LA EXCEPCIÓN COTIDIANA. HACIA EL FINAL DE LA EDAD DE LOS DERECHOS
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Resumen
La respuesta institucional y cultural de las democracias al "terrorismo global" ha caminado, sobre todo en los Estado Unidos, pero no solamente, en la ruta de la simplificación amigo-enemigo, de la dramatización de la unicidad del evento (como si la historia hubiera comenzado el 11 de Septiembre), del uso políticamente instrumental del miedo y del luto (evitando cuidadosamente el trabajo de autoreflexión que la fragilidad y las aporías del mundo globalizado implicarían).
Miedo no como conciencia "hobbesiana" de la insidia a la cual está expuesto constantemente todo orden político, como el no excluir del horizonte al conflicto, que es lo que determina en última instancia el carácter político del orden. Pero ello no como fuente de consenso fácil, mediático-plebiscitario, vinculado a la acentuación de pasiones elementales y regresivas, y no a su "gobierno".
Miedo, nuevamente, como legitimación de una nueva, por lo menos en ciernes, forma "posmoderna" de absolutismo, es decir, de un poder no regulado, puramente militar y tecnológico-financiero. Un plano inclinado que anunica la delegación posdemocrática, la simplificación del discurso público, la familiarización con tasas de violencia pública y privada elevadísimas, la identificación obsesiva-paranoica que remite a la figura del jefe y la patria "occidental".
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