DOI:http://dx.doi.org/10.22201/fq.18708404e.2020.5.77112

Testimonio sobre una reinvención en tiempos de COVID-19

Myrna H. Matus[a]

Resumen

Testimonio de una profesora-investigadora de la Universidad Veracruzana sobre el cambio de clases presenciales a clases en línea debido a la pandemia de COVID-19.

Palabras clave:

Clases en línea, Alumnos, Internet, Atención, Comunicación.

Testimony about a reinvention in times of COVID-19

Abstract

Testimony of a professor-researcher at the Universidad Veracruzana about the change from face-to-face classes to online classes due to the covid-19 pandemic.

Keywords:

Online classes, Students, Internet, Attention, Communication.




Con la pandemia de COVID-19, la educación a distancia ha estado siendo un reto a nivel nacional e internacional, tanto para docentes como para alumnos; en particular para aquellos que no cuentan con los recursos suficientes para pagar internet en casa o suficientes datos en el celular, y poder impartir o seguir una clase en línea. Mucho menos hay que olvidar a aquellos que viven en zonas en donde simplemente no hay señal de internet y tienen que desplazarse al poblado más cercano que sí la tiene, claro que esto solo es factible en el caso de que el alumno cuente con los recursos económicos para desplazarse, además del tiempo, lo cual es contrario a guardar la cuarentena. Del mismo modo, es claro que al país todavía le falta mucha infraestructura para poder transmitir la educación a través de aulas virtuales y, aunque la Universidad Veracruzana está haciendo un gran esfuerzo para hacer esto posible, la carencia de dicha infraestructura en el territorio veracruzano evita que esta labor se lleve a cabo al 100%. Sin embargo, el problema no solo es de conexión a internet, la mayoría de los profesores de todos los niveles educativos, no estábamos preparados para impartir clases en este escenario. Este es mi testimonio.

En la Universidad Veracruzana, todo comenzó un sábado 21 de marzo de 2020.

Se nos dijo, desde días antes que debíamos guardar cuarentena por cuatro semanas. La idea era recobrar clases en cuanto regresáramos, es decir, el 27 de abril; así que solo encargué a los alumnos, a través de la plataforma Eminus 3.0 (que es un análogo de Moodle desarrollado para la institución), actividades de repaso y tareas de los temas ya vistos en las primeras siete semanas de clases presenciales. Y así, el comedor de la casa se convirtió en escritorio.

En algún momento de abril, se extendió la cuarentena hasta el 30 de mayo; la institución recalendarizó actividades y consideró que debíamos continuar con los contenidos de las materias en línea. Hasta ese día, todo lo relacionado con actividades de investigación y administración lo había realizado sin problemas, pero la idea de comenzar clases virtuales no me gustaba. La última clase presencial, antes de que iniciáramos la cuarentena, pregunté a mis alumnos cuántos podían tener buena conexión de internet en casa: un 70% no tendría problemas, pero ¿qué pasaría con el 30% restante?

El jueves 7 de mayo, a las 17:00 h, inicié mis cursos en línea (Termodinámica para Ingeniería Química), empleando Eminus 3.0 para las tareas, junto con la aplicación de Zoom para las clases; es importante mencionar que a esta última no la conocía. Dado que se sabe que las clases de más de 40 minutos son difíciles de seguir, para la mayoría de los alumnos, opté por preparar material para 40 minutos, más actividades que los alumnos podían realizar fuera del aula virtual. Al principio tuve los problemas comunes: no encontraba los menús, al inicio de sesión tenía el micrófono apagado, se me olvidaba compartir pantalla, preguntaba constantemente si me escuchaban bien o si se veía la presentación, etc. Definitivamente, una clase en línea no es lo mismo que una clase presencial y eso lo notamos tanto profesores como alumnos; para alguien acostumbrado a solo dar clases presenciales, el tener las miradas de los alumnos que le guíen para saber si están comprendiendo un tema o no, ¡es fundamental! El hecho de solo compartir la pantalla y abrir micrófonos, no es suficiente; se pierde esa empatía profesor-alumno, lo cual, desde mi punto de vista, es una parte muy importante del curso. Hay profesores que piden que todos enciendan cámaras, sin embargo, esto no es práctico, porque puede fallar la conexión de algunos de los participantes durante la sesión. En fin, lo mejor que pude hacer después de dar la clase en línea, fue compartir mis notas y tratar de ser lo más explícita posible en ellas, en especial por aquellos alumnos que no se pudieron conectar o que tuvieron problemas de conexión. Con el paso de los días, dejé de tener problemas con Zoom.

Figura 1. Razones por las cuales los alumnos prefieren las clases presenciales a las virtuales.

