 

La histeria se caracteriza entonces por una especie de asco o de repugnancia hacia lo sexual, al mismo tiempo que busca y propicia el acercamiento sexual. Esta paradoja obedece, como lo vio el psicoanálisis desde su inicio, al conflicto edípico derivado de la prohibición del incesto .Es claro que si existe la prohibición del incesto es porque existe el deseo de llevarlo a cabo. Esta es la estructura del drama, y a veces también la tragedia de toda vida humana.
 

Recordemos brevemente la psicodinamia básica de la histeria. En términos muy resumidos se puede decir que en esta entidad clínica el impulso sexual por el progenitor del sexo contrario es reprimido y desplazado hacia otras representaciones, por lo general del propio cuerpo como sucede en los casos de parálisis motoras, llamadas anteriormente "funcionales" y luego desde Freud, conversivas. Otras veces el síntoma consiste en falta de sensibilidad de una parte del cuerpo, ceguera o bien ascos, vómitos y dificultades con la ingestión de alimentos. En cualquier caso específico, el síntoma viene entonces a significar una satisfacción substitutiva del impulso originario. El síntoma implica una "transacción" es decir una formación de compromiso entre el impulso y la prohibición.
 

Podemos decir entonces que la histérica desea al padre pero tiene que elegir a otro. Este otro resulta siempre insuficiente comparado con aquel, y cualquier esfuerzo que haga éste por darle satisfacción está condenado al fracaso. La histérica puede tener un hombre, pero siempre mira hacia otro. Con la madre prevalece una relación de rivalidad inconsciente, matizada por la ambivalencia, ante la imposibilidad de identificarse con ella. A diferencia del perverso, la histérica no deniega la castración ; la conoce y en cierto modo la asume. Sin embargo, trata de ocultarla. Se ha señalado que el uso de cosméticos y objetos diversos de adorno del cuerpo femenino, es un rasgo histérico generalizado, cuya finalidad es precisamente, ocultar la castración.
 

Ahora bien, aunque la histérica reconoce la castración, y de ahí su calidad de estructura neurótica, por otro lado no la acepta del todo. Ni en ella ni en los otros. Ante la falta en el Otro, ella quisiera ser el objeto que supliera esa falta. Es decir, ser para el Otro lo que aquél desea, ser el objeto del deseo del Otro. La histérica se identifica con el objeto del deseo del Otro. En términos coloquiales diría : "quiero ser todo para ti".
 

Ahora quisiera referirme a un caso que considero podrá servir para ilustrar ciertos aspectos característicos de dicha estructura clínica. Se trata de una mujer joven, de 21 años de edad que acude a una clínica psiquiátrica en busca de ayuda para tratar su "depresión". .De ahí es referida al Servicio de Psicoterapia porque el médico considera que "el problema de la paciente es de naturaleza emocional".
 

Lourdes es una estudiante de la carrera de psicología que acude a consulta después de sufrir la "decepción" de que su hermana mayor empezara a salir con el novio con quién ella había tenido su primera relación sexual. Con actitud de evidente tristeza inicia su relato narrando el viaje que durante las vacaciones hizo junto con su hermana y un amigo de ambas, a las playas de Guerrero. Ahí conoció a un joven que mostró interés en ella y de inmediato la invitó a salir. Ella accedió y le propuso a Oscar que también acudieran su hermana y el amigo. Después de dos días de pasear juntos Oscar le propone a Lourdes que se quede con él "a dormir" a lo cuál ella accede de buena gana. Nunca antes había tenido contacto sexual pero de repente decidió que "había llegado la hora". En los días que siguieron continuaron saliendo juntos los cuatro y luego la pareja decidió encontrarse en el DF.
 

El noviazgo continuó, y ya en la ciudad Lourdes invitó a su hermana y al novio de ésta para que salieran juntos los cuatro. Al principio la hermana le comentó a Lourdes que "no le agradaba ese muchacho para ella" De hecho trataba a Oscar con indiferencia e incluso mostraba hacia él cierto recelo. Oscar sin embargo empezó a mostrar interés por complacer y agradar a la hermana. Al principio esta actitud le pareció bien a Lourdes. Sin embargo, al poco tiempo empezó a notar que la hermana preguntaba por Oscar y propiciaba encuentros con él y salidas conjuntas de las parejas. Luego sucedieron varios incidentes que le hicieron pensar que Oscar y su hermana "se gustaban". Ante la pregunta expresa de Lourdes, ambos negaron cualquier interés y atribuyeron todo a "su imaginación". Sin embargo, al poco tiempo confirmó sus sospechas al sorprender a su novio en un abrazo con su hermana.
 

