La alianza entre la fotografía y la arquitectura ha sido crucial para el desarrollo de la arquitectura moderna. Fundamental para su formulación y para su posterior difusión y popularización internacional, este vínculo continúa actualmente: no se puede analizar, enseñar, valorar o simplemente hablar de arquitectura sin utilizar imágenes fotográficas. Gran parte del conocimiento de la arquitectura de cualquier persona se compone exclusivamente de instantáneas capturadas y reproducidas; no es para menos, el mundo en el que vivimos, centrado en la visión y sobresaturado de imágenes, expone a la luz todos sus rincones con la rapidez del obturador, nos permite hacer públicos los espacios privados y apartados. 

Todo aquél que quiere incursionar en la fotografía arquitectónica aprenderá primero que las imágenes deben manipularse para corregir las líneas verticales de los edificios altos (las cuales naturalmente tienden a inclinarse en curva hacia el centro del encuadre), así como las líneas horizontales de los edificios alargados (que a su vez tienden a inclinarse en curva hacia el horizonte en los extremos del encuadre) para obtener unas imágenes prístinas de un tipo de representación más cercana a la pictórica tradicional y a una perspectiva renacentista tan perfecta como irreal. Aunque sabemos de antemano de la existencia de las distorsiones, o las suponemos, y entendemos la independencia de la fotografía con respecto al objeto retratado -su carácter autónomo-, en realidad consumimos incontables imágenes simultáneas inconscientemente y actuamos todo el tiempo como si fueran una representación objetiva de la realidad. 

Habrá que confesar que los fotógrafos están mucho más interesados en producir una buena fotografía que en mostrar cómo es realmente la arquitectura. Esto podría molestar a los arquitectos, pero asumirlo abre nuevas posibilidades para la relación entre la arquitectura y la fotografía más allá de las técnicas de representación tradicionales. ¿Una buena fotografía de arquitectura es la que resalta heroicamente la arquitectura, o la que propone y enseña a ver lo que ésta propicia y no vemos conscientemente? Tal vez una buena fotografía arquitectónica sea aquélla en la que el fotógrafo interprete las cualidades espaciales, materiales y culturales de un edificio o proyecto desde puntos de vista novedosos, a través de distorsiones y de alteraciones naturales propias de la cámara, y no aquélla que pretenda -ingenua e irresponsablemente- ser una copia fiel de la realidad arquitectónica, lo cual, por cierto, jamás ha sido posible. 

DOI: https://doi.org/10.22201/fa.14058901p.2019.41

Publicado: 2019-09-13

Editorial 41

Cristina López Uribe

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