Editorial

Abstract

En México se ha suscitado un cambio de régimen político, un ejercicio democrático y de participación ciudadana que desmoronó cualquier intento por, nuevamente, ejecutar un fraude electoral. A partir de ese histórico día en que una gran mayoría de la población demostró su hastío por el neoliberalismo se han presentado numerosos episodios que comprueban que el cambio de gobierno es sólo el inicio de una transformación más profunda que deberá enfrentar el país. El triunfo de la izquierda hizo visible lo que durante muchas décadas amplios sectores de la sociedad no quisieron mirar. En la vida cotidiana de los mexicanos existe un marcado conflicto de clase que se manifiesta contra aquellos a quienes de manera irresponsable se califica de “diferentes”. El racismo, clasismo, elitismo, machismo y un largo etcétera acompañan a los análisis poco rigurosos que se hacen sobre la larga noche neoliberal que vivió este país a lo largo de casi cuatro décadas. Es un discurso poco sensato, semejante al de un esclavo que justifica y defiende el accionar del amo ante la incapacidad y el temor de conocer la libertad. El júbilo popular que se vivió en la noche del 2 de julio de 2018 y nuevamente expresado el 1 de diciembre del mismo año es el clamor de un pueblo que ha decidido el cambio de régimen y de modelo económico que y nunca más deberá aceptar que el capital sea favorecido a costa del despojo y la muerte de las clases subalternas.