Vol. 2 No. 1
Febrero de 1999


La Interpretación Como
Práctica de la Sospecha en la Clínica Psicoanalítica.
 

César R. Avendaño Amador*



 

El problema hermenéutico existe como tal
porque existen textos

Paul Ricoeur
 
 

El probado imperialismo de numerosos
Psicoanalistas promueve la desconfianza
Hacia una interpretación aparentemente
Inspirada en el gusto sistemático de la
Subversión

Antoine Vergote

RESUMEN

El trabajo aborda el problema de la interpretación en la clínica, se parte de la idea que toda interpretación tiene una doble motivación, es una acto nihilista fincado y movido por el deseo de destruir la falsa conciencia, y por otro lado es un acto que busca la restitución del sentido, ello obliga a pensar qué es la interpretación, en qué consiste su carácter iconoclasta y que tiene que ver con la vida misma.

Descriptores: Psicoanálisis, interpretación, sentido y duda.
 


ABSTRAC

This work enters upon the problem of the clinical interpretations; stutis from the notion that every interpretration has a double motive: it´s a nihilistical act based and moved on the desire of the desire of destroying the false conscience, and on the other hand, is an act that searches the sense´s restore, it make us wonder; what is the interpretation at all? In what consists it´s iconoclastical character and what´s have to do with life itself?

KEY WORDS; Psychoanalysis, interpretation, sense and doubt.
 

* Profesor asociado C, de tiempo completo en la Universidad Nacional Autónoma de Méxiuco, Campus Iztacala.
 
 

Entre las aplicaciones que despierta más suspicacia en la ciencia y práctica psicoanalítica se encuentran la referida a la interpretación. Diversas son las razones por las que la actividad desarrollada por los analistas despierta interrogantes y manifiesta, de múltiples formas, incomodidad en algunas actividades que se desarrollan en la relación paciente-clínico. ¿Qué se dice? ¿por qué se dice? ¿de qué manera se dice? Son interrogantes que se encuentran en el contexto del presente trabajo, por el momento sólo haremos referencia al lenguaje, y dejare a un lado preguntas tales como ¿qué se hace? ¿cómo se hace? ¿cuándo se hace? Interrogantes que tienen que ver con el lenguaje actuado, o si lo prefieren con el deseo actuado.

En principio, la dificultad de esclarecer el ejercicio interpretativo analítico radica en que cada analista realiza una especie de mezcla en la que conjuga teoría y experiencia, el propósito de esta combinación es elaborar una explicación para sí mismo de las razones por las que dice ciertas conclusiones (la interpretación) como resultado de lo que escucha decir al paciente. Toda interpretación en consecuencia tiene razones de orden teórico y de naturaleza histórica, y ello podría explicar en muchos sentidos el surgimiento de disidencias teóricas y propuestas de nuevas alternativas en el trabajo psicoanalítico.

La interpretación a jugado un papel central en el origen, desarrollo y perspectivas del modelo psicoanalítico. Toda interpretación, por estar construida sobre el lenguaje, pretende ser aprehensión de la realidad, pues decimos nuestra vida significándola, y en este sentido la interpretamos.

El acto interpretativo tiene lugar en el espacio y ruptura provocada entre la significación y el hecho consumado y nombrado: "te bautizo con el nombre de ...", "fue una experiencia terrible ...", "me dijo que ..." esa voz semántica que significa lo consumado es interpretación, pero lo dicho hasta aquí no resuelve, sino abre nuevas deliberaciones, pues una es la interpretación del analizado, otra la interpretación del analista, interpretaciones que se encuentran, se enfrentan, se interpelan, se juzgan, se alaban y se enuncian buscando la palabra significante.

Por otro lado la respuesta, o respuestas que el paciente escucha por parte del analista, cualquiera sea esta, es indiscutiblemente una interpretación. La intervención verbal, oportuna o inoportuna, pertinente o impertinente ha pasado necesariamente por el ejercicio de asignarle sentido a aquello que el paciente reporta "no entender", y en consecuencia pide que el "especialista" le resuelva sus incomprensiones.

¿Es posible responder a las preguntas del paciente?, o ¿es una tarea sin salidas? Diversas voces de psicoanalistas se han dado a la tarea de atrincherarse tras el dogma que enuncia que en el contexto de la clínica el analista "no sabe", quien "posee el saber" es el analizado, que las atribuciones que los pacientes dan al analista no son ciertas y que en nada favorecen el proceso de análisis. A cambio ofrecen de diversas maneras el ejercicio de la "interpretación" como un ejercicio de sospecha, para dar forma y contenido al proceso analítico a partir del cual el paciente deberá de reconstruir su historia para transformar su mundo interno, su concepción de sí mismo y de la vida.

