En la definición más pura de la arquitectura encontramos que la posibilidad de habitarla es el rasgo que la distingue de las otras artes; sin embargo, es ésta una característica que siempre escapa a su control, ya que depende enteramente de las prácticas de apropiación espacial de las personas –algo que no se puede medir científicamente ni conocer de antemano. Esta contradicción se manifiesta especialmente en el caso del habitar doméstico.

Hay que cuestionarse el significado actual y la posibilidad –o imposibilidad– del habitar en un mundo en el que la residencia no está fija en un solo domicilio, en el que se pasa más tiempo en los traslados que en la propia casa, en el que miles de personas migran a otros territorios por razones políticas o económicas y en el que nuestras relaciones con otras personas suceden en el espacio virtual de las redes sociales. Hoy, la complejidad de la vida urbana de la modernidad en el cambio de siglo descrita por pensadores como Benjamin –quien usó para ello el ejemplo de Baudelaire y su manía de cambiar constantemente de domicilio– se ha trasladado al espacio doméstico de muchas formas. Las huellas se han hecho aun más difusas.

El habitar doméstico contemporáneo en los contextos latinoamericanos tiende inevitablemente a relacionarse con el gran problema de la vivienda social. Antes que cuestionar filosóficamente el significado del habitar, la reflexión se vuelca sobre una problemática real de nuestras ciudades. No es de extrañarse: alrededor de la mitad de la población –al menos en México– vive en asentamientos irregulares, en “casa propia” pero en ínfimas condiciones.

Basados en experiencias surgidas desde los años sesenta, nuevas formas creativas de entender la dotación de vivienda social sobresalen en los últimos años. No obstante, en muchos de estos casos hace falta una lectura crítica. De cualquier manera, la introducción cada vez más clara del sujeto que experimenta el espacio doméstico en la valoración de la obra arquitectónica y el estudio cuidadoso de esta experiencia como materia prima para el diseño, además de la participación del sujeto en el proceso de diseño y de la construcción, son estrategias para desarmar la arquitectura como institución artística –para imprimir las huellas en la propia materia de la casa. Éstas se nos presentan como posibilidades para el habitar en el presente.

DOI: https://doi.org/10.22201/fa.14058901p.2016.32

Publicado: 2016-08-26