Lourdes reaccionó con furia ante la situación, pero tanto su novio como la hermana restaron importancia a lo sucedido. Ella sin embargo, se mostró incapaz de romper la relación y continuó saliendo con Oscar a pesar de su enfado con él. Poco tiempo después empieza a padecer una intensa angustia, sentimientos de rabia e impotencia, dificultad para conciliar el sueño y falta de apetito. Decide entonces buscar "ayuda profesional" y acude a una institución psiquiátrica del Sector Salud.
 

Resumo ahora los antecedentes recabados en las primeras entrevistas. Lourdes proviene de una familia desintegrada cuando sus padres se divorciaron al tener ella cerca de 14 años. La familia original estaba compuesta por la hermana dos años mayor, Lourdes y un hermano año y medio menor. De su infancia recuerda que en ocasiones pensó que le hubiera gustado ser hombre.
 

La madre mostraba preferencia por la hermana mayor, pero se preocupaba por atender a los tres hijos. Lourdes con frecuencia le reprochaba abiertamente esa preferencia, ante lo cuál la madre respondía con evasivas o bien negaba la situación. El padre mostraba abierta preferencia por la hija mayor, a quién incluso llamaba su "consentida". Lourdes nunca se atrevió a reclamarle por esto al padre. Sin embargo, buscaba la manera de atraer su atención hacia ella, para lo cuál se esmeraba en obtener buenas calificaciones y comportarse como "buena hija". En la escuela primaria y secundaria fue alumna destacada, y participó en equipos deportivos y en el coro musical.
 

En esa época ella observaba la relación entre sus padres fría y distante y presenciaba frecuentes pleitos entre ellos. Al poco tiempo los hijos fueron informados por ambos padres que se divorciarían. Fue entonces cuando la madre les hizo saber que el padre "tenía otra mujer y otros hijos" y que por esa razón "los abandonaba". En varias ocasiones inquirió al padre acerca de lo revelado por la madre, pero éste respondía con evasivas. Sin embargo, tiempo después aceptó que sí tenía "otra familia" pero rehusó dar mayores explicaciones. Ya consumado el divorcio, un día le propuso a Lourdes llevarla a conocer a "sus otros hermanos". Ella reaccionó con enojo y se negó a acompañarlo. Sin embargo, la hermana mayor ante la misma propuesta sí aceptó y le comentaba a Lourdes acerca de "la otra mujer" y "los otros hermanos". El hermano tampoco accedió a esa invitación del padre.
 

El padre siguió aportando económicamente para el sostenimiento familiar y visitaba a los hijos una vez por semana. Ocasionalmente se quedaba "a dormir" en la casa.
 

A los 16 años de edad empieza un tratamiento psicológico a sugerencia de la orientadora escolar. En ese entonces se tornó retraída, perdió interés en sus actividades cotidianas y se sentía muy angustiada. Pero lo que más le preocupaba es que se sentía "gorda" aunque sus compañeros y familiares le decían que estaba "demasiado delgada". A pesar de ello empezó a llevar dietas estrictas e incluso a dejar de comer alimentos sólidos durante dos o tres días. Le "obsesionaba" su peso y evitaba ingerir cualquier alimento que considerara como "engordador". Llegó a pesar cerca de 40 kilos con una estatura de cerca de 1.60 mts. Según Lourdes la terapia le sirvió para "quitarse esas ideas" y le ayudó a sentirse "más tranquila". El tratamiento duró cerca de dos años, con sesiones una vez a la semana.
 

En la situación actual nuevamente se empezó a preocupar por el peso, aunque ofrecía una serie de justificaciones para comer muy poco. En repetidas ocasiones mencionó que "no se estaba volviendo anoréxica". Durante el tratamiento actual Lourdes narró otros acontecimientos importantes los cuales resumo a continuación:
 

Oscar y la hermana iniciaron una relación abierta de noviazgo a pesar de la oposición de Lourdes. Antes de ello la hermana terminó su relación anterior informando al novio que "había encontrado otro mejor". A Lourdes le propuso "compartir a Oscar" y éste también le hizo propuestas en el mismo sentido. Ante esta situación rompió abruptamente con él y dejó de hablarle a la hermana, aunque siguió compartiendo con ella la misma casa. Lourdes empezó entonces a pensar insistentemente en si habría y en su caso cómo serían las relaciones sexuales entre su hermana y Oscar. Esta pregunta llegó a "obsesionarla". Muchas veces llegaba de improviso a la casa con el propósito de sorprenderlos, y buscaba huellas e indicios de los encuentros amorosos. En realidad no sé que es lo que quiero averiguar, decía, si yo sé cómo son las relaciones sexuales. Era evidente que le intrigaba algo acerca de la sexualidad de esa pareja.
 

