La madre, ¿Domicilio y trabajo?

Resumen

El presente ensayo no es sino el intento de abordar bajo el regazo de nuestra cotidianidad, el enérgico e inmenso aporte de la ya conocida función materna. Si bien, reconocemos su aporte y estamos al tanto de su labor, pareciera que aun no hemos comprendido la significatividad de esta y su extensión a lo largo de nuestras relaciones, o siendo aun más preciso, del nuevo rostro que, dicha función, tendrá para todos y cada uno de nosotros. Esta nueva presentación o mejor, esta poco valorada expresión es la condición “domiciliaria”, que en tanto tal, será la encargada de operar –condición sine qua non- como nuestro lugar más propio y, a la vez, como motor de nuestro ingreso al mundo de lo Otro, de la dispersión y del trabajo, como una fuerza que se nos impone y nos determina, que nos obliga a circular de forma reflexiva, en tanto, se constituye como lugar desde y al, como eje y estructura transversal de nuestra vida. De este modo esperamos comprender este patrimonio que se nos ha otorgado, que se nos ha impuesto y que por el solo hecho de operar bajo conceptos como resguardo, contención, domicilio, entre otros, no es razón obligada para hablar de normalidad o salud mental.