De modo que la práctica interpretativa es discutida nuevamente, se habla de una revisión que permita desmontar las prácticas utilizadas en la significación de los símbolos que le son útiles para dar respuesta a las demandas de los pacientes, si el símbolo sirve como mediatizador entre lo que el paciente narra y lo que el clínico interpreta de la narración, la clarificación es imprescindible en la medida que la simbología se encuentra al cobijo de la creencia, el rito y el mito: ¿qué creen, qué ritos elaboran y qué mitos propagan tanto el paciente como el analista? A menos que se piense que el psicoanálisis por ser un discurso de la sospecha no produzca o reproduzca creencias, ritos o mitos, en todo caso quiero dejar señalada aquí la interrogante.

La importancia de abordar el problema de la interpretación en psicoanálisis radica fundamentalmente en presentar un conjunto de nociones problemáticas que no tienen una solución sencilla, más bien representan la parte más árida en la discusión gestada en torno al acto interpretativo. Diversos constructos teóricos han cuestionado la pertinencia de entender al psicoanálisis como una práctica hermenéutica, los detractores de esta aproximación suponen con demasiada ligereza que no existe la posibilidad de que el hombre construya sentidos, pues sólo puede aspirar a ciertos intentos por alcanzar al menos uno, pero son intentos que pronto conducirán a la trágica conclusión de que sus intentos sólo son un ejercicio que se repite interminablemente: por más esfuerzos que realice no podrá alcanzar ningún sentido, pues cuando creer poseer uno irremediablemente se le escurrirá entre el sueño y la vigilia y emprenderá nuevamente la búsqueda.

Otros teóricos del psicoanálisis presentan un rostro más optimista, pues piensan que es posible encontrar asideros sobre los que pueden montarse diversos sentidos que den coherencia y posibilidad a la vida, creen que la existencia puede ser representada y sentida diferente después de un proceso analítico. Las posiciones en ciertos momentos generan confusiones en torno al papel de la interpretación como ejercicio cotidiano de todo clínico. Aquí no se resolverán las confusiones sino que se intenta la precisión en relación a la posición teórica que piensa el ejercicio analítico como un producto hermenéutico montado en la sospecha. En otras palabras la idea es reflexionar sobre el vínculo de la actividad del analista como una actividad hermenéutica cuyo eje fundamental es la duda de en relación a lo que se interpreta. De ahí que la tarea sea intentar responder las siguientes preguntas: qué es la interpretación, en qué consiste su naturaleza iconoclasta y, finalmente, que nos dice el acto interpretativo en el contexto de una perdida progresiva de sentido práctica y existencial.
 
 

LA INTERPRETACIÓN

A la pregunta ¿qué es interpretar? Se le pueden dar diversas respuestas, desde la elaboración de un catalogo que contenga las propuestas hermenéuticas que se han elaborado en el mundo literario (Barthes, Beauchamp, y otros, 1976), hasta la reproducción de diversas definiciones con sus respectivas argumentaciones elaboradas por diversos autores dedicados al estudio de la interpretación. Como cualquiera de estas opciones requiere de un espacio mayor, y por supuesto no emplearemos dichos modelos ni intentaremos la aplicación de alguno de ellos aquí, he optado por ilustrar el problema con la presentación de las dos vertientes más significativas del acto interpretativo.

  1. Por un lado están las tradiciones teóricas que conciben a la hermenéutica como la manifestación y restauración de un sentido, que se dirige a manera de proclama. Es la búsqueda de la palabra original que ha sido dada y que por circunstancias diversas se ha visto contaminada, de modo que aparece en una especie de verdad-mentira y en consecuencia el papel del interprete sería distinguir entre ambas.
  2. Por otro lado están las tradiciones más recientes que la conciben como el proceso de desmitificación, que permita reducir las ilusiones. Como el acto iconoclasta más noble para dar lugar a la eliminación de la idolatría.
Hay una doble posibilidad en lo referido anteriormente, por un lado se pretende purificar el discurso de las impurezas que pudieran existir, realizar un trabajo en donde lo importante es un proceso que se interesa por la selección y el desprendimiento, recuperar lo genuino y desechar lo ornamental; por otro lado aparece el ejercicio más nihilista en donde el proceso destructivo es lo que predomina en el acto interpretativo. Sospecha y recuperación de sentido, acto iconoclasta y restitución de la palabra originaria (Ricoeur, 1970).

La interpretación se ve movilizada por esta doble motivación: la preocupación de un buen escucha y la elaboración y trabajo de una buena sospecha. El momento actual bien pudiera apuntar o a la restauración de sentido o a su negación. Su sentido más académico serían los términos modernidad y posmodernidad.

Hasta aquí, de lo que hablo es lo que se ha dado en llamar la "crisis del lenguaje", situación que ha mantenido una especie de oscilamiento entre las posiciones desmitificadoras y las restauradoras de sentido. De la primera tradición hay una abundante literatura que se inicia con los filósofos de la sospecha, mientras que la segunda tradición tiene una historia milenaria comenzando con Aristóteles y la interpretación bíblica que le dio continuidad.

Hoy día sospecha y restitución de sentido, se inscriben en un nuevo intento por reconciliar el conflicto. En el ejercicio clínico psicoanalítico se pretende la eliminación de la creencia, vía el proceso de análisis, pero también la recomposición de sentidos en la medida en la que hay un reacomodo de los símbolos interiorizados: la función materna, paterna y la búsqueda del objeto.
 