Varias veces mencionó que le gustaría saber que tenía la hermana que ella no poseía y que supuestamente sería lo que motivó que Oscar "la dejara". Se comparaba con ella en términos de figura, talla etc. y no encontraba respuesta. Luego adoptó el mismo corte de pelo y el arreglo general de su hermana. Llegó a decir que a veces se sentía "tan confundida" que no sabía si era ella misma o la hermana Pensaba en ella en todo momento y sintió que la necesitaba tanto que decidió volver a hablarle. Con frecuencia la llamaba por teléfono con cualquier pretexto.
 

Durante esta época de "obsesión" por la hermana me narró el siguiente sueño : Estoy en cuarto que parece un baño y de pronto veo entre las cosas de mi hermana un condón que tomo entre mis manos. Lo saco de su envoltura y me pregunto ¿cómo se usará ?. En ese momento me doy cuenta que alguien me observa desde atrás de la puerta. Inmediatamente sé que se trata de mi hermana y en ese momento ella me dice como si adivinara mis pensamientos ‘no te hagas tú sabes cómo se usa’. Yo me siento un poco avergonzada y no sé qué responder. Luego despierto sintiéndome muy angustiada.
 

Con el propósito de "olvidar a Oscar" trató de entablar relación con otros hombres. Propició entonces relaciones con individuos más jóvenes que ella a los que incluso denominaba "niños". Curiosamente estos "niños" que le atraían por una razón u otra resultaban poco accesibles. Uno por vivir fuera de la ciudad, el otro por estar comprometido con otra mujer, uno más se mostraba muy evasivo ante las "señales" de Lourdes. En esta época la relación más estrecha fue con un joven, amigo de la hermana, quién solo la visitaba de noche e invariablemente la invitaba a "dormir" en un hotel. Lourdes aceptaba sin objetar, pero en las sesiones se quejaba de sentirse como objeto de uso sexual. En varias ocasiones mencionó tener la fantasía de ser una prostituta.
 

Súbitamente advirtió una actitud "misteriosa" en su hermana. Esta se volvió reservada, triste y distraída. Oscar dejó de visitarla por un tiempo y Lourdes pensó que la relación había terminado. Esto le produjo gusto, pero al poco tiempo la hermana le mencionó, como de paso, que "tal vez estaba embarazada" . De nuevo se intensificaron su rabia y su angustia Después de un breve período de incertidumbre la hermana confirmó sus sospechas. Entonces empezó a tener fantasías muy vívidas de daño y destrucción de la hermana. Estos impulsos agresivos también aparecían en los sueños. Soñaba con ataques armados sobre una multitud inerme, accidentes automovilísticos, caídas desde grandes alturas, y mutilaciones de cuerpos. Estos sueños se acompañaban de intensa angustia.
 

Ante la situación del embarazo el padre se mostró solidario y comprensivo con la hermana. Habló con la pareja y les manifestó su apoyo. Los ayudó incluso a rentar un departamento. Lourdes sintió esa actitud "como una traición". Cuando le reclamó por ello, el padre le insinuó que "estaba trastornada". La madre manifestó su desaprobación pero en los hechos también apoyó a la pareja. El único que manifestó una abierta reprobación de lo sucedido fue el hermano. Lourdes notó que con excepción de él, los demás miembros de la familia evitaban hablar del tema con ella y la miraban con una especie de conmiseración.
 

Durante el embarazo Lourdes no podía dejar de pensar en la hermana y en el hijo que estaba por nacer. Se preguntaba insistentemente si ella alguna vez llegaría a ser madre. Reconoció sentimientos de odio hacia la hermana, Oscar y el futuro bebé. Al mismo tiempo experimentaba angustia y culpa por "permitirse" esos sentimientos. En las sesiones invariablemente hablaba acerca de este tema. De nueva cuenta disminuyó drásticamente la cantidad de comida que ingería. Con pretexto del intenso trabajo o de la "depresión" a veces su alimento en todo el día consistía solo en varias tazas de café y unas galletas. Ocasionalmente se daba "atracones" de papas fritas, pan de caja o frituras. Habló de su deseo de morir "para ya no seguir pensando". Repetía que sentía que "iba a enloquecer".
 