Para finales de mayo, era obvio que no regresaríamos hasta septiembre, o al menos eso era lo que creíamos que iba a pasar. Mientras, el viernes 26 de junio, uno de mis alumnos de maestría presentó su examen de grado en línea. Preparar a distancia a un alumno para un examen de grado, no es tan complicado, en especial porque la comunicación es uno a uno en una videollamada; sin embargo, la experiencia de felicitar al nuevo graduado es extraña, o al menos así lo fue para mí. No hay abrazos, ni convivencia posterior, sigue faltando esa parte humana que todavía se vuelve más evidente cuando se cierra la sesión en línea y reina el silencio en la habitación.

A mediados de julio, terminé mis cursos del semestre y apliqué, a los chicos de licenciatura, un breve cuestionario sobre su experiencia. Una de las preguntas estaba relacionada con los recursos empleados en línea para desarrollar las actividades, todos contestaron que emplearon las notas, así como libros y artículos electrónicos (en donde la biblioteca virtual de la institución fue muy importante), además del Zoom y del Eminus 3.0. En cuanto a otros recursos que les hubieran ayudado a una mejor comprensión, el 58% mencionó que faltaron videos, y sí, una clase en línea necesita de todos los recursos visuales posibles, así que me quedó claro que eso era algo que tenía que mejorar. Con respecto a lo más difícil del curso, el 66% contestó algo relacionado con la adaptación a las clases en línea. Finalmente, en cuanto a su preferencia por clases virtuales o clases presenciales o ambas, el 100% contestó que prefieren las clases presenciales, en donde las tres razones principales fueron las siguientes (Figura 1): a) es más fácil poner atención porque hay menos distractores en el aula que en casa, 50%; b) tener mala conexión a internet o no tener internet es una complicación, 33%; c) la comunicación con el docente es mejor en las clases presenciales, 33%. Cabe mencionar que, como había previsto, el 30% nunca se pudo conectar a una sesión en línea; sin embargo, todos hicieron el esfuerzo por entregar las tareas y actividades encargadas.

En algún momento de julio, se volvieron a recalendarizar las actividades para iniciar el 14 de septiembre de forma presencial, lo cual no sucedió debido al semáforo COVID-19 en rojo. Así que la institución nos dio nuevas herramientas, cambiamos del Eminus 3.0 al Eminus 4.0 (aunque el primero sigue en funcionamiento) y varios profesores empezamos a utilizar la plataforma Teams, en lugar de Zoom. Una vez más, tuvimos que aprender los pormenores de las nuevas plataformas y aplicaciones. Sin embargo, lo interesante fue que la velocidad de aprendizaje de las nuevas herramientas fue mayor, y en unos cuantos días tenía listos los contenidos, así como las primeras actividades y tareas. Sé que necesito armar más material (infografías, tutoriales, videos, etc.) y buscar más recursos que puedan ser útiles (la variedad es extensa), pero esta vez, ya tengo una mejor idea sobre el qué y el cómo.

En estos meses, terminé el semestre febrero 2020 - julio 2020 con la experiencia de mis primeras clases en línea, e inicié el semestre agosto 2020 - enero 2021 con muchas más herramientas relacionadas a las TICs, así como nuevas formas de implementarlas. He estado aprendiendo mucho, ha sido una experiencia enriquecedora y espero que sirva para que este semestre pueda mejorar mi desempeño como profesora. ¿Daría clases en línea de forma voluntaria? Esa es una pregunta que antes de la cuarentena hubiera respondido con un rotundo ‹‹¡no!››; después de estos meses, mi respuesta es un ‹‹puede ser››, aunque sigue sin convencerme la falta de esa conexión profesor- alumno que solo se percibe en las clases presenciales. Pero de lo que sí estoy segura es de que puedo hacerlo, si es necesario. Al final, creo que muchos nos tuvimos que reinventar como profesores, tuvimos que aprender en tiempo récord a manejar plataformas totalmente nuevas, a armar estrategias de enseñanza-aprendizaje diferentes, a compartir experiencias con los demás colegas para mejorar esas estrategias, y a tratar de ser empáticos a distancia con los alumnos, porque en una clase en línea se pierde esa cierta igualdad de condiciones que existe en el salón de clases. De si esta reinvención fue exitosa o no, eso es algo que todavía está en construcción, todavía me falta aprender muchas cosas, pero lo estoy intentando y creo que voy por buen camino.

Hoy es 29 de septiembre y para la Universidad Veracruzana es el día 193 de la cuarentena; dentro de una semana, martes 6 de octubre, llegaremos al día 200.

El semáforo está en anaranjado para Veracruz hasta su actualización, el 11 de octubre. Seguimos trabajando en línea…




Recepción: 2020-10-01. Aceptación: 2020-11-16


[a] Unidad de Servicios de Apoyo en Resolución Analítica. Universidad Veracruzana-Xalapa.