http://dx.doi.org/10.22201/fq.18708404e.2022.4.0.82131

El Retablo de la Independencia: Obra de arte mexicana donde se homenajea a Andrés Manuel del Río y Fausto Delhuyar

Gabriel Pinto Cañón[a]

Resumen

Tras introducir la obra artística conocida como Retablo de la Independencia, realizada por el muralista mexicano Juan O’Gorman en 1961, se destaca cómo puede utilizarse, como recurso educativo y divulgativo que une arte, historia y ciencia. En dicha obra, que representa el movimiento independentista de México, aparecen, entre otros muchos, los retratos de Fausto Delhuyar, Andrés Manuel del Río y Alexander von Humboldt. Estos personajes pueden utilizarse, por ejemplo, para resaltar su papel en el descubrimiento de los elementos químicos wolframio (por parte del primero, junto con su hermano Juan José) y eritronio (que posteriormente sería conocido como vanadio) por el trabajo de del Río aunque, en este caso, tardaría tres décadas en comprobarse el hallazgo por la acción de intermediación errónea del naturalista von Humboldt.

Palabras clave:

Andrés Manuel del Río, Eritronio, Fausto Delhuyar, Muralismo Mexicano, Vanadio, Wolframio.

El Retablo de la Independencia Mexican artwork honoring Andrés Manuel del Río and Fausto Delhuyar

Abstract

After introducing the work of art known as Retablo de la Independencia, painted by the Mexican muralist Juan O’Gorman in 1961, this article highlights how it can be used as an educational and outreach resource that unites art, history and science. Specifically, the painting, which represents the Mexican independence movement, features, among many others, portraits of Fausto Delhuyar, Andrés Manuel del Río and Alexander von Humboldt. These personages can be used, for example, to highlight their role in the discovery of the chemical elements wolfram or tungsten (by the first one, together with his brother Juan José) and erythronium (later known as vanadium) by the work of del Río, although in this case, it would take three decades for the discovery to be verified due to the wrong mediation of the naturalist von Humboldt.

Keywords:

Andrés Manuel del Río, Erythronium, Fausto Delhuyar, Mexican Muralism, Vanadium, Wolfram (or Tungsten).




Introducción

En artículos anteriores se ha promovido el uso de obras de arte como recurso para la enseñanza y la divulgación de las ciencias en general, y la química en particular. Así, se han sugerido diversas iniciativas basadas en esculturas (Pinto, 2012; Díaz y col., 2015), diseño de sellos postales (Pinto, 2007; Pinto, 2011; Pinto, 2017; Pinto y col., 2020) y pinturas ((Pinto y Garrido-Escudero, 2015; Pinto y Garrido-Escudero, 2016; Pinto, 2019), entre otras. La aplicación que pueda hacerse en cada caso es muy variada, y dependerá, entre otros aspectos, de los objetivos, del contexto y del público a quien va dirigida la actividad.

En este trabajo, después de introducir brevemente el movimiento muralista mexicano, se describe el mural Retablo de la Independencia, realizado en Ciudad de México por Juan O´Gorman entre 1960 y 1961. Entre varias decenas de personajes, figuran al menos tres (Fausto Fermín Delhuyar, Andrés Manuel del Río y Alexander von Humboldt) que, a través de la citada obra, pueden ser resaltados en actividades interdisciplinares para diferentes etapas educativas, y de divulgación de las ciencias. Aparte de otros logros que también merecen destacarse, estos científicos estuvieron involucrados en el descubrimiento de un par de elementos, el wolframio y el vanadio, por lo que son especialmente relevantes en el ámbito de la historia de la química.

El muralismo mexicano y Juan O’Gorman

El proceso de independencia de los diferentes países hispanoamericanos, durante la primera mitad del siglo XIX, ha sido ampliamente representado en pinturas en las que se reflejan tanto los momentos de fundación de las nuevas naciones, como los héroes que fueron artífices de la tarea. En concreto, en la tradición muralista mexicana, destacan en ello los pintores Diego Rivera (1886-1957) y Juan O’Gorman (1904-1982), que se muestran en la figura 1.