 

LA INTERPRETACIÓN: Y LA DESTRUCCIÓN DE LA CREENCIA

La idea popular del creer supone cederle crédito completo a un hecho o noticia, sin preguntar o dudar. La creencia puede enunciar de diversas formas la recreación de la esperanza y supone un mínimo de esfuerzo en el acto comprensivo, en psicoanálisis por lo general se le vincula con la elaboración de fantasías e ilusiones que recrean el mundo infantil y en cierto sentido las ideas de omnipotencia.

La tarea que todo psicoanálisis pretende enfrentar, es justamente la eliminación de la creencia, o con más humildad la disminución de la credulidad de las personas. Y ello debido a la idea de que hay una imposibilidad de que el deseo se vea satisfecho. Los pacientes creen, elaboran, fantasean, crean y recrean en su imaginación un sin fin de satisfactores que permiten dar plena satisfacción a los deseos más elaborados, sin embargo la realidad se encarga de postergar el cumplimiento de los deseos hasta mostrar tantas veces, como sea necesario que su cumplimiento es sencillamente imposible.

La ilusión se elimina, la creencia cede su lugar al principio de realidad, el cual confirma un análisis bien desarrollado: el paciente se ha transformado en un destructor de imágenes, no más crédito a lo imposible, y en consecuencia se inicia el ascenso a la reconstrucción de una vida que resignifica, reacomoda y resuelve sus enigmas propios.

Si interpretar lleva el sello de la destrucción y restitución del sentido. Solo la duda puede ser el elemento que mediatiza el acto analítico, el paciente duda de lo que entiende, el analista de lo que escucha, el paciente de lo que duda, el analista de lo que significa en primera instancia para dar lugar a un sentido más "arcaico", y ambos ceden lugar a la destrucción de las certezas.

La duda puesta en el contexto del ejercicio hermenéutico, nos ayuda a comprender mejor el trabajo del analista, pues constituye el lugar cuyo propósito es interpelar, al analista y al analizado en un doble sentido: destruye la falsa conciencia y restituye el sentido. Busca el sentido original y duda de la semántica racional para dar sitio a una semántica del deseo.

El papel del analista, no es de complacer, satisfacer o llenar vacíos "existenciales", en cambio trabaja para interrogar, no a la razón sino a la historia subjetiva. Interpela a el deseo y busca el sentido precisamente donde la razón no puede encontrarlo, en la misma corporalidad que actúa desenmascarando lo que se quiere.
 
 

INTERPRETACIÓN, SENTIDO Y EXISTENCIA

Si estamos de acuerdo que interpretar se convierte en la actividad que sostiene la labor del analista, y con más precisión la interpretación del deseo ¿qué relación guarda esta labor clínica específica con la vida y sus significados?

El lenguaje del deseo es el texto sobre el que trabaja el analista, el lenguaje racional esta lleno de equívocos, no así el del deseo. Una conciencia falsa que disimula y engaña para no desbordar los límites de lo "socialmente aceptado" pretende ser sustituida por una conciencia instruida por el principio de realidad, es la tarea que enfrenta y se propone todo analista.

Por un lado una vida que busca autocomprenderse, por otro una labor que sospecha de el proceso de autocomprensión, interviene e interpela con un procedimiento que tiene esta doble intencionalidad de la que hablábamos anteriormente; una voluntad de sospecha, y una voluntad de búsqueda del sentido original.

El trabajo clínico que el análisis emprende, sospecha de un lenguaje construido en la ilusión: "espero que cambie...", "nunca pense que actuaría de ese modo, espero y las cosas mejoren...", o bien "quiero que sea de otra forma...", "sueño de otro modo la relación..." son ilusiones que hacen sospechar que se espera demasiado, y que se requiere de un trabajo que restituya el sentido, pero un sentido fincado en la realidad, en donde la tarea inmediata es simultáneamente sembrar una sistemática sospecha de lo que se piensa y se hace, y una reconstrucción de sentido.

Es un yo enfrentado con las herramientas de la interpretación en el contexto clínico a una tarea concreta: la recuperación de la lógica del reino ilógico. Labor nada cómoda y sólo eficaz a la larga.

En el pasado la histérica fue el personaje paradigmático que guió el trabajo clínico, hoy día las interrogantes se recomponen en función de las nuevas formas de enfrentar el mundo del inconsciente, nuevas generaciones enfrentan nuevas modalidades en la reconstrucción de un psiquismo que no hemos terminado por entender en sus múltiples manifestaciones y posiblilidades.

Las preguntas siguen siendo ¿es posible recuperar un sentido para la existencia, o sencillamente es imposible?, ¿hay lógica, a pesar de que sea de otro orden, en el mundo del deseo?
 
 
 
 

Bibliografía

Ricoeur, Paul (1970) Freud: una interpretación de la cultura, México. Siglo Veintiuno Editores.

Barthes, Roland, Beauchamp, Paul. Bouillard, Joseph, et. al. (1976) Exegesis y hermenéutica, Madrid, Cristiandad.
 
 

 

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