El discreto encanto del deber cumplido

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Alejandro Anaya Durand

Abstract

Hubiera sentido muy justo un homenaje a Pablo al término de su misión como maestro. Se retiró entregado con amor y mística a sus alumnos. Manejó dos corceles, uno en Pemex, por más de 30 años, en donde su trayectoria brillante y talentosa alimentó su espíritu profesional. El otro corcel, por un tiempo incluso mayor aún, en la UNAM recibió la fuerza del empuje de Pablo en su carrera de la docencia, en donde terminó su reto en esta vida.

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