Las zonas libres de armas nucleares
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Resumen
Independientemente de la diversidad de teorías estratégicas que se sustenten y cualquiera que sea la filosofía —detrás de esas teorías— que en un momento dado se tenga en cuanto a la organización de la sociedad internacional, es claro que todo enfoque sobre la adquisición o producción de armamento se caracteriza por dos rasgos fundamentales: su fragilidad y su caducidad. En efecto, la preferencia por uno u otro tipo de armas—convencionales o no convencionales, tácticas o estratégicas, etcétera— en base a diversas opciones militares —defensa o ataque, estrategia unilateral o concentrada en alianzas, guerras limitadas o guerra global, etcétera— es un elemento que va cambiando con el tiempo, con la tecnología y, en último análisis, con las circunstancias políticas y económicas en cuyo contexto se mueven los gobiernos: lo que hoy puede parecer aconsejable por necesidades defensivas, reales o imaginarias, mañana podría resultar inútil y hasta indeseable. Pero una cosa sí es evidente: los Estados que se embarcan en una carrera armamentista están involucrándose, en proporción directa a la magnitud del esfuerzo que realicen por incrementar su potencial militar, en un juego de poder del que no podrán librarse fácilmente y que tal vez los lleve, como única salida, al enfrentamiento bélico con los demás participantes en ese juego.