Figura 1. Juan O’Gorman (izda.) y Diego Rivera delante de la vivienda del primero. Fotografía de autor desconocido (ca.1934), publicada en ‘Juan O’Gorman’, Raza cero: periodismo ciudadano, 2014, accesible en http://razacero.com/?p=1578.

De acuerdo a de Mello Vasconzellos, no se puede disociar el movimiento muralista ni de la historia del arte de México ni de la Revolución Mexicana de 1910, habiéndose definido en algún caso como la ‘biblia política de los pobres’ (De Mello Vasconcellos, 2005). Y es que, después de esta revolución, se impusieron en México la necesidad de modernización del país y la de construir una identidad cultural nacional, para lo que sería protagonista ‘un arte grandioso, capaz de conmover e impresionar a las multitudes’ (Mandel, 2007).

La pintura mural mexicana fue un movimiento vanguardista con el objetivo didáctico de elaborar su sentido como arte dirigido al pueblo, en una época en la que el 90% de la población era analfabeta. Fue un arte colectivo que pretendía recuperar, a través de una estética social-realista, el legado histórico de México (culturas indígenas, periodo colonial, insurgencia…), a la vez que otros aspectos como la América moderna, la tecnología, la lucha de clases y la industrialización. La mayor cantidad de murales, realizados con diversas técnicas (fresco, mosaico, cerámica, esmalte…) se produjeron por todo el país entre 1920 y 1970.

Diego Rivera fue contratado por el Museo Nacional de Historia (Ciudad de México) para pintar uno de los principales murales de la historia de México, con el título de Retablo de la Independencia, llegando a buscar algunos retratos para representar los personajes que aparecerían. Pero tras su fallecimiento, antes de iniciar la obra, fue designado para tal fin Juan O’Gorman (ver autorretrato en figura 2).

Figura 2. “Autorretrato múltiple” (1950), de Juan O’Gorman (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México).

O’Gorman nació en la demarcación de Coyoacán (integrada en Ciudad de México). Pasó su infancia en el estado de Guanajuato, donde se destinó a su padre para dirigir una mina, y estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (en adelante, UNAM) entre 1921 y 1925. Recibió una importante influencia de Le Corbusier y de Walter Gropius, introduciendo en México la arquitectura funcionalista, que exigía conocer las ‘funciones’ a las que se destinaba el edificio para adoptarlo a sus necesidades (Fernández y Tamaro, 2004). Esa arquitectura permitió romper con el gusto tradicional y ofrecer un modelo de vivienda económico para las clases populares (De Llano, 2013).

Las obras de O’Gorman destacaban por el empleo del cemento armado, exteriores asimétricos y la búsqueda de aire y luz. Diseñó el edificio del Banco de México, escuelas y otras construcciones, como las casas de sus amigos Diego Rivera y su esposa, Frida Kahlo (1957-1954), unidas por un puente y que en la actualidad son el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. O’Gorman conoció a esta pareja de artistas e intelectuales a los 17 años de edad. Genio precoz de la modernidad, aparte de su obra arquitectónica, también sobresale la pictórica, destacando murales, como el de la Biblioteca Central de la UNAM, mostrado en parte en la figura 3, cuyo edificio también ayudó a diseñar. Sumido en una profunda depresión, se suicidó en 1982.

Su padre, y primer profesor de pintura, fue el irlandés (nacido en Inglaterra) Cecil Crawford O’Gorman (1874-1943), que había estudiado ingeniería en Dublín y que se fue en 1895 a México, contratado como ingeniero químico metalúrgico por una compañía minera (su abuelo, Charles Thaddeus O’Gorman, había sido, en 1823, el primer cónsul británico en México) (Fernández, 1944). Allí se casó con su prima Encarnación O’Gorman, nacida en México. Aunque para Cecil C. O’Gorman la pintura era un pasatiempo, destacó en la elaboración de retratos detallistas de amigos y familiares. Él mismo se representó, rodeado de materiales de su laboratorio, como se aprecia en la figura 4 (Museo CJV, 2022), que es un cuadro poco conocido pero que, sin duda, tiene que ser entrañable para profesionales de la química.

Figura 3. Mural Representación Histórica de la Cultura, por Juan O’Gorman, en la biblioteca de la UNAM en ciudad de México. Fotografía tomada por Gabriel Pinto (2016).

Figura 4. Autorretrato de Cecil Crawford O’Gorman (1936). Colección Banamex (Museo CJV, 2022).

El Retablo de la Independencia

El Retablo de la Independencia se realizó entre 1960 y 1961 con pigmento al fresco sobre aparejo (muro cóncavo de 4,40 m x 15,69 m) (De Mello Vasconcellos, 2005; Mediateca del INAH, 2022; INAH, 2022; Museo Nacional de Historia, 2022). Ofrece una representación teatralizada de la guerra de la independencia mexicana, desde sus antecedentes hasta su culminación, abarcando el periodo histórico entre finales del siglo XVIII y 1814, con la promulgación de la Constitución de Apatzingán, primera de la ‘América Mexicana’ y que tuvo una vigencia muy efímera, únicamente en los territorios controlados por las fuerzas insurgentes.

Dadas las dimensiones de la pintura, la figura 5, donde se reproduce, no deja de ser una ‘miniatura’; lo ideal sería visitarla in situ, para quien tenga la fortuna de visitar Ciudad de México o vivir allí, o de forma telemática, a través de la web desarrollada por la Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (Mediateca del INAH, 2022), que permite ampliar las zonas con gran resolución, o diversos vídeos (INAH, 2022; Museo Nacional de Historia, 2022).

Figura 5. Retablo de la Independencia. Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec de Ciudad de México. Repositorio digital de acceso abierto del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, que lo ofrece como Atribución NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0).

El mural representa diversos grupos de personas que transmiten épocas y situaciones concretas. Está dividido en cuatro secciones que abarcan distintas etapas de la independencia:

Al fondo del mural, aparecen diversos paisajes de todas las zonas de país (cordilleras, costas…), con ciudades imaginarias y edificios reales, como los ya citados y el Acueducto de Los Remedios. En la parte superior, como un recurso más para dar una secuencia temporal, aparece un fondo que simboliza el alcance de la lucha en todo el país: la noche y la luna en el extremo izquierdo del mural y el sol naciente en el lado derecho dan la idea de que toda la obra encierra un día simbólico en el que México pasó de la oscuridad de la dominación española a la luz de su libertad, un nuevo tiempo que se inauguró con la independencia.

En conjunto aparecen, en tres planos de profundidad ascendente, unas 300 personas (algunas en tamaño muy pequeño, formando parte de grupos o multitudes), identificándose unos ochenta personajes (unos fieles retratos y otros inventados, por no disponer del material iconográfico) destacados de la independencia, españoles, alto clero e intelectuales. En el primer plano, representándolos como víctimas de la explotación colonial, se distinguen diez grupos étnicos indígenas (nahua, mixteco, tepehuano, zapoteco, etc.) vestidos con su indumentaria particular.

Abajo, a la derecha, una niña sostiene una flor y un papel con un mensaje que explica la obra: ‘Retablo de la independencia representa 30 años de la Historia de México. De 1784 a 1814. Fin de la Época colonial y nacimiento de la República Mexicana. Se hizo como homenaje a los Héroes de la Patria que sacrificaron su vida por el Pueblo de México’.

Por todo ello, el mural es uno de los documentos visuales más importantes sobre el proceso de la independencia mexicana, que se considera se inicia el 16 de septiembre de 1810 (Grito de Dolores) y culmina el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante en la Ciudad de México.

El mural descrito como herramienta educativa y para la divulgación de las ciencias

El mural en sí, aparte de ser una obra de arte colosal, que merece ser conocida, tiene un interés inmenso para la didáctica de asignaturas como Historia del Arte, Expresión Plástica, Historia Universal, y particularmente de América, España, México y Estados Unidos, para las distintas etapas educativas, y para la divulgación de los temas implicados. En relación al último país citado, se destaca que fue, entre 1846 y 1848, posteriormente a lo representado en la obra, cuando se produjo la intervención estadounidense en México que desembocó, por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en la cesión de más de la mitad del territorio mexicano a los Estados Unidos, por lo que una decena de sus estados actuales comparten toda la historia reflejada en el mural.

Entre otros muchos temas, puede servir de punto de partida para abordar cuestiones sobre la organización política del Virreinato de Nueva España, las reformas borbónicas, la historia del proceso de independencia mexicana, el papel de la religión (con profusa imaginería en el mural) en la consolidación de la nación mexicana y vínculo fundamental del pueblo, o el rol de la mujer en las distintas etapas del movimiento de independencia de México. Así, en el mural aparecen Josefa Ortiz de Domínguez (1768-1829), Gertrudis Bocanegra (1765-1817), Mariana Rodríguez del Toro (1775-1821) y Leona Vicario (1789-1842), que porta un papel en el que se indica: ‘que vivan mis hermanos los insurgentes’.

El Virreinato de Nueva España fue una entidad territorial integrante del imperio español, creada en 1535 y que comprendía la mayor parte de Norteamérica, Centroamérica, Cuba, Filipinas y otros territorios, divididos en reinos y capitanías generales. Tras un periodo de crisis, agravado por la invasión francesa en España, y el proceso insurgente mexicano, se desintegró en 1821.

Pero, aparte de todo lo anterior, y es la aportación más original de este trabajo, el mural puede ser de interés en los ámbitos de las ciencias y de la historia de la ciencia. No en vano, entre los personajes que se reflejan en su segunda sección, figuran Alexander von Humboldt (1769-1859) junto a Andrés Manuel del Río (1764-1849) y Fausto Delhuyar (1755-1833), que no solo son fáciles de distinguir, sino que se nombran en el listado de ‘precursores de la independencia’ (donde se incluyen sus años de nacimiento y fallecimiento) que aparece en el mural, y se incluye el libro ‘Ensayo político sobre el Reino de Nueva España’ escrito por el primero, a raíz de su expedición científica por el virreinato, entre 1803 y 1804. Estos detalles se aprecian en la figura 6.

La aparición de estos tres personajes es una oportunidad para introducir la labor que desarrollaron y que, dada su magnitud, su tratamiento en detalle excede los objetivos de este trabajo.

Como es bien conocido, Fausto Delhuyar descubrió y aisló el wolframio, en 1783, a partir del mineral wolframita, junto a su hermano Juan José (1754-1796), ambos nacidos en Logroño, en el Seminario Patriótico Bascongado que había fundado la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en Bergara (Guipúzcoa). Realizó estudios de química y minería en las principales academias europeas y fue director general de Minería de Nueva España, creando y dirigiendo, en Ciudad de México, el Real Seminario de Minería y el Palacio de la Minería. Tras la independencia de México regresó a Madrid, donde ejerció como director general de Minas (Lang, 2002; González, 2005; Román Polo, 2005; Arnaiz, 1939; Román y Ascasíbar, 2015).

Andrés Manuel del Río es el único madrileño que ha descubierto un elemento químico hasta la fecha. Tras estudiar en diversas escuelas europeas, como la de Minería de Freiberg, donde coincidió con Humboldt, fue destinado como profesor en la institución dirigida por Delhuyar, antes citada, en 1794. En 1801 descubrió en México un nuevo elemento metálico que denominó eritronio. Entre 1821 y 1822 volvió a España como diputado por México en las Cortes del Trienio Liberal, volviendo al país azteca tras su independencia. Después de unos años, entre 1829 y 1835, que pasó en Estados Unidos, volvió a México, donde falleció (Pinto, 2020; Pinto, 2021; Uribe Salas, 2006; Puche Riart y Ayala Carcedo, 1993).

Durante su expedición científica por Nueva España, Humboldt convivió en el Palacio de la Minería con Fausto Delhuyar y Andrés Manuel del Río. Al final de su viaje visitó a Thomas Jefferson, presidente de los Estados Unidos. Gracias a esto, la información aportada por el naturalista alemán sobre la riqueza, mapas geológicos y geografía de México, parece que fue clave para fomentar el deseo norteamericano de apropiarse, inicialmente de Texas y a la postre, con buena parte del México independiente (Labastida, 2004; Von Humboldt, 1827; Ichikawa, 2007).

Figura 6. Detalles del mural recogido en la figura 5: retratos (de izda. a der.) de A. von Humboldt, A. M. del Río y F. Delhuyar; listado donde aparecen sus nombres como ‘precursores de la independencia’; y libro de Humboldt. Repositorio digital de acceso abierto del Instituto Nacional de Antropología, México, que lo ofrece como Atribución NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0).

Humboldt llevó a Europa unas muestras del mineral ‘plomo pardo’ en el que del Río había identificado el eritonio, pero por un error de los análisis realizados en Francia, se concluyó que no contenía un nuevo elemento. Al poco tiempo de redescubrirlo en 1830 por el sueco Nils Gabriel Sefström (1787-1845), apoyado por su maestro Jöns Jacob Berzelius (1779-1848), y denominarlo vanadio, en honor de la diosa escandinava de la belleza Vanadis, Friedrich Wöhler (1800-1882) concluyó que se trataba efectivamente del eritronio identificado tres décadas antes por del Río. Hasta 1956, hubo científicos mexicanos, como el profesor Modesto Bargalló (1894-1891), que reivindicaron ante la IUPAC que el elemento químico vanadio se denominara eritronio (Pinto, 2021).

Aparte de estos tres personajes, de los que se remite a las citas indicadas y las referencias incluidas en ellas para estudiarlos con más profundidad, aparecen otros en la pintura que pueden ser objeto de referencia en clases de ciencias. Así, Lucas Alamán, ya citado en la descripción de la primera sección del mural, fue un naturalista, escritor y político mexicano, hijo de una acaudalada familia española, que estudió en el Real Seminario de Minería. En 1810 fue testigo de la violencia ejercida por algunos miembros de las tropas insurgentes. Visitó varios países europeos (completó estudios de minería en Freiberg y de química y ciencias naturales en París), llegando a conocer a Napoleón. En 1821 fue diputado, como del Río, en las Cortes españolas del Trienio Liberal, representando a la circunscripción de Guanajuato, y escribió el Ensayo sobre la Decadencia de la Minería en la Nueva España. Una vez proclamada la independencia de México, regresó allí, fundando una compañía minera, así como varios periódicos y el Partido Conservador Mexicano, y ocupando ciertos puestos de responsabilidad. Acusado de permitir la ejecución del general Vicente Guerrero, fue absuelto de ello en 1834 tras llevar a cabo su propia defensa. Creó escuelas de arte y agricultura y fue el artífice de la adopción del sistema métrico decimal en México (Fernández y Tamaro, 2022).

También puede aludirse al otro español involucrado en el descubrimiento de un elemento químico, el sevillano Antonio de Ulloa (1716-1795), que descubrió el platino mientras participaba en la expedición científica conocida como Misión Geodésica, por tierras de los actuales Colombia y Ecuador. Entre otros muchos cargos y tareas, fue gobernador de Luisiana, un inmenso territorio parte del Virreinato de Nueva España. Como almirante de la flota de este virreinato, hizo diversas labores en lo que hoy es México, como el diseño de un astillero y levantamiento de mapas en la zona de Veracruz (Pinto, 2017; Pinto y Martín, 2018). De algún modo, puede considerarse parte de los españoles representados en la primera parte del mural, pero con una connotación positiva: ingenieros, militares y científicos ilustrados que colaboraron de forma heroica en el avance del conocimiento desde un comportamiento humanista, en absoluto cruel, y de los que muchos terminarían considerándose ciudadanos americanos.

Una pregunta que puede asaltar al lector es: ¿y cómo se puede llevar todo esto a la práctica educativa o divulgativa? La respuesta es que existe una gran variedad de metodologías. Por ejemplo, entre múltiples variedades de recursos formativos que se pueden hacer, la figura 7 recoge una que el autor de este trabajo realiza en actividades divulgativas con niños y jóvenes, en las que, tras mostrar una reproducción del retablo, se comentan las cuestiones aludidas sobre los ‘tres elementos españoles’ y, para amenizarlo e implicar a los participantes, se sugiere a algunos que, de forma voluntaria, sostengan carteles al respecto o se pongan un sombrero que representa los ambientes donde se descubrieron dichos elementos, mientras se platica con ellos.

Conclusiones

Como tantas épocas del pasado, el período de independencia de los países hispanoamericanos ha sido y es objeto de gran controversia. Afortunadamente, los docentes de química poseemos una herramienta, el conocimiento de la resonancia entre ‘formas canónicas’, que podemos trasladar de algún modo a la interpretación de la historia a partir de representaciones contrapuestas o diferentes. En todo caso, hay obras de arte que nos permiten acercarnos a dicha interpretación y, entre ellas, en este trabajo se ha resaltado el Mural de la Independencia de Juan O’Gorman. En particular, se ha destacado a lo largo de este texto cómo esta colosal obra artística puede ser, a su vez, un recurso para resaltar la obra de algunos personajes relevantes en el ámbito científico, como los españoles –todos con proyección americana-, que se involucraron directamente en el descubrimiento de tres elementos químicos.

Figura 7. El autor de este trabajo, teatralizando la aportación de los científicos españoles para el descubrimiento de los elementos Pt, W y V, con ayuda de jóvenes ayudantes espontáneos, durante la IX Feria Madrid es Ciencia en Madrid. Fotografía tomada por Bernardo Herradón (2022).

A su vez, esto puede ser un recurso de partida para resaltar que estos descubrimientos no fueron ‘logros aislados’, sino que son ejemplos de los resultados del esfuerzo colectivo asociado a la Ilustración Española, potenciada por las conocidas como reformas borbónicas. Se llevó a cabo a lo largo del siglo XVIII e implicó reformas agrarias, en obras públicas, las comunicaciones, administrativas (centralismo, virreinatos e intendencias…), industriales, en la enseñanza, la profesionalización de los ejércitos, etc. Entre estas reformas, se incluyeron la creación de nuevas instituciones científicas y educativas (Academia de Guardiamarinas de Cádiz, Colegio de Artillería de Segovia, Academia de Minas de Almadén, Seminario Patriótico de Bergara, Palacio de la Minería de México, etc.), la realización de expediciones científicas, y la promoción del intercambio con el exterior (pensionados o becas de estudios, comisiones de observación o espionaje industrial, contratación de científicos e ingenieros europeos…). Supuso un esfuerzo para desarrollar una ciencia propia que permitiera aprovechar mejor los recursos, como las minas de América, y que favoreció la incorporación de España a la revolución científica que se había iniciado en otros países del entorno un siglo antes.

Lamentablemente, multitud de circunstancias y tensiones, incluida la Guerra de la Independencia española tras la invasión francesa, dieron al traste con mucho de lo avanzado.

En todo caso, la singular obra de O’Gorman puede servir para que nos conozcamos mejor mexicanos y españoles a quienes, por encima de vaivenes políticos, nos unen lazos fraternales desde hace siglos, y que nos conozcan mejor desde otros países. Arte, historia y ciencia pueden ir imbricados en tareas educativas y divulgativas, y este trabajo pretende ser una muestra de ello.

Agradecimientos

Se agradecen las ayudas concedidas por parte de la Universidad Politécnica de Madrid (Proyecto de innovación educativa IE22.0506) y de la Obra Social «La Caixa» (proyecto divulgativo ‘La ciencia y la tecnología al alcance de tod@s’), así como la recibida en 2016 por la UNAM para disfrutar de una estancia en Ciudad de México durante los eventos del centenario de su Facultad de Química (gracias a los profesores Carlos Mauricio Castro Acuña, Felipe León Olivares y Plinio Sosa Fernández).

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Recepción: 18-03-2022
Aceptación: 08/06/22



Cómo citar:

Pinto Cañón, G. (2022, octubre-diciembre). El Retablo de la Independencia: obra de arte mexicana donde se homenajea a Andrés Manuel del Río y Fausto Delhuyar. Educación Química, 33(4). http://dx.doi.org/10.22201/fq.18708404e.2022.4.0.82131.


[a] Universidad Politécnica de Madrid, España.