Cuando nació el niño nadie le informó. Poco antes, calculando la fecha, salió de vacaciones para estar lejos en el momento del alumbramiento. Sin embargo, regresó antes del acontecimiento. Pasados tres días se enteró por conducto del hermano, quién se lo hizo saber de una manera "brusca". Parecía que ella era culpable de algo. Lourdes se sentía implícitamente acusada por la familia sin saber bien de qué. A los pocos días sintió la necesidad imperiosa de conocer al niño y aprovechó una llamada de la hermana para acudir a "visitarlos". En esa ocasión pidió expresamente que no estuviera Oscar.
 

Poco a poco las visitas a casa de la hermana se hicieron más frecuentes ; en una ocasión esta le pidió que se quedara hasta más tarde para acompañarla, puesto que Oscar debía trabajar hasta la madrugada. Sin embargo Oscar llegó antes de lo previsto sin causarle sorpresa a la hermana. Después del encuentro, se reanudó el trato entre ambos. Lourdes se sorprendió cuando la pareja le propuso ser madrina de bautizo. Inicialmente se rehusó y lo sintió como una burla. Sin embargo, al paso del tiempo, a pesar de lo que llegaba a advertir en la terapia, pensó que "el bebé no tenía la culpa" y finalmente accedió.
 

Otra vez apareció el tema de su posible maternidad y se preguntaba si no estaría ella destinada a ser "una tía solterona". Después del bautizo comentó que se había sentido "ridícula" durante la ceremonia y dijo estar arrepentida de haber aceptado la invitación.
 

En el momento actual del tratamiento ha empezado a cuestionar seriamente su actitud ante la hermana . Parece aceptar al niño, pero le enfurece saberse "tan dependiente" de su hermana. Hacia Oscar guarda "un profundo resentimiento" y sigue preguntándose porque sus relaciones con los hombres "siempre fracasan". Por otro lado, ha vuelto a comer con más regularidad.
 

Dejo aquí el relato del caso para hacer algunas consideraciones teóricas . Serán desde luego de índole muy general y sólo pretenden ofrecer una visión esquemática y por tanto limitada del tema que nos ocupa. Señalo de manera inicial que la caracterización de Lourdes como histérica obedece a varias consideraciones. Primero a su gran dificultad para establecer una relación estable con algún hombre. Las posibles parejas que elige parecen de antemano poco accesibles a una relación amorosa. Parafraseando un viejo adagio diremos que "busca novio rogando a Dios no encontrar". Su deseo y su actitud parecen ir en sentidos opuestos. Las relaciones sexuales las vive como algo ajeno y fuera de su vida cotidiana. De ellas deriva escaso placer y muchas veces culpa. Se siente usada y maltratada por los hombres. Por otro lado mantiene una relación ambivalente con la madre, a la cuál mira como cómplice del padre. En lo inconsciente parece fijada a la figura del padre, de quién desearía ser "la consentida". De ahí proviene la relación de rivalidad con la hermana, la cuál considero de tipo simbiótica. Lourdes no ha logrado separarse de la hermana, como quizá tampoco de la madre. Esta última, como nota curiosa, vive desde hace varios años con su propia hermana. En fecha reciente esta tía "le confesó" a Lourdes que durante su juventud ella y su madre fueron novias de un mismo muchacho en diferentes momentos.
 

Lourdes parece identificada con la madre, quién de ser "la esposa" pasó a ser "la amante". El padre por su parte hace un planteamiento perverso al pretender tener abiertamente dos mujeres. Ese mismo planteamiento lo hace Oscar y la hermana parece aceptarlo. Considero entonces que Oscar y la hermana entablan una relación perversa, semejante a la de los padres de esta, a la que invitan a Lourdes y que a pesar de no aceptar tampoco ha podido rehusar. En este sentido parece atrapada en el goce perverso. Pero la estructura de Lourdes apunta más bien a la histeria. Aunque al servicio del goce del Otro, es este caso la hermana, reconoce la falta en el Otro y acepta la castración. Me parece que el sueño del condón así lo sugiere. Mientras la hermana goza con el saber acerca de la sexualidad, ella se plantea interrogantes que la ubican como sujeto en falta, es decir castrada. Sin embargo esta hipótesis de la estructura histérica de Lourdes solo podrá ser confirmada conforme avance el tratamiento.
 
 
 
 

BIBLIOGRAFIA.

Braunstein, N. (1990) : Goce. México. S XXI , México.

Freud, S.  (1976) "La etiología de la histeria", en Obras Completas, T III, Amorrortu, Buenos Aires.

Freud, S (1976) Más allá del principio del placer. En Obras Completas, T XVIII , Buenos Aires. Amorrortu.

Lacan, J. (1981) Seminario 20 . Barcelona. Paidos.